viernes, 14 de febrero de 2020

La chaqueta incepillable.

Venga, Fran, que tenemos que salir ya. Hay mucho que traer.
Voy, en cuanto acabe de cepillar mi chaqueta, que se ha llenado de yeso.
Date prisa, que se nos ha hecho tarde.
Sí, corro todo lo que puedo.

Nuestro protjagonista había salido aquella mañana con Doña Marta Palacios a ver una exposición. En algún momento, probablemente mientras su madre había ido al baño, nuestro protagonista debía haberse apoyado en alguna pared de yeso, y la mencionada prenda que llevaba había sufrido las consecuencias. Al llegar a casa se había puesto con un cepillo a rascar el yeso y devolverla a su estado inicial, pero no conseguía quitárselo todo. Juan Gordal, que quería ir a la compra, no dejaba de meterle prisa. Por fin, nuestro protagonista salió del baño con lo que creía una vestimenta en condiciones.

No podía ir con esto así, Juan, entiéndelo.
Bueno, ahora vas hecho un pincel, pero se nos ha echado el tiempo encima.
¡Joder, qué estupendo! A las dos y media habremos vuelto.

Por el camino iba nuestro protagonista luciendo su atuendo pensando en cómo le miraban las mujeres mayores, que ya hemos tratado aquí queforman el público más infalible. Se le iba la cabeza pensando en ello, pero Juan le sacó de sus pensamientos:

¿Qué te parece esta lubina, Fran? ¿La llevamos?
Sí, la chaqueta... digo... la lubina es muy buena, pídela que nos la cepill... eh... que la preparen.

Y al comenzar la pescadera a desescamar la lubina, una de las escamas saltó por los aires y fue a posarse en la chaqueta de nuestro héroe. Estaba pálido, no comprendía cómo era posible que una pequeña escama hubiera volado tal distancia hasta caer en su recién cepillada prenda de abrigo.

Fran, quítatela, que no es para tanto —dijo Juan.

Nuestro protagonista apartó de sí la escama y miro su vestimenta incapaz de hablar. En realidad era una mácula minúscula, pero ya no podía dejar de verla.



¿Ves cómo no hay que exagerar con estas cosas al ir al mercado?—insistió el mayor de los hermanos.
Bueno, tienes razón. Pero ahora mismo al llegar a casa otra vez a darle al cepillito.
Pero si ni se ve. ¿Tú estás bien de la cabeza?
Ahora no puedo dejarlo así. Casi me han dado ganas de pegar a la pescadera.
Qué exagerado eres. Bueno, al menos será poquito.

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