-¿Te has acatarrado,
Juan? -preguntó nuestro protagonista.
-No, en absoluto, aunque
puede que esté cogiendo frío.
-Pues abrígate, que tú
con los catarros eres tremendo.
-Bueno, tendré cuidado.
Nuestro protagonista
salió de compras, y se sentía con más frío de lo normal y la
sensación de olvidar algo, pero no sabía que era: la meteorología
se encargó de sacarle de dudas: cuando se puso a caer aguanieve, un
copo se le metió por el cogote en la espalda, y cayó: tenía que
haber cogido la bufanda, ahora estaba como si le hubieran echado un
cubito de hielo entre la espalda y la ropa. Acabó como pudo de hacer
los recados y se cambió de ropa. Por la tarde Juan tenía cara de
enfermo y tosía.
-Deberías haberte
abrigado.
-Be engsdoy consdibando
-dijo Juan casi sin poder hablar.
-Bueno, acuéstate y
esta noche tienes que dormir bien.
-Esdo es dordura de
Guandánamo, no dejar dorbir y angxfisiar a la gende -dijo Juan.
-Bueno, ahora te traeré
Ventolín, Vicks Vaporub y otras cosas y a ver si puedes dormir, y yo
estudiar para mi examen.
Fran vino con sus
medicinas, y Juan las tomó, pero no pudo dormirse, y por puro
nerviosismo retumbaba de un lugar a otro, impidiendo concentrarse a
nuestro héroe:
-Juan, sé que es
difícil, pero intenta estarte quieto.
-Creo que las medifidas
ya be hacen efecdo, pero deberías haberme traído miel, infusiones,
zumos..
Ahora sí que está
el invierno con toda su problemática,se dijo Fran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario