miércoles, 14 de noviembre de 2018

Alvarito maestro.

-¿Pero poer qué no quieres, Fran? Tienes estudios para ello, es un trabajo bien considerado, lo ha ejercido gente que conoces bien... -preguntó Juan Gordal.
- Si yo no lo niego. Desde luego que con mi educación y mi formación podría hacerlo, de hecho parece la principal salida. Pero me veo con poca paciencia para ser maestro y dominar a cuarenta millenials -respondió nuestro protagonista.

Nuestro héroe, con sus estudios, llevaba tiempo arrastrándose en busca de un trabajo estable. Estaba cualificado, desde luego, pero por un lado estaba la estacionalidad del mercado laboral, y por otro la dificil tarea de adquirir una experiencia válida en tiempos en que los trabajos duraban poco y rápidamente la forma de trabajar quedaba obsoleta. Parecía claro que la solución estaba en preparar unas oposiciones, pero esto también era difícil a medida que uno se tenía que ir ganando el pan. Su entorno una y otra vez le decían que se metiera a sacar un puesto de maestro de secundaria.

-Tu excusa parece de anciano, Fran. Pareces decir "me da miedo la juventud".
-No solo eso, es explicar veinte veces las cosas, corregir, preparar lecciones...
-Pues seguro que mucha gente lo haría gustosa, Fran.
-No lo dudo, pero fíjate, yo que puedo no quiero.



En efecto, Fran veía a su hermano pasarlo mal con su escritura, a Carolina Gordal cogiendo trabajos cada vez peores pese a su buena cualificación, y a Alvarito contento, pero con un horario del que muchas veces se quejaba y pensaba que seguramente ellos querrían un trabajo estable, con vacaciones largas y un sueldo bastante razonable. Este último, Álvarito, centró la conversación de los hermanos:

-Fran, es lo que yo veo. Alvarito, pese a estar contento, se queja bastante de lo agiobiante que es, de sus horarios... Él sería profesor muy a gusto. Si no ya sabes, haber estudiado hostelería y a cortar verduras a toda velocidad.
-O que él se hubiera hecho maestro.
-Tenía otra preparación.

Entonces el móvil de nuestro héroe sonó. Era Carolina. Comentaba que ella y Alvarito volvían los dos a tener trabajo.

-Yo soy teleoperadora como siempre-dijo la hermana mayor de nuestros protagonistas-, pero Alvarito va a ser maestro en un cursillo para principiantes de cocina.
-¡¿Alvarito maestro?! -gritó nuestro protagonista conociendo la ocupación de su cuñado.
-Bueno, o monitor, va a enseñar a guisar a gente -respondió Carolina.
-Vaya, pues felicítalo de mi parte.

Juan Gordal estalló de ira al conocer eso:

-¡Nunca me hubiera creído que fuera antes maestro el Alvarito que tú.
-Pero él quería y yo no.
-Tú lo que eres es tonto.

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