—No era buen día para la fiesta, tía —dijo una de ellas a sus amigas.—Bueno, ahora estoy como en la playa este verano, con los tirantes y empapada.Fran las observaba hasta que se dio cuenta de que un hombre adulto curioseando a
tres chicas menores de edad de ese modo hacía muy mal efecto. Pero no había podido
evitar recordar a cierto maestro de su instituto que alguna vez amenazó con no aceptar
justificantes por resfriado a la que en pleno invierno llevara el obligo al aire. Mientras
las veía empapadas con unas camisetitas de tirantes que casi se les caían del efecto de
la lluvia pensaba que algún degenerado hasta se pondría palote, mientras que a él le
daba cierta lástima y no podía ni ayudarlas ni hacer nada por ellas. Continuó su camino
observando al resto de la gente bien pertrechada, con sus paraguas y sus prendas de
lluvia, y cuando llegó a su casa se dio cuenta de que apesar de sus precauciones tenía
buena parte del pantalón empapada y que tender su chaqueta fuera era imposible.
Decidió dejarla en la ducha con una percha. Entonces por la tele pasaron un reportaje
de unos aventureros en la selva. Tras cruzar un río, uno de ellos comentaba que
llevando ropa corta se le secaría mucho antes. Fran volvió a acordarse de las tres
niñas que huían del agua y pensó que ahora que tocaba secarse en casa, quizás ellas
tuvieran menos problemas. ¿Podría ser que a pesar de todo las que hubieran acertado
con su vestimenta fueran esas menores?
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