miércoles, 12 de agosto de 2020

La vergüenza es peor que el dinero.

Bueno, a ver si nos retratamos que parece que me has visto cara de Banco de España, ¿eh?

De acuerdo, Juan, pero no lo hago aposta, es que... ⸺comenzó a decir nuestro protagonista.

Sí, ya lo sé. Pues mira, no. Aunque seas el menor rondas la cuarentena. Ya no eres el crío al que todo el mundo invita.


Con vergüenza, nuestro protagonista repasaba en su interior las veces que su hermano le había pagado todo en las últimas salidas que hicieron: un helado en la merienda, una mascarilla una vez que habían salido de casa sin ella, dos cervezas en una terraza... Unas ocasiones por no sacar la cartera a tiempo y otras por puro y duro olvido, Fran podía haber llegado a acumular una deuda fácilmente de 60 euros con su hermano.


Te aseguro que nunca me ha pasado con otras personas, tendré que tener más cuidado...

Pues me alegro de saber que con tu hermano no tienes la prudencia que tienes con los demás.

Que no es eso, que ahora tendré cuidado. Además las tías me han dado dinero para gastar. Por mi cumple...

Déjalo que me vas a cabrear.


Ambos hermanos entraron en una librería de segunda mano, y Fran encontró un compendio de estudios sobre Al-Andalus que despertó su interés como medievalista. Juan una novela de ciencia ficción. Pasaron por caja:

 


8 euros ⸺dijo la cajera a nuestro protagonista.

Sí, ahora ⸺respondió este, y comenzó a buscar en su bolsillo su cartera.

Tenga ⸺intervino Juan en un tono en el que se notaba que estaba a la vez tratando de ser amable con la dependienta y severo con Fran.

Pero Juan, que yo iba... ⸺tartamudeó casi nuestro personaje

Ni una palabra. Lo hablamos fuera.


Y en la calle los dos hermanos tuvieron una discusión muy fuerte exponiendo Juan que había vuelto a pagar él, nuestro protagonista intentando explicarle que no tenía que haberlo hecho, etc.

¡Hay que tenerlo preparado para pagar, que ya no eres un crío! ⸺gritaba Juan.

Pero yo no te había dicho que pagaras. Mira, una terraza. ¿quieres una cerveza?

De acuerdo, pero se te ha acabado la barra libre.


Los dos hermanos pidieron dos cervezas sin alcohol, y comentaron el efecto que tenía en su dieta haber dejado el alcohol, los últimos cómic que habían comprado, y también el, comportamiento de Fran reminiscencia de su niñea cuando su familia le invitaba a todo. 

 


Está bien, te digo que no vuelvo a olvidarme. Venga, vámonos ⸺sentenció Fran


Nuestros protagonistas comenzaron a marchar, y Fran comentaba el libro que había comprado cuando oyeron una voz a sus espaldas:


Chicos, que no me habéis pagado ⸺decía el camarero de la terraza corriendo hacia ellos.

¡La leche! ⸺exclamó Juan⸺. Pero ¿de qué hostias estábamos hablando?

Lo siento mucho, señor, me he olvidado ⸺balbucía Fran sintiéndose inferior al camarero y a su hermano,

Seis euros.

Al menos esta vez no voy a pagar yo, pero sabes de qué vamos a hablar hasta casa, ¿verdad? ⸺dijo Juan Gordal.


Y nuestro protagonista no tuvo otra que callar hasta su casa sintiéndose un auténtico inútil Se dijo que esa vergüenza era peor que cualquier pago o cualquier bronca. Sí, definitivamente, no tenía que volver a pasar por ello nunca más. ¿Lo lograría esta vez?

 

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