miércoles, 2 de noviembre de 2016

El Retiro de noche.

-Pues tenías razón, Juan, el Retiro a esta hora está muy agradable -dijo nuestro héroe.
-Y casi más concurrido que a plena luz del día.

Como dijimos, ambos hermanos habían dejado de frecuentar el parque más importante de la ciudad al envejecer Diez y no llegar ya al mismo. Aquella tarde noche, después de haber salido a tomar unas cervezas por Goya, parecía una buena ocasión. Aún recordaban nuestros protagonistas el reportaje que hace poco habían visto sobre los Estados Unidos, donde por lo visto ir a un parque por la noche es muy arriesgado. Nada que ver con Madrid, donde había a esa hora buena iluminación, y gente haciendo footing, andando en bicicleta, algunos sacando perros ...

-Creo que como ahora mucha gente trabaja ante un ordenador sentada, tienen luego ansias de hacer un poco de ejercicio -dijo Fran.
-Deberías traerte tú la bici.
-No sé si con tan poca luz sabría llevarla.
-Hombre, tienes luces y ya ves que mucha gente lo hace y no les pasa nada. Mira, hasta hay perros que les ponen collares de luz a estas horas.

  Justo al decir juan esto, un ciclista tropezó con un bordillo y se fue al suelo. Se hizo un corrillo de gente, pero el hombre se levantó y reanudó su marcha casi al instante.

-¿Ves? No es tan fácil.
-Ese hombre ha tenido la típica leche de hacer como que no, pero seguro que se ha raspado y se va a tener que poner hielo y mercromina al llegar a casa.
-Y ahora va en la bici escocido que te cagas. Ya ves.
-Pero bueno, él al menos se ha caído montándola. ¿Ya no recuerdas lo que te pasó a ti en casa?

Fran recordó aquel episodio tan poco digno en el que un tropezón con la rueda de su bici le hizo caer de rodillas sobre el suelo y tenerlas raspadas y doloridas varios días.

-Qué cabrón eres, siempre sacas lo más vergonzante. ¡Pues ahora voy a venir aquí con ella!
-Qué fácil es manejarte, Fran.
-¿Qué? ¿A que no vengo?
-Otra vez. ¿Ves?

Y así Fran se fue a casa rumiando la disyuntiva de sacar la bici a esas horas o no, y Juan riéndose para sus adentros. En cualquier caso, la alternativa de sacarla parecía más atractiva que no tenerla aparcada en casa, y caerse montándola sería más digno. ¿O eso sería seguir la voluntad de Juan?


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