—Bueno, Juan, pues otro año
que ha pasado. Uno además
complicado, pero cuyos
problemas se van
superando —dijo nuestro
hombre a su hermano. —Nunca creí que un año
más de vejez pudiera a mi edad ser visto como algo positivo —respondió Juan. —Ayhijopuesyotengomuchosmásañosqauetúyaquímetienestanfeliznuncamehapreocupadoelcumplir añosquesonañosdejuventudyademásahoratetraeremoscomidasyregalosytesacaremospordondequieras paraquetengasunbuendía... —comenzó a decir Doña Marta Palacios. —Mamá, que a Juan no le gusta que se haga nada que no ha pedido —la cortó nuestro protagonista.Aquel, en efecto, había sido un año complicado para el mayor de los dos hermanos, pero últimamente
parecía que a los Gordal Palacios la fortuna les iba dando cierto alvio a sus males. Celebrar un
cumpleaños más en familia les alegraba a todos, aunque Juan había tenido que aparcar algunos
proyectos por problemas personales. Pero según las últimas noticias estaba en mejor forma y posición
de lo que había estado en meses. Aquel cumpleaños hubiera ilusionado a cualquiera aunque, como
sabía nuestro protagonista, su hermano tenía un carácter complejo. Lo demostró cuando apareció
Carolina Gordal.
—Pues ayer adelanté mi trabajo para poder prepararte la comida y te voy a hacer un menú maravilloso. —No, Carolina. Prefiero hacérmelo yo, que aunque Fran haya trabajado en cocinas ninguno sabéis el
menú que me gusta. —Ayhijoquécosastienesperocómoledicesesoatuhermanaqueveníacontantailusiónahaceralgoporti nadietevaaajuntarniahacercasoesqueeresdeuncaracterquenadieentiendeatravésdelosañosporesosigues aquí... —dijo Doña Marta Palacios. —¡A este sólo le gustan sus guisos con Massala! —se quejó Carolina —. No voy a tener detalles con
él nunca más. —Bueno, Cárol. Todos le conocemos. A Juan nunca hay que intentar sorprenderle, y menos, si lo
quieres feliz. Por lo menos yo tengo el libro que pidió. ¡Felicidades, Juan! —sentenció nuestro héroe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario