-Bueno, pues mañana
vendré tarde -dijo Doña Marta Palacios a Juan y Fran Gordal-.
Tenéis filetes y espinacas.
-Pues supongo que
haremos una crema -dijo Juan.
Doña Marta Palacios
torció el gesto como si le hubiesen dicho que habían aterrizado los
marcianos en la ciudad:
-¿Crema? ¡Ay, hijos
qué cosas hacéis! ¡A mí me dejáis las cosas enteras!
-Pero mamá -dijo Juan-,
si has tomado crema de espinacas miles de veces.
-¡Aaaaaah! De
espinacas. Creía que ibais a hacer en crema los filetes.
-Joder, mamá. ¿A quién
se le ocurriría eso? -dijo Fran.
-Como vosotros hacéis
humus y cosas raras de esas...
-Eso se hace en todo el
mundo cuando sobran garbanzos mamá -respondió Juan-. Menos aquí
que nos sobran del cocido, y ¿qué se hace con ellos? ¿Se tiran?
-No sé hijos. Bueno.
Voy a preparar el pescado de la cena.
-Podrías poner una sopa
de sobre de las que tenemos -dijo Juan.
-¡Una sopa! ¡¿Ahora?!
¡Jesús, ave maría purísima!
-Pero mamá, si eso es
solo verter el contenido en agua hirviendo.
-Hijos, se os ocurren
unas cosas que nadie ha hecho jamás.
-Mamá, te aseguro que
por un solo usuario no vendería sopa de sobre -dijo Fran.
-¡Eso no se ha hecho en
la vida!
-Joder, mamá, no hay
quien te saque de tus esquemas.
-¿Pero vosotros habéis
preguntado por ahí quién hace esto?
Aquí los dos hermanos
dejaron la discusión y decidieron preparar ellos la cena y jamás
pedir nada fuera de sus esquemas a Doña Marta.
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