jueves, 30 de abril de 2020

Volver a lo que ya hacíamos.

Últimamente las noticias eran buenas. El mal que afligía el mundo y la ciudad de nuestro protagonista daba trazas de haber dejado atrás el peor momento para su país. Aunque trescientas muertes cada día seguían siendo muchas, contagios y decesos se habían reducido desde hacía poco más de un mes. Estremecía pensar que trescientos fallecimientos diarios pudieran verse como algo positivo, pero Fran tenía presente que, por desgracia, situaciones como guerras y pandemias tienen esos efectos. Según las autoridades sanitarias el ritmo de expansión iba a permitir ya aquel sábado relajar las medidas de cuarentena.

Hay gente empeñada en las redes sociales y en las videoconferencias en que no podemos alegrarnos, que son muertos... Mira, es verdad, y desde luego que lo siento por los que se han ido, pero qué quieren que les diga, yo he tenido mucha suerte de que nadie de cerca se haya muerto, los dos únicos que conocía que lo han pasado lo han tenido flojito, y estoy mejor y con mas libertad que hace un mes, lo siento, pero no voy a llorar, que cierta gente es muy cargante ⸺repetía a ratos nuestro protagonista.
Lo que cuenta ahora es volver a las tiendas a por tebeos ⸺respondía Juan.
¿Tebeos? Primero, aún no abren más tiendas que las que necesitan cita previa, repartos a domicilio y similares. Y segundo, llevas 46 días sin otra cosa que hacer que leer tebeos.
Precisamente, me he acabado todo lo que tenía. Me he leído todo lo de Corben, Las Meninas de García y Olivares, Bezimena, Klezmer... Ahora necesito Preferencias del Sistema, por ejemplo.
Joder, eres un puñetero yonqui. De momento, confórmate con llevar a mamá a dar una vuelta de no más de un kilómetro, y hacer ejercicio individual fuera.
Ejercicio individual sí que llevo mes y medio haciéndolo sin parar. Los integrales de Thorgal, y otros, también los necesito. Valía la pena superar la pandemia para leer muchos tebeos.
Eso, ver el sol, y relacionarse que le den.
Todavía para que eso ocurra queda tiempo, Fran.


Doña Marta, que estaba leyendo un libro en el salón, cortó la discusión de los hermanos añadiendo un dato más de ese plan:

Ayhijosyquealegríaquehoyhadichoelsacerdotedelamisaqueprontoyapodremosiralasiglesiasy
participardelaeucaristíadeverdadquetengomuchasganasdevolveracomulgaresunacosagrandiosasolo
oírlomereconforta...
¡La otra! ⸺exclamó nuestro héroe⸺. Mamá, si llevas mes y medio de oír misas diarias.
Peronoeslomismohijoaquíteoyesunamisaparapasarelratoporquenohayotracosanohaycomparación
airalaiglesiaundíaespecialparticipardelaalegríadelsacramentocomulgarvergentecompartirla
experienciaysentiralAltísimo...

Fran estaba alucinado. Sus dos compañeros de cuarentena estaban deseando hacer lo que hacían en cuarentena, aunque eso sí, bien hecho. Él no terminaba de entenderlo.


Bueno, pues Carolina, Alvarito, las tías, los primos, los amigos, que esperen. Tebeos y juerga mística son lo primero.
⸺Toma, mamá ⸺añadió Juan⸺. Tengo tebeos del Papa Juan Pablo II y de San Juan de Dios, los pillé porque admiraba a los dibujantes que los hicieron.

Graciashijomehabéis
hechoestacuarentena
muchomásllevaderaseguro
queestánmuybienyote
invitaréaunamisa
importantequeveoque
tambiéntegustaráes
algomuybuenollevas
muchotiemposiniry
experimentaresegoce...
Mamá ⸺interrumpió Juan⸺, admiraba a los dibujantes pero no llego a tanto.
Hay que joderse, hasta mezclan sus obsesiones sentenció nuestro protagonista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario