—
Ayhijospuesmucho
menosnerviosadeloque
creíaqueibaaestarpero
aversipasayaquetengo
muchomiedodeespués
dequenosequedebien
noseloquevaapasar
luegoperoenfinsihay
quehacerloesmejorque
pasecuantoantes...
Pues sí, a sus años, la matriarca de los Gordal palacios iba a saber
por primera vez lo que era la cirugía. Una catarata en su ojo
derecho había llegado al punto en que los oftalmólogos decidían la
operación. Fran y Juan Gordal llevaban unas semanas preparándose
para ello, lo cierto es que Doña Marta nunca se quejaba y solo de
vez en cuando les daba alguna muestra de acordarse. Lo mas habitual
era que en algún momento les preguntara si ellos creían que
quedaría bien, que quería seguir leyendo.
—Mira, mamá, puede ser que después
de la operación, durante los dos días siguientes veas borroso, y
eso sería completamente normal —
respondía nuestro protagonista— .
Pero lo que de verdad jodería el ojo es no hacer nada.
—
Buenohijospuesyamelovoyahacerperolaverdadesquenomegustaojaláyopudieratenerelvalorque
hevistoenmásgentequesehaoperadoymiraqueyocreoquenotengolosnerviosquecreíaqueibaateneryo
estoymástranquilaque
—
¿Marta Palacios Casares? — llamó la
enfermera..
—
Sisoyyoahorapasoayhijamenosmalquemellamasestabayadeseandoquetodoacabaseaversime
soltáisprontoquetengounasganasenormesdecomerqueinclusohedesayunadopococonlosnerviospero
sigosiendohumana...
—Tranquilícese y póngase estas
zapatillas de gasa alrededor de los pies y esta cofia. Y
tranquila,que esto va muy rápido.
— Creo que solo puede entran uno,
Fran. Paso yo, tú espéranos -dijo Juan.
— De acuerdo.
Fran esperó tranquilo durante unos 25 minutos. Pasado ese tiempo Doña
Marta salió con algún síntoma de mareo y protegiéndose los ojos
ojos con unas gafas oscuras como le habían dicho. Nuestro
protagonista la cogió y la sentó en una silla.
—
¿Cómo ha ido? — dijo nuestro
protagonista
—
Aypuesnomehe
enteradodenadame
hantumbadoenuna
camaynohevisto
nadaconesteojono
notonada
aúnperomejorasíme
handichoqueahora
medaránlalistade
coliriosymedicinas
quenecesitaréyqueno
puiedoagacharme...
—
Bueno, ánimos parece que tienes.
Juan llegó con las recomendaciones de la doctora apuntadas en un
papel, esta insistió mucho: durante una semana nada de agacharse.
—Vale, pues déjame, mamá, que te quite las fundas de gasa
de los pies — dijo nuestro
protagonista.
—
Ayhijosmenosmalqueyahaacabadoyosigoviendoborrosoconesteojoaversinomehanhechonadasiva
aresultarqueestonohavalidoparanadaqueahoraestoypasandotodoslosnerviosquenohepasadantesyono
sesiestoesnormal...
—
No que veas borroso ahora, sino esta semana sería normal, mamá —
dijo nuestro protagonista.
Al llegar a casa, los dos hermanos prepararon la comida, pero
mientras Doña Marta estaba sentada pidió sus zapatillas de casa, y
Fran y Juan Gordal tuvieron que preocuparse de desatarle los zapatos,
cambiárselos...
—
Yahoratendréisquebajarlabasurayrecogermeloquesemecaigahacermelalavadoraahorasemneha
caídolabolsadondellevolosblolígrafossehandesparramadoyonopuedocogerlosaversiteocupastuyme
tendréisquedarloscolirios...
—
Y así una semana. Bueno, hagamos todo eso por nuestra madre -dijo
resignado Fran.
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