⸺Mira, Fran aquí también tienen polosde frutas. ¿Los probamos? ⸺dijo Juan.⸺La última vez que entramos enherbolarios de estos salimos bastanteresabiados.⸺¡Coño, Fran! Que la última vez queentramos en un herbolario pudo serfácilmente hace cinco años, ylo único que ocurrió es que noconocíamos los cerealesque queríamos pillar.Los dos hermanos se habían propuesto adelgazar y reducir las calorías que ingerían. Lamerienda más habitual en aquel verano era un polo de frutas. Que aliviaba el apetito, elcalor y tenía más fruta y vitaminas que otra cosa. Pero no siempre encontraban los que querían.En aquel herbolario parecían tenerlos de otra procedencia diferente a la que los hermanos solíancoger. Y juan decidió probarlos.⸺¿Pero qué pasa? ¿desconfías de ellos?⸺Juan, por favor, si sabes que nunca he temido probar ningún plato. Y ninguno esninguno. Pero aquí pedimos cebada y nos dieron quinoa, o lo que eso fuera.⸺Anda, déjate de tonterías. ¿De mandarina, lo quieres?Fran echó un vistazo a los sabores. Lo meditó como 15 segundos y decidió:⸺Manzana.⸺Vale, yo papaya. Vamos.Ambos hermanos entraron en la tienda, y buscaron los polos en la misma. No los vieron ypreguntaron a la dependienta, una mujer de unos 50 años delgada, con la piel seca y unvestido pardo. Estaba hablando con otra mujer ligeramente más joven con rastas y teñidade rubio de las clases de yoga que esta seguía. Y esto fue lo primero que espetó a los hermanos:⸺¿No veis que estoy atendiendo a otra persona? Callaos y esperad.⸺Oiga, no estaba usted hablando de nada de esta tienda. Si la atiende somos nosotros susclientes ⸺ dijo Juan haciendo un esfuerzo para no subir la voz.⸺Está bien ¿Qué queréis?⸺Pues dos polos de manzana y papaya⸺Pues lo siento, solo me queda de melocotón.⸺Bueno, pues de melocotón ⸺dijo Juan mientras dirigía a Fran una mirada máselocuente que cualquier palabra sobre su estupor.Metió la mano en el congelador y sacó un polo. Lo puso en el mostrador. Por primera vez,Fran intervino:⸺¿Y el mío?⸺Solo me queda ese ⸺respondió la dependienta y antes de pasárselo a Juan añadió⸺Y el envoltorio está abierto y el palo roto.⸺Pues mire, déjelo ⸺dijo Juan en un tono en el que Fran notó que había una luchamuy grande por contener una explosión de ira.Ya en la calle Fran sentenció:⸺Parece que lo de los cereales no era algo aislado.⸺Joder. Mi reacción ha sido lógica ¿no? No atender, no tener el sabor, solo uno, esteúnico defectuoso... Cuatro desaires en ¿6 minutos?⸺Que sí, joder, no seas tan falto de autoestima. Pero parece que estos establecimientosno se nos dan bien, no.
miércoles, 5 de agosto de 2020
Juan, Fran y los herbolarios.
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