Aquel sábado nuestro protagonista se levantó y
desayunó. Tenía tareas pendientes, y debía estudiar
una hoja de apuntes para una última prueba selectiva
en un puesto de trabajo que en aquellos momentos se
ajustaba bastante a sus necesidades. Sin embargo lo
primero en lo que reparó al levantarse era su bicicleta,
que en aquel 22 de agosto solo podía recordarle un
acontecimiento: sí, hoy empezaba la Vuelta Ciclista a
España. Y no era una vuelta cualquiera: tenía el mejor
cartel de las últimas ediciones, con todos los pesos
pesados del pelotón apuntados, salvo uno, Contador.
Además tenía un recorrido muy novedoso con pasos
por zonas nunca vistas e innumerables etapas de montaña.
Desde luego, era poco recomendable perdérsela. Pero no
podía de ningún modo dejar de prestar atención a sus tareas, en ello iba el dinero para algún tiempo y
acabar de una vez los estudios. Se dijo que tendría que hacerlo, y entonces reparó en que... ¡Este año
esa supervuelta ciclista es simultánea del principio de la liga! ¡Y con el Atlético de Madrid jugando
ese mismo sábado a las 20 :30! ¡No! ¡De ningún modo! Hay cosas prioritarias! El Atleti nunca se deja
de ver. Faltaría más. Pero todas esas obligaciones acumuladas... Y la Vuelta... Y el
Atleti... y sus tareas acumuladas... Solo una cosa cabía hacer y se la repitió para sí:
-Aprovechemos bien la mañana, porque lo de la tarde hay que verlo, es solo hoy. Para seguir empollano
aún hay tiempo.
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