-Pues
tenías razón, Juan, el Retiro a esta hora está muy agradable -dijo
nuestro héroe.
-Y
casi más concurrido que a plena luz del día.
Como
dijimos, ambos hermanos habían dejado de frecuentar el parque más
importante de la ciudad al envejecer Diez y no llegar ya al mismo.
Aquella tarde noche, después de haber salido a tomar unas cervezas
por Goya, parecía una buena ocasión. Aún recordaban nuestros
protagonistas el reportaje que hace poco habían visto sobre los
Estados Unidos, donde por lo visto ir a un parque por la noche es muy
arriesgado. Nada que ver con Madrid, donde había a esa hora buena
iluminación, y gente haciendo footing, andando en bicicleta, algunos
sacando perros ...
-Creo
que como ahora mucha gente trabaja ante un ordenador sentada, tienen
luego ansias de hacer un poco de ejercicio -dijo Fran.
-Deberías
traerte tú la bici.
-No
sé si con tan poca luz sabría llevarla.
-Hombre,
tienes luces y ya ves que mucha gente lo hace y no les pasa nada.
Mira, hasta hay perros que les ponen collares de luz a estas horas.
Justo
al decir juan esto, un ciclista tropezó con un bordillo y se fue al
suelo. Se hizo un corrillo de gente, pero el hombre se levantó y
reanudó su marcha casi al instante.
-¿Ves?
No es tan fácil.
-Ese
hombre ha tenido la típica leche de hacer como que no, pero seguro
que se ha raspado y se va a tener que poner hielo y mercromina al
llegar a casa.
-Y
ahora va en la bici escocido que te cagas. Ya ves.
-Pero
bueno, él al menos se ha caído montándola. ¿Ya no recuerdas lo
que te pasó a ti en casa?
Fran
recordó aquel episodio tan poco digno en el que un tropezón con la
rueda de su bici le hizo caer de rodillas sobre el suelo y tenerlas
raspadas y doloridas varios días.
-Qué
cabrón eres, siempre sacas lo más vergonzante. ¡Pues ahora voy a
venir aquí con ella!
-Qué
fácil es manejarte, Fran.
-¿Qué?
¿A que no vengo?
-Otra
vez. ¿Ves?
Y
así Fran se fue a casa rumiando la disyuntiva de sacar la bici a
esas horas o no, y Juan riéndose para sus adentros. En cualquier
caso, la alternativa de sacarla parecía más atractiva que no
tenerla aparcada en casa, y caerse montándola sería más digno. ¿O eso sería seguir la voluntad de Juan?
No hay comentarios:
Publicar un comentario