―Pues qué quieres que te diga, yo no termino de ver ni que sea bonito. Tanto gasto en luz este año
es algo que no me entra ―comentó Juan Gordal acerca del alumbrado navideño.
―Bueno, pero al menos nos alegra. No me digas que no se siente más ánimo viendo esto ―contestó
nuestro protagonista.
―Pero Fran, si están por todas partes. Portales,
calles, tejados, tiendas... Esto ya satura.
―Yo tengo la impresión de que incluso este
año hay más.
―No, es verdad, todos los años se ilumina todo de forma similar.Fran se puso a darle vueltas a aquello. De entrada, en aquella ocasión le parecía que el alumbrado
era más brillante, pero le parecía verlos en juguetitos de niños, enrejados, rincones... También en
gran parte de los adminículos navideños que se adquirían en la Plaza Mayor.
―He visto lucecitas hasta en algunos autobuses ―aseveró nuestro protagonista. ―Sí, hombre y en las alcantarillas ―respondió Juan.Fran sonrió, pero cuando bajó la cabeza vio algo que casi dio la razón a su hermano. Entre las
rejas que separaban el alumbrado y el cableado eléctrico del nivel de la calle asomaba una pequeña
bombilla LED. A nuestro protagonista le sorprendió, pero no era más que uno de los juguetitos
luminosos de algún niño que debía haberlo perdido en aquella zona.
―Pues ya ves, el alumbrado llega a todos los rincones. Aunque sea por accidente ―dijo Fran
entre risas. ―O sea, que ni allí voy a poder esconderme. ―El caso es que so yo te digo que hay muchas te cabreas, y si en efecto las hay también. No hay
quien acierte contigo.
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