―Pues este año, en teoría no se puede salir hasta tarde, pero yo veo todos los bares y comercios llenos de esqueletitos y similares ―dijo Juan Gordal.
―Ya ves, yo que me imaginaba que este año sí sería para un día de difuntos como siempre había sido aquí, recogidos con el Tenorio comiendo buñuelos. Pero una vez que los gringos contaminan una fiesta no hay Cristo ni pandemia que la recupere.
―Fran, ya oíste que mucha gente opina que aquí ya se celebraban fiestas similares al halloween cuando ni existían los USA.
―A ver cómo te lo explico, Juan...
Nuestro protagonista se dispuso a explicar una vez más que el hecho de que en esta época del año se encendieran hogueras y se esperase que los espíritus de los difuntos regresaran desde hacía muchos siglos no significaba necesariamente que se celebrara halloween. Eran fiestas diferentes con un componente local, con dulces propios, con menos componente lúdico... Estaba soltando esta disertación cuando cayó en la cuenta de que un grupo de niños, dos de ellos disfrazados se le habían quedado mirando. Sintió profunda vergüenza y echó a andar refunfuñando. Nadie le movería de que en Madrid se visitaban los cementerios, se escuchaba el tenorio, y se comían los buñuelos de viento y huesos de santo.
―De todas formas ―le interpeló Juan―, ya te ha explicado gente de tu edad que ya tienen críos que ellos lo pasan bien así y que ningún padre se siente capaz de quitarle un disfrute a sus hijos.
―Coño, al menos que les enseñen a pedir buñuelos y no gominolas.
―Al final a ti lo que te mueve es la comida y si es con azúcar y mierda más aún. No te obsesiones, hombre.
―Joder, que ya te digo que veo gente de mi edad...
―No sigas ―le interrumpió Juan―Siempre dices eso, pero nunca he visto a nadie de más de 20 años disfrazarse.
Nuestro héroe preparaba la réplica, pero entonces, como en un acto esotérico propio de aquellas fechas, lo que quería acudió solo a la presencia de los hermanos: una mujer mayor, que incluso usaba un bastón se acercó a ellos disfrazada de bruja. Por la edad y las condiciones de la señora, además, daba mucho el pego con el personaje
―Bueno, a ver si solo los críos vana poder disfrutar ―observó Juan.
―Serán los espíritus, que han escogido definitivamente el modelo de fiesta que quieren.
―O sería una bruja de verdad.
―Imponiendo el modelo de fiesta que quiere. Y cualquiera contradice a una bruja. Mejor a una meiga, que es como dicen los gallegos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario