—Bueno, pues ya se
acabó la semana
santa —comentó
nuestro
protagonista—.
Jesucristo
resucitó,
volvemos a los
quehaceres,
ya no hay misas
ni oficios... —Notepreocupeshijoqueyomebuscaréquéhacerahoraesverdadquemequedounpocovacíadespuésde estasemanacontantascosasparahacerperoyosiempreencuentroalgoparallenareldíayademásahora vaahaberunasorpresa...Nuestro protagonista se imaginaba la sorpresa, pero prefirió no decir nada. Se limitó a poner lamesa mientras pensaba en lo que podía mejorar si se aplicaba de allí al verano y en los sitios a losque le gustaría ir. Carolina Gordal también intervino:
—La verdad es que para mí este lunes será igual que el lunes pasado y que todos los demás. —Tú que tienes un trabajo mejor tienes esa suerte, pero tranquila, que mamá se encargará de
alegrarnos el día a todos. —Claroquesíyaveréisdespuésdelacomidacomotodo puedemejorarsetodavíaquedaalgoporhacerde estasemanasantaquenohemoshechoademásdeacabarnoselpotajeylastorrijasperohoyesundíaespecial habráunasorpresa...Carolina también pensó que era mejor como que no sabían cuál era la sorpresa. A Doña Marta le
ilusionaba tanto que no quisieron estropearlo. Entonces llegó Juan:
—Yo me acabo las torrijas. —Nohijotutetomaslasorpresaqueparaesolahepreparadoymeheidoacomprarlayacabamosestasemana santacomoDiosmandaqueparaesoeslafiestadelSeñoraquítengoloshuevosdepascuaynosvamosatomar todosunpedazo...—dijo Doña Marta Palacios. —Bueno, muchas gracias, mamá —dijo Fran a ver el huevo. —Y que siga así muchos años —añadieron Juan Y Carolina—. Seguro que Jesucristo piensa que valió la pena su sacrificio por la alegría que tú tienes. —Puesclaroquesívoyacogermemipedazodelhuevoyyaestoyviendoelprogramadelañoquevieneyme pondréaoírconcietosporlaradioahoraqueyanoloshayenlasiglesiasperoelCirioPascualsigueahí encendido...—comentaba Doña Marta. —Para ella esto es como los reyes magos—sentenció Fran.
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