-¿Pero poer qué no quieres, Fran?
Tienes estudios para ello, es un trabajo bien considerado, lo ha
ejercido gente que conoces bien... -preguntó Juan Gordal.
- Si yo no lo niego. Desde luego que
con mi educación y mi formación podría hacerlo, de hecho parece la
principal salida. Pero me veo con poca paciencia para ser maestro y
dominar a cuarenta millenials -respondió nuestro protagonista.
Nuestro héroe, con sus estudios,
llevaba tiempo arrastrándose en busca de un trabajo estable. Estaba
cualificado, desde luego, pero por un lado estaba la estacionalidad
del mercado laboral, y por otro la dificil tarea de adquirir una
experiencia válida en tiempos en que los trabajos duraban poco y
rápidamente la forma de trabajar quedaba obsoleta. Parecía claro
que la solución estaba en preparar unas oposiciones, pero esto
también era difícil a medida que uno se tenía que ir ganando el
pan. Su entorno una y otra vez le decían que se metiera a sacar un
puesto de maestro de secundaria.
-Tu excusa parece de anciano, Fran.
Pareces decir "me da miedo la juventud".
-No solo eso, es explicar veinte veces
las cosas, corregir, preparar lecciones...
-Pues seguro que mucha gente lo haría
gustosa, Fran.
-No lo dudo, pero fíjate, yo que
puedo no quiero.
En efecto, Fran veía a su hermano
pasarlo mal con su escritura, a Carolina Gordal cogiendo trabajos
cada vez peores pese a su buena cualificación, y a Alvarito
contento, pero con un horario del que muchas veces se quejaba y
pensaba que seguramente ellos querrían un trabajo estable, con
vacaciones largas y un sueldo bastante razonable. Este último,
Álvarito, centró la conversación de los hermanos:
-Fran, es lo que yo veo. Alvarito,
pese a estar contento, se queja bastante de lo agiobiante que es, de
sus horarios... Él sería profesor muy a gusto. Si no ya sabes,
haber estudiado hostelería y a cortar verduras a toda velocidad.
-O que él se hubiera hecho maestro.
-Tenía otra preparación.
Entonces el móvil de nuestro héroe
sonó. Era Carolina. Comentaba que ella y Alvarito volvían los dos a
tener trabajo.
-Yo soy teleoperadora como
siempre-dijo la hermana mayor de nuestros protagonistas-, pero
Alvarito va a ser maestro en un cursillo para principiantes de
cocina.
-¡¿Alvarito maestro?! -gritó
nuestro protagonista conociendo la ocupación de su cuñado.
-Bueno, o monitor, va a enseñar a
guisar a gente -respondió Carolina.
-Vaya, pues felicítalo de mi parte.
Juan Gordal estalló de ira al conocer
eso:
-¡Nunca me hubiera creído que fuera
antes maestro el Alvarito que tú.
-Pero él quería y yo no.
-Tú lo que eres es tonto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario