-¡Ahora
mismo voy a estrenarlas! ¡Qué ilusión!-dijo Doña Marta con el
juego de sartenes nuevo que le había tocado en un concurso.
-¿No
quieres que hagamos nosotros los filetes? -preguntaron Juan y Fran
Gordal.
-¡De
ninguna de las maneras! Este es mi regalo y me lo he trabajado.
Ambos
hermanos estaban sorprendidos de la ilusión que le hacía a su madre
esa simple panoplia de sartenes. Doña Marta, que apreciaba mucho más
los libros, la música, y que de ama de casa tenía muy poco estaba
contentísima de su premio.
-¿Qué
tal los filetes? -preguntó luego.
-Hombre,
están buenísimos, pero es que la carne era buena. La sartén no
supone variación respecto a la anterior.
-Pues
a mí me ha encantado guisar con ellas. Son fabulosas.
-Bueno,
me alegro de que tengas esa alegría -dijo Fran.
-A
ver si me ayudáis a cuidarlas que he estado semanas cogiendo los
cupones del ABC.
-Bueno,
ahora al acabar de comer yo te las friego.
-Nihablarporquetúloharíasconelestropajodemetalyhecompradounasesponjasespecialesparanorayar
missartenesnuevassondemasiadovaliosasparaquelasdestrocéisenundíacomohacéisconcasitodoloque
amímegustanolopuedopermitir...
-Mamá,
sólo hablo de fregarlas.
-Nilastoquesnomefíodetíqueeresmuybrutomehancostadomucho...
-Joder,
vivir para ver, nunca creí que esto le hiciese esta ilusión- dijo
Juan.
-Es
que se ha puesto como con un libro de Galdós o una de sus misas.
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