Fran llevaba unos días
esperando dicembre. Cuando veía las luces que decoraban las calles
se iba impacientando más y más. Cuando el calendario iba dejando
paso a los últimos días de noviembre se iba poniendo más nervioso.
-¡A tu edad y así de
emocionado con la navidad, Fran! -dijo Juan.
-No, hermano. Me parece
muy entrañable pasar fiestas con la familia, comer manjares, e
hincar el diente al turrón. Pero los primeros 23 días de diciembre
ocurre otra cosa que me hace más ilu.
-Hombre, yo esos días,
salvo más frío no noto nada especial.
-Piénsalo. ¿De qué te
quejabas el otro día cuando fuimos a ver el fútbol?
-Me sigo quejando. La
boyta me está rozando el talón.
-¿Y qué hay a primeros
de mes?
-¿Más dinero?
-¡Exacto! Y paga extra
en diciembre. El ciclo de la ropa vuelve a cumplirse. Vamos a tener
botas sin suelas partidas por la mitad, camisetas sin agujeros...
-Hijo de puta, a ver
cuánto te gastas en trapitos.
-Sabes que no me gusta,
pero hay que cubrir las desnudeces.
-Bueno, pero no abuses.
-Venga, hombre. No me
digas que vas a comprarte mercromina y esparadrapo para el talón en
vez de unas botas nuevas.
-No es lo mismo, sabes a
lo que me refiero.
-Bueno, tú dirás lo
que quieras, pero se van a adelantar un poco para mí los reyes.
Solo faltará el roscón.
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