viernes, 17 de abril de 2020

Pequeñas ausencias.

Nuestro protagonista lanzó sus brazos lo más rápido que pudo, pero no llegó a evitarlo. Aquel vaso cayó al suelo partiéndose en mil pedazos. Normalmente que se rompiera un recipiente en la casa de los Gordal Palacios no era un drama, pero en los días de la pandemia era muy difícil reponer cualquier pequeño objeto que faltara.

¡Mierda!⸺gritó Fran⸺. Después de esto nos quedan cuatro vasos, los justos para tres personas.
Habrá que tener mucho cuidado, y sobre todo, que tú y tu madre, que sois dos máquinas trituradoras de vasos no metáis más la pata ⸺respondió Juan.

El asunto de los vasos venía a sumarse a una serie de ausencias de objetos de uso diario que se desgastaban y normalmente se reponían sin dificultad. Objetos y tareas que se habían quedado sin realizar antes de que el mundo donde vivía nuestro protagonista había tenido que hacer literalmente un paréntesis en su vida y su funcionamiento. Todos habían dejado algo a medias o estaban aguantando pequeños desperfectos que normalmente hubieran arreglado de un plumazo.

Además de traer vasos, en tiempos normales ya hubiera repuesto el flexo de mi cuarto ⸺comentaba nuestro protagonista.
Y yo hubiera tenido que comprarme un cinturón ⸺respondía Juan⸺. Ahora me cuesta andar con los pantalones de calle. Claro que como casi no salgo...
Y pequeñas cosas. Yo tengo los pelos que iba a cortarme, iba a graduarme la vista...

Entonces llegó Doña Marta Palacios que llevaba un rato oyendo la conversación de los hermanos. Ella hubiera querido llevar a cambiar la pila a su reloj de pulsera, pero tampoco había podido ser. Y aquel día se añadía otro problema para la matriarca de los Gordal Palacios:

Ayhijospueslodelosvasosavercómoloarreglamosperoamíestamañanasemeharotoelsecadordepeloy
tendríaquepillarotroporquesinélnomeapañoynoséquévoyahaceresmuynecesariomehaquedadoelpelo
muymalynoquieroseguirasí...


Juan y Fran observaron el problema de su madre, y el mayor de los hermanos propuso una solución para arreglarlo de forma inmediata:

¿Y no puedes mirar por internet si queda algún sitio abierto del que te lo puedan traer?
Puesyonosémanejarmeconesoaversipodéisayudarmeperosíestaríamuybienquemelopudierantraer
porqueyoyapensabaenquedarmeasítodoelconfinamientoperosinohayporquémegustaríaarreglarloya
queesunamaravillapoderquedarseconelpeloseco...
Yo te ayudo mamá ⸺dijo nuestro protagonista.

Doña Marta y Fran se encaminaron al ordenador. Fran se asustó viendo a su madre apretar compulsivamente las teclas del ordenados y gritando a viva voz:

Ayhijopoerqué
nosaleelgoogle
estosehapuesto
blancoynosésalir
aversipuedometer
aquíparabuscarlo
quequeremosquenos
lotraiganrápido
peroyonome
apañoconestoaversi
vosotrossabéisporque
yomeestoy
desesperandonohaymaneradeavanzar...
Veo que esto va a ser muy duro ⸺resopló nuestro protagonista.
Lo que nunca hubiera supuesto es que fuera mamá la primera que aquí recurriera al comercio electrónico ⸺sentenció Juan.
⸺A ver, mamá, el más básico nos vale. No lo queremos de esos con inteligencia artificial que hay ahora, que mandan datos a quien no deben.
 ⸺Yonosécómovaesoyosoloquierounodebuenamarcaquemesirvaparacuidarmeelpelocomohehecho
siempreyodeesoderobotsydeesamurganosénadayoquierosolounaparatoparaseguirsecándomeelpelo 
queahoratienesquemetertodo...
 ⸺Ya, déjame, que si no te aclaras con el ordenador, con esto no quiero ni pensarlo.

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