protagonista.
—Ayhijosyonosécómoconelcalorquehaceospuede
apetecerelpicanteyonuncalotomoperoahoramenos
miraqueosváisaponerasudaryaresoplarnoesntiendogentequecómesoporcomerlocuandosesufreytecreaúlceras...—comenzó a perorar Doña Marta Palacios—Bueno, mamá, yo se lo traigo —respondió Fran
mientras Carolina gordal intentaba explicar a
la matriarca de los Gordal Palacios que no había
relación entre el calor y el picante.
Fran se dirigió al mueble donde se encontraban todas las especias y no vio a simple vista lo que le
habían pedido. Comenzó a buscar y revolver los envases. Varios de ellos tintinearon.
—Joder, Fran, no puede ser tan difícil —dijo Juan. —Yaveisaverporquéelniñosetienequelevantarenmitaddelacomidaabuscarnadasiestabamostodos tranquiloscomiendoaquísinquenadieecharademenoselpicanteyahoraelniñobuscandoesoytotalsinadie lovaatomar...—seguía Doña Marta.—Yo estoy cansada de discutir con mamá. Sólo digo que ni se te ocurra remover los botes —intervinoCarolina Gordal
—Y yo insisto en que te creía capaz de traerlo, Fran —insistió Juan Gordal.
Nuestro protagonista tuvo entonces una idea, la de mover el mueble especiero a ver si el tabasco
había caído por el hueco que existía entre este y la pared y entonces Carolina gritó en tono de
desesperación:—¡Cuidado, que lo tiras todo!
En efecto todo el especiero se vino abajo ante el asombro de Fran.—Y encima no aparece —comentó.—Más te vale que todo el curry que hay por el suelo desaparezca y que no quede ni un cristal de losbotes que has tirado —exigió Carolina.—Yaosdecíayoquenadadeestopodíasalirbienqueestábamostodosagustoyquenoeranecesariountabascoquenadieibaatomarloquehabéishechoescargaroselmueblelevantaralniñoyahoranopodemosseguircenando... —sentenció Doña Marta.—Bueno, pues creo que ha pasado todo lo que puede pasar al coger un tabasco de una estantería—comentó nuestro protagonista.—Por lo menos voy a coger el tabasco que ya lo he visto —finalizó Juan.
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