viernes, 25 de septiembre de 2015

El planchazo.

Nunca lo había hecho, Fran dominaba ya todas las especialidades de la natación, y le quedaba pulir los detalles. Aquel día en su clase matutina se había propuesto aprender a saltar desde el podium y a hacer virajes estilo olímpico. Estaba en el podium de salida, nunca lo había hecho, pero lo había visto, la altura no era excesiva, no tenía vértigo. A fin de cuentas, en horizontal desde aquí no corro el peligro del famoso planchazo en la piscina. Aquella mujer despejó la calle, ahora era el momento, Fran se lanzó y... Bueno, se pegó un leve planchazo de los que escuecen en los flancos, pero había conseguido entrar y nadar rápidamente. Era cuestión de pulir. El escozor en realidad no duró mucho, pero fue sumamente desagradable. Y el monitor añadió algo más:

-Si quieres perfeccionar eso, Fran, tendrás que ponerte a nadar según caigas, has tardado dos segundos más de lo recomendable. ¡Y pregúntame antes de hacer cosas nuevas.

Recogiendo el guante, nuestro protagonista se puso a nadar sin parar en ningún momento en toda la hora. Los virajes, pensó, mejor otro día. Poquito a poco hila la vieja el copo, como dice el refrán.

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