-¡Cuidado! - le cortó Fran, y le agarró.
En efecto en aquel momento dos empleados de mudanzas estaban
descargando un enorme armario que debían estar llevando a alguno de
los pisos de inmueble, y Juan había estado a punto de darse de
bruces con él.
-Creo que ya pueden pasar -dijo una voz de algún punto del gran
vestíbulo del portal.
Los dos hermanos continuaron y vieron que detrás de aquellos
empleados había un grupo de vecinas de avanzada edad comentando la
operación.
-Qué eficientes son esos chicos
¿verdad? -preguntó una de ellas a los dos hermanos.
-Sí, suponemos que sí, no vemos
muchas veces a la gente que trabaja en esto para comparar -contestó
Fran
-Bueno, a ver si
vostros aprendéis un poco que os cuesta trabajar -sentenció una de
ellas sin mala intención,
pero con tono hiriente.
Los dos hermanos aún comentaban el
suceso, cuando llegaron al puesto del portero y lo encontraron
hablando con otro de los habitantes del inmueble, el chaval con
problemas psíquicos que solía quedarse a veces acomentar las
jornadas de liga con él, trayéndose en aquella ocasión una
bicicleta que no acertaba a colocar de forma correcta en el portal
para no bloquear el paso.
-No, ho zolo, hablo de bicileta.
Podque he empezado montarla, pero mamá dice que do suba solo a ella.
-Ah, pues pásatelo bien, pero haz
caso a tu madre, que las madres saben -le respondió nuestro
protagonista.
Superado este úlmo obastáculo,
parecía que los dos hermanos alcanzarían ya la puerta de la calle,
pero en el estrecho hueco de la entrada se agolpaban par entrar el
vecino del segundo que ayudaba a su madre con movilidad reducida, y
otros dos operarios con una mesa larga que debía ser también parte
de la mudanza que se habían encontrado.
-Bueno, ¿qué pasa hoy? -musitó
Juan-. Sólo faltan minas en el portal.
-A este paso tendrán que dar partes
de tráfico de portales en la tele, sí -remachó Fran.
-En tdo caso, guárdate esta
estrategia para cuando quieras defender una edificación de un
asalto.
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