Doña
Marta Palacios llegó como solía de su trabajo, muy cansada y
jadeando. Fran y Juan Gordal para entonces habían comido ya y se
esforzaron por que ella tuviese una mesa puesta y confortable a su
llegada, que pudiese descansar y reponerse cuanto antes. Pero según
Doña Marta acabó su plato, notó algo que la alteró:
-¿Y
qué habéis hecho con la tercera silla?
-Está
aquí -dijo Fran
-No,
esa es la rota y había tres en buen estado. ¿Qué habéis hecho con
la silla?
-Pues
no hemos tocado esa silla mamá. ¿No te referirás a la banqueta que
hay bajo la mesa? -preguntó Juan.
-¡No!
¡Digo una silla, y vosotros no os movéis hasta que no aparezca!
-No
pensábamos irnos a ningún sitio, mamá, pero no hemos tocado silla
alguna.
-Aquí
desaparecen las cosas y nadie sabe nada. No sé como David Coperfield
es una estrella haciendo lo mismo y vosotros estáis aquí.
-Pero
mamá, de verdad, no hemos cogido ninguna silla y no podemos
llevarnos algo así de grande sin quererlo.
-¡Pues
desde luego, aquí había una silla!.
Lo
cierto es que los dos hermanos no se habían fijado en el detalle, y
salvo que fuese la rota una de las sillas de la familia había
desaparecido. ¿Se habría metido algún duende o gnomo en la casa?
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