miércoles, 3 de marzo de 2021

El pan nuestro de cada día ya no es lo que era.

 

 

Aquella tarde nuestro
protagonista estaba 
merendando con su 
familia en una pastelería
 pija que habían puesto cerca de 
su casa. En los tiempos en que vivían con las precauciones
 que había que tomar las reuniones familiares eran cada vez más difíciles, de modo que 
si Carolina Gordal informaba de su visita en cualquier momento no se le ponía ninguna 
traba. Aunque fuera en aquel establecimiento, donde nuestro protagonista jamás iría en 
condiciones normales, pero que ahora servía para la reunión.Ayhijapuesmenosmalquetevemosporqueahoraesmuydifícilperoyoatitebuscohuevosiemprequese
puedaqueestábamosdesdeReyessinvernoslacaraaversisevayaelbichoasquerosoperobuenoporlomenos
aquípodemosreunirnos...  —peroraba Doña Marta PalaciosHombre, tenemos que veros, que yo si no no estoy tranquila sin ver a mi familia —respondía
 Carolina.Sí, que tengo comprobado que la gente cada vez se ve menos con sus familias. Es un alivio 
—comentó nuestro protagonista.Yo hubiera preferido otro sitio, pero es lo que hay. ¿Qué queréis? —preguntó Juan— Creo además
 que aquí hay que pedir y traerlo a la mesa.Yountéqueldescafeinadodemáquinanomegustaaversilohacenbienconunpocodelechequesoloigual
esmuyamargoeltésenotamuchocuandosehacebienycuandomalperoamíelbuenomegustahastamásque
elcafé... —comenzó a decir Doña Marta PalaciosVale, pues yo también té —dijo Carolina.Yo quiero una cerveza —comentó Alvarito.Yo quiero frío como mi querido cuñado, pero tónica —pedió FranVale pues yo un descafeinado —sentenció Juan y se levantó.

 

Al cabo de un rato la familia notó
que Juan no volvía. Pasado un rato
 nuestro protagonista fue al lado 
de su hermano, y lo encontró 
guardando una cola.Ya ves, lo lento que va esto, 
pero bueno, ya nos toca.Menos mal, creíamos que te había pasado algo.Bueno, ya viene la camarera.¿Qué va a ser? —preguntó la chica.Yo quiero un descafeinado...¿Árabe? ¿Colombiano? ¿Con leche? ¿Capuccino?Este... el más normal que tengas.Todos son normales, cariño, pero descafeinado suele tomarse el colombiano y no me queda.Bueno, pues entonces tomaré té. Ponme tres tes y...¿Verde? ¿Rojo? ¿Con hierbabuena? Rojo —dijo Juan disimulando, pero ya dando síntomas de hartazgo.¿Y lo quieres con azúcar blanco, moreno, sacarina..?Tres normales rojos con azúcar blanco, por favor —acabó de decir ya un poco quemado.Ahora veo por qué tardan tanto. Por esto no me gustan estos sitios pijos —dijo Fran.

 Cuando volvieron a la mesa el comentario fue unánime:Ayhijocuantohabéistardadoyapensábamosqueoshabíapasadoalgobuenoporlomenostraéislostés
creíamosqueíbamosatenerquebuscarosnosécómopuedesertancomplicadopediralgotansimpleaversi
porlomenoseltéestábien...Pues para empezar lo han mezclado con la leche en la tetera, no sé si me va —comentó Carolina.

 Los dos hermanos comentaron la peripecia de ir a buscar aquella modesta petición y todos los
 problemas que les había traído.Por lo menos la camarera estaba buena, que si no eso no había quien lo sufriera.Pues vaya mierda. Los sitios de toda la vida con menos variedad y más baratos me gustan más,
 la verdad —comentó Carolina.Y cada vez hay más de estos. Si vierais cómo es buscar curro ahora en cocinas...—intervino Alvarito.Puesyonosécómosecomplicantantoyotodalavidaheidoalsuperyhevistoeltéelazúcarynoadmitemás
vueltasperoahoraparecequeesmásmodernoestoytodotiendeaserconmilesdevariedadesquenohacenmás
quecomplicarhastaelpan...¡Ay, el pan! Ya que lo dices voy a aporvechar y llevar de aquí que no tenemos en casa —dijo Cárol.Espérate, voy contigo, quiero ver algo —pidió nuestro protagonista.

 Fran y su hermana se acercaron a la parte de panadería de aquel local y esperaron. Cuando por
 fin llegaron, Carolina hizo su petición:Una barra, por favor.¿De cereales?¿Gallega?¿Napolitana?¿Bretona?¿De centeno?¿Espelta?¿Maíz?¿Integral? —espetó el
 panadero.Lo suponía —sentenció Fran. 



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