viernes, 8 de noviembre de 2019

Cortar caprichos.


-Pues ya he oído esa conferencia -dijo nuestro protagonista-. Tenía las mismas ganas de ir ahí que de hacerme una colonoscopia, pero ya sabes que a la tía Maria Cristina no se le puede decir que no.
-Ayhijoquécosastienes
perosíhadecididoque
mañanavamosair
alteatroporque
tieneunasentradasyyo
tengoqueirymevienefatal
mañanaibaairacomprarme
unbolsonuevoquemehacefaltayahoramesaleconesasytampocopuedodecirlequeno...-Dijo Doña Marta Palacios.
-Pues dile que vas pasado, eso sí que lo acepta. Yo he ido a la conferencia poprque si no me tocaba otro día.
-Esquelasentradassonparamañanaynosepuedencambiarperolaverdadnotengonipuñeterasganaspero
hainsitidomuchísimoyesmihermandespuésdetodonoquierodarleundisgustoporqueluegoseponeque
llorayquenosreprocha...




Las decisiones de la tía de nuestro protagonista eran bien conocidas del clan de los Gordal Palacios. Ni siquiera Carolina cuando abandonó la casa materna y se fue con Alvarito a Móstoles había dejado de recibir consejos y planificaciones de la tía. De cuando en cuando les buscaba eventos culturales o de ocio a los que tenían quie acudir sí o sí. Y como decía nuestro protagonista, no valía de nada intentar esquivarlo, porque entonces te citaba par otro día.




-Y luego está el tema de que decide ella lo que te gusta o lo que no. Yo no sé porqué ha decidido que esa conferencia sobre el negocio de la harina en Madrid me interesaba.
-Amísimegustanlaszarzuelasquemebuscaperootrasvecesmehallevadoaperformancesdeteatro
conceptualquenoconocíadenadayacircosademásdeconferenciassobreliteraturaquenomeibanypretende
explicartelascosas...

-Y no sé por qué ha preconcebido que a mí me encantan Sabina y el Jazz -dijo Juan Gordal que en ese momento entraba por la puerta.
-PuessídebeserverdadporquetambiénmehadichoquelasemanaquevienetevaallevaraunconciertodeJazz
quehayenelteatroCalderónyqueatitevuelvelocoquecómonotehabíadichonadayqueellavaallevarteyque
elplanesredcogerteunahoraantes...
-Ah, pues no, eso yo no me lo trago -dijo Juan Gordal-. Ya se lo diré cuando llame.




Varios días más tarde la Tía Maria Cristina llamó a cobrarse la nueva pieza, pero Juan Gordal estaba decidido a poner las cosas en su sitio Cogió el teléfono y habló con ademásn educado pero serio:




-Mira, tía, no voy a ir. Yo no sé de dónde te crees que viene mi afición por el Jazz, pero no me gusta nada, y ese día tengo pensadas otras cosas.
-Que no, Florito, que nunca sales y yo he notado que te encanta. Pasaré a buscarte.
-No voy a ir tía, ni a ese concierto ni a ningún otro. No vuelvas a hacer esto.
-Nunca queréis hacer nada y así os pasáis la vida, encerrados en casa. Y a mí que me desvivo por vosotros nunca me hacéis caso
-No te desvivas, nosotros iremos donde queramos ir, no es necesario que nos buesquesnada. -dijo Juan y colgó.
-Ayhijopuesyocreoquehashechomuybienperoesmihermanayonotengoelvalordecortarlaasíinclusome
haparecidoalgobruscoloquehashechoaunqueestábienperonosésiahoranotendráundisgustotremendoa
versaihabloconella...
-Pues a mí me ha parecido cojonudo -sentenció nuestro protagonista-. A lo mejor es momento de darle un disgusto, pero que nos deje ya en paz. Otra cosa que he aprendido de mi hermano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario