Al recibir la ropa que le habían regalado los Reyes, nuestro protagonista sentía una
tremenda gratitud. Pensaba que en un año donde tenía trabajo e ingresaba cierta cantidad
de dinero no era tan necesaria aquella inyección de posesiones materiales, pero el momento
de abrir sus regalos, ver a su familia feliz, fue como siempre una alegría muy bien
recibida, y aquel año en especial ver a Carolina de regreso en el hogar añadía un componente
muy importante.
―Me habéis emocionado, aquí una vuelve a creer en los
Reyes ―dijo la hermana de nuestro
protagonista. ―Yahoravamosatomarelroscónquehecogidoyode
pasteleríapreparadoparanosotrosqueesosolose
encuentraenestaépocayhayquetraerlobienaversimetocalasorpresaaunqueconvosotrosaquíestoy colmadaybienmepareceencantadorqueestéis... ―Nos has disfrutado durante demasiados años aquí mamá ―dijo nuestro personaje. ―Yquierotenerosmuchasmásdeverdadqueparamíesunaalegríaqueestéisaquíyyoladisfrutoestas navidadesnohubieransidonadasinvosotrosyhemospreparadocomidasyhemostenidoregalosyhemos arregladocosas... Pero nuestro protagonista, por enésima vez se hacía la promesa de que empezaría a ganar dinero y
a hacer que las próximas fiestas fueran aún mejores. ―Por lo menos esta vez tengo un punto de partida ―comentó. ―Bueno, no te eches flores que siempre estás con lo mismo ―dijo Juan―. Y currar e irse de casa no
significa arreglar las cosas para siempre, mira a Cárol. ―Pero hay que hacerlo. Esto tiene que ser un principio para empezar a subir de una vez. ―Lo cierto es que ya te lo mereces. ―Pues sí, vamos a ganarnos los auténticos Reyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario