-Qué bien te lo pasas siempre. Yo en cambio cada vez estoy más
sólo -dijo Juan.
-¿Otra vez con esos lloros? Sabes tan bien como yo que te
ofrecieron ir.
-Pero se nota que es por compromiso. Nadie me aguanta.
Otra vez nuestro protagonista lidiaba con esa persistente manía
de su hermano. Cada cierto tiempo lo veía deprimido por no salir
nunca de las cuatro paredes de la casa, pero cuando le daban
oportunidad nunca quería ir a ningún sitio.Según él todo el mundo
lo detestaba. Y como en cualquier proceso de este tipo, el
decaimiento y la angustia se retroalimentaba.
-Esta semana se han interesado por ti mamá y la Tía Maria
Cristina, Carolina y Alvarito...
-Sí, me apetece mucho ir a cine de señoras mayores o a fiestas
de mi cuñado.
-Pero tam,biéjn tus compañeros de la facultad...
-¿Y cómo quieres que muestre mis miserias ante ellos?
-Y el Canijo, al que hace tiempo que no ves...
-Un borracho tirado. Nadie me quiere, no voy a salir nunca.
-Mira Juan, no te quejes si no haces nada cuando te dan la
oportunidad.
-¿Pero no ves que es por lástima y no quiero que me vean lo
jodido que estoy?
-¿Y yo sí? Pues mira, va a llegar un momento en que yo también
voy a renunciar a levantarte la moral.
-Sí, eso, abandonadme todos. Yo hasta que no haga algo no voy a
salir.
Nuestro protagonista estaba preparando la respuesta, que era
imposible hacer nada con un bajonazo que ni se atrevía a salir de
casa que ver a otra gente era el principio, y el teléfono sonó.
Juan lo cogió, y cuando volvió exclamo con alivio:
-¡Menos mal que me he librado de esto!
-¿De qué?
-Que el Chus, el de la facultad, quería que fuera este sábado a
Villaverde y ya me he librado. Bueno, a ver cómo hago para salir de
este círculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario