sábado, 16 de abril de 2022

Cuestión de prioridades

 


Según se acercaba el día en que dejarían de ser obligatorias en interiores las mascarillas que habían
acompañado a los habitantes del planeta donde vívía nuestro protagonista desde el inicio de la
pandemia que los afligía, nuestro héroe sentía un moderado alivio. Aunque parecía una buena noticia
dar el paso que parecía definitivo hacia la normalización de la situación, dos cosas le hacían mantener
una gran cautelas al respecto. La primera era que el fin de la obligatoriedad no significaba
necesariamente la normalidad de la vida diaria: cada empresa o comercio tendría la capacidad de
decidir si en sus dependencias mantenía el mandato de llevarlas o no.

Me estoy viendo trabajando aún con ella durante bastante tiempo —dijo nuestro protagonista en 
su casa.Puesharánmuybiensitelatienesqueponerhijoyonopiensoquitármelaaunquemedenpermisoporquees
algoquemedaseguridadyamehehabituadoyademásmiracomoestánahoraenChinaquelesvieneotrobrote
yestánconfinandociudadesimportantes...
 Esta era la segunda razón para moderar el optimismo de nuestro protagonista: aún parecían venir 
nuevas oleadas del virus precisamente en el país donde todo había empezado. No se sabía si la
 supresión de medidas era una decisión inteligente.
Otra vez el puñetero día de la marmota este en el que llevamos ya dos años.Buenohijoyasabesqueahorahayunaguerraqueocupatodosloslugaresenlateleynadiehablamásdela
mascarillanidelaincidenciaahoranosabemosloquepasaráconelvirusporqueelesfuerzobélicoestápor
encima...Qué guay, qué buenos somos como especie. Lo que nos devolverá a la normalidad no será el fin
 de la epidemia sino meternos en una guerra. ¡Ay, Señor!



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