miércoles, 31 de agosto de 2016

Víbora.

-Pues la verdad, es que es un libro curioso, no tanto por lo que cuenta, que estoy relativamente acostumbrado, sino por quién lo cuenta -dijo Fran Gordal.
-Sí, es verdad, parece uno de los relatos de Vietnam de los americanos, pero narrado por rusos de Afganistán.

Víbora, novela del gran escritor polaco de fantástico Adrzej Sapkoski tenía cierto fondo de misticismo relacionado con una criatura mágica que vivía desde hace milenios en las cordilleras afganas, y a la cuál los protagonistas temían ncontrarse, pero sobre todo narraba el día a día de una compañía de jóvenes soldados soviéticos durante la ocupación del país. Se veían todos los clichés de este tipo de narraciones: los momentos de tranquilidad, la tensión de los asaltos, la desconfianza al avanzar por terrenos desconocidos...

-Las escenas donde Pavel Levart, el protagonista rinde cuentas de lo que encuentran en los asaltos a aldeas a sus superiores dan muy mal rollo -añadió Juan-, porque se meten temas políticos y de represión.
- A mí me llamaban más la atención cuando hablaban de cosas normales de tíos jóvenes, como el hockey que tanto les gustaba a los rusos, o la música, que algo sabían de la música occidental -respondía nuestro protagonista.
-Y ese epílogo donde cada uno supera al volver a Rusia de una manera diferente su síndrome postbélico.
-Lo extraño, ya te digo es ver contando eso a gente que normalmente no es quien lo dice.
-Y es que, al final, seguramente todo el que sobrevive a una guerra cuenta lo mismo.
-¿Recuerdas ese fragmento donde se han llevado a uno a Kabul porque ha enfermado?
-Sí, que seponen los demás a hablar de las condiciones de la comida y demás:

"- En Kabul, como de costumbre. Enfermo, como de costumbre. Parece que la fiebre amarilla. Enfermizo, el pobrecín , como dicen. Si no es cagalera, son anginas. Lleva en Afgan menos de un año y ya ha enfermado de todo, de tifus, de malaria, de amebas, de todo, te digo. De modo que le hemos bautizado como merece: nuestro querido Lázaro. Cariñosamente: Lazuria. Puede que lo conozcas cuando vuelva en algún intermedio entre enfermedades.
 -No me sorprende -contestó Lomonosov después, cuando Levart le relató el contenido de la conversación-. Perdona mi sinceridad pero aquí todo parece enfermizo. Se duerme donde se come, se come donde se alivia uno. Y esto es lo que se come. Mira.
 -Caballa en salsa de tomate -leyó Levart en la lata que le ofrecía-. Fábrica de conservas de pescado Konryproizvod, Bielgorod. Fecha de caducidad, un año y seis meses. Año de producción ...1959. Eres un derrotista, Lomonosov. Yo como este pescado rojizo desde hace un año y no me ha pasado nada. Hasta me ha gustdo el sabor. También te gustará.
 -Precisamente eso es lo que más temo."

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