jueves, 31 de octubre de 2024

Doña Concha. La Rosa y la espina

 

 

Pues bueno, es ameno —dijo Fran al acabar de leer aquel cómic.La verdad es que yo no creía que me fuera a gustar tanto.
Yo me esperaba una cosa de 
folclore y artista atormentada sin más —añadió Juan Gordal

Los dos hermanos hablaban del cómic Doña Concha. La

rosa y la espina, de

Carla Berrocal, una autora que los hermanos conocían y

habían seguido con interés desde hace tiempo, viendo sus

inicios en Chile y sus adaptaciones de Migoya, y que había

mostrado un interés muy grande durante
cierto tiempo por llevar al cómic la vida de Concha Piquer.

Gracias a ello los dos hermanos conocieron aspectos que

ignoraban de la artista, como su iniciativa, su independencia y
varios otros valores que en realidad parecían encajarse muy bien con los intereses de Berrocal
en varias causas.

La historia del boxeador judío americano yo no la conocía —comentó Fran.Ni esos abscesos de carácter que manifestaba —respondió Juan.El dibujo sí que es un cambio de tercio respecto a lo que hacía Carla que me ha dejado
 tonto —comentó nuestro protagonista.Creo que buscaba adecuarse lo más posible a la estética del momento de la historia. Pero es muy expresionista y yo creo que le va bien.Es que Carla es una autora inteligente.Espero que a nadie se le ocurra hacer una edición en color.Calla, ni lo nombres.Eso sí, me pregunto el recurso ese que usa varias veces de dibujar un sólo ojo qué objeto tiene.Eso habrá que preguntárselo a ella, pero vamos, que es un cómic recomendable.Y para que nosotros digamos eso con los cómics que suelen gustarnos...Ahí queda eso. 

Ficha del cómic, aquí.

Dias de difuntos y Halloween

 

 

Se acercaba el día
 de difuntos en 
la ciudad donde
 vivía nuestro 
protagonista. El

Halloween se

hacía muy presente

en niños

maquillados,

padres acompañándolos

disfrazados, escaparates... Pero lo cierto es que era día laborable y Fran acudía

a resolver diversos problemas que se le habían presentado. Así se encontró con unos

descargadores de verdura que llevaban frutas y hortalizas a un supermercado. Pero

Fran se rio mucho observando que uno de los descargadores llevaba una caja de

calabazas e iba maquillado y con una careta sin desmerecer en absoluto a los niños

que había visto durante toda la mañana.

La verdad es que lo que nos traes es el mejor cargamento para el día de hoy —le dijo el
 encargado del comercio donde la llevaba.Y luego os traeré vísceras y miembros cortados —respondió el cargador poniendo voz siniestra.Eres como un crío —rio el encargado.Si es que son más listos que nosotros. Cuando uno puede tiene que pasárselo bien.

Fran observaba en silencio la escena. Pensó que después de aquellas calabazas podría llevar
algo de casquería si no fuera porque la furgoneta anunciaba claramente frutas. Pero sobre todo
era agradable ver a un hombre trabajar con alegría. Aunque no era nuestro protagonista muy
fan de Halloween y sus disfraces. Pensó en que él seguramente tendría dificultades para realizar
su trabajo disfrazado, mientras veía niños y adultos disfrutar de ese festejo. Más adelante vio a
un niño sin disfraz acompañado por sus padres y llorando.

Todos van a ir disfrazados menos yo—sollozaba el infante.Bueno, hijo, no hemos podido prepararlo a tiempo. Intenta disfrutar y no llores.Los mayores lo decís muy fácil porque os da todo igual.

No era cierto del todo, pensó nuestro protagonista. En fin, parecía que era el momento de
comprar lo que a él sí le gustaba de esta fecha: los buñuelos de viento y huesos de santo. Y
que como dijo el repartidor, cada uno disfrute cuando pueda.



jueves, 24 de octubre de 2024

Tendiendo la colada con Carolina

 


Así es como se tiene que tender. ¿Te ha quedado claro? —dijo Carolina Gordal a nuestro

 protagonistaCárol, llevo tendiendo y ocupándome 
de la ropa en esta casa varios años ya. De verdad
 que sé cómo hacerlo —respondió Fran.Pues te queda todo arrugado y hecho un 
gurruño. Hazme caso que no te irá mal.


Desde hacía como un mes Carolina había

emprendido esa cruzada para enseñar a Fran
cómo se hacía la colada. Hacía algún tiempo

le había visto ponerse unos pantalones que
habían quedado arrugados y desde entonces se había propuesto que aprendiera su método.
A veces estaba nuestro protagonista a lo mejor leyendo en su cuarto despreocupado y
Carolina le decía:

Recuerda, hay que tender extendido y separado para que las cosas se queden bien.Y para que no huelan a ropa mal secada, Cárol. Pero ahora no estoy en eso.Es que he pasado ante el tendedero y lo he vuelto a ver.A lo mejor te estás obsesionando un poco.No, es que tienes que aprender eso, que es muy básico.


A la mañana siguiente, Fran cogió unos pantalones de su cajón para vestirse. Carolina apareció
de la nada y le felicitó:

¿Ves? Desde que haces lo que digo te salen mucho mejor.Cárol, de verdad, siempre he seguido el mismo procedimiento. Bueno, me alegro si lo ves 
bien ahora.Hazme caso y te va mejor.De acuerdo, pero me parece que seguirás dámndome la brasa por más que obedezca —sentenció
 Fran.

El trabajo de Juan y los tebeos

 


Juan Gordal parecía tener la moral alta desde que había encontrado aquel trabajo.
Su único temor era perderlo. Nuestro protagonista se daba cuenta y le hablaba de
ello, aunque Juan siempre encontraba motivos para angustiarse.

Bueno, con la Coralia y esto andas mejor que nunca—le dijo.Sí, pero no sé si te has dado cuenta: este fin de semana no 
puedo ir al Rastro y muchas
 veces no puedo ir a comprar tebeos.Pero tienes días libres, antes o después los pillarás.Pero encontré en el Rastro toda la colección de derivados
 del Eternauta y ahora no puedo pillarla allí. Puedo en 
otros sitios, pero más cara.
Bueno, tranquilízate, que tienes ya una colección de tebeos que muchos aficionados
 firmarían. Algunos hasta de los que te has deshecho porque después de leerlos creías que no
aportaban más.Mira, Fran. Yo ahora será por la edad o por lo que sea, pero en las tiendas normales no 
encuentro nada que me guste. Ahora sólo puedo pillar en el Rastro y ya no.Bueno, pues calma, que antes o después te darán un domingo libre.¡Y ese día me gastaré todo! Estoy deseando que llegue. Me llevaré un carrito para pillar más.Anda, céntrate en el curro, que ahora tienes curro y novia, no me dirás que no estás bien.Pues no sé qué decirte sin mis domingos.


Fran se quedó pensativo barajando maneras de aliviar el pesar de su hermano. Por fin se le
ocurrió algo:

¿Y si me dices qué quieres y lo miro yo este domingo?¡Sí, anda! Sólo me faltaba eso, tú ocupando mi lugar y gastando mi dinero.Yo sólo quería ayudarte.Pues vete a hablar con mi jefe y logra que me deje libres los domingos.Eso tendrás que hacerlo tú, que eres mayorcito.Mierda de trabajo, de verdad. A veces querría estar en paro.Pero sin tebeos no te molaría tanto —sentenció nuestro protagonista.
  —Joder, es verdad. Sin trabajo no puedo comprar, y con trabajo tampoco. ¿Qué hago?


miércoles, 16 de octubre de 2024

Y Spiderman salvó la ropa

 


Aquel día estaba nuestro protagonista preparando la comida, cuando alguien llamó a la puerta.
Fran acudió presto y abrió. Ante él apareció un trabajador de mantenimiento de fachadas.
Nuestro protagonista comenzó a recordar lo que el conserje de su casa le había dicho los días
anteriores, pero lo explicación del trabajador se le adelantó:

Buenos días. Estamos repintando la fachada que da al
 patio, y quiero antes poner un papel
 en su terraza para no manchar

En unos instantes Fran recordó los días anteriores donde esos trabajadores habían pintado
la fachada opuesta, cómo se descolgaban con arneses, el apelativo de Spiderman que les había
puesto Carolina Gordal... Contestó a este pintor:

De acuerdo, pero antes tengo que sacar todo lo que hay. Un momento.

Y febrilmente Fran comenzó a sacar el tendedero de la ropa, una serie de macetas, y otros
enseres que ocupaban ese balcón. Cuando acabó le dijo al pintor:

Ya puede, ya me he llevado todo.De acuerdo, son solo cinco minutos.

Mientras aquel trabajador protegía el suelo, Fran contenía la risa recordando el apodo de
Spiderman. Cuando el pintor hubo terminado, nuestro protagonista lo acompañó a la puerta,
y poco después lo vio con su arnés pintando por fuera. Nuestro personaje se siguió aguantando
la risa por el apelativo relativo al hombre araña. Cuando aquel operario acabó el trabajo, Fran

pensó en devolver todo lo que había sacado al balcón, pero entonces vio que amenazaba lluvia.

Y pensó que el tendedero, en aquellas circunstancias, estaría mejor dentro de casa. Entonces cayó

en que aquel héroe sí que había venido a salvarle de algo, probablemente sin quererlo él mismo.

Cuando se lo contó a Carolina esta se rio:

O sea, que has atendido a Spiderman. Vaya un héroe que te ha pedido ayuda.Pues sí ha salvado la ropa. Imagina si le cae esta lluvia toda la colada.


Carolina se puso de pronto seria. Observó que efectivamente, la visita de aquel pintor había
hecho un servicio a la familia.

Pues al final va a ser verdad que uno no puede reírse nunca de ningún trabajo.Y que los superhéroes pueden ser quienes menos lo espera uno —sentenció Fran— Spiderman
 nos ha salvado la ropa. 

.

La cuchilla de Juan

 


Fran, ¿has tirado la
cuchilla de afeitar 
que dejé en el 
lavabo esta 
mañana? 
—preguntó Juan
 Gordal cuando 
fue al mediodía
 a quitarse las
 lentillas.Pues sí —contestó 
nuestro protagonista—, obviamente una cosa de aseo que ya se ha usado la tiro. 
Bueno, pues no vuelvas a hacerlo. Yo dejo aquí la cuchilla para varios usos, que no tengo
 una barba tan fuerte y no hay que gastar tanto.

Nuestro protagonista se sorprendió de la petición de su hermano. Cualquier hombre adulto
sabe lo irritante que resulta y los cortes que conlleva usar una cuchilla varias veces. De hecho
lo ponía muy claro en el paquete de las mismas.

Juan, mira aquí. Pone desechables. Está muy claro el modo de uso de estas cuchillas.Bueno, pues yo lo quiero así. No mires las instrucciones del paquete y piensa un poco.Está bien, pero si te dejas la cara como un mapa yo declino toda responsabilidad.

Por la tarde Carolina Gordal se empeñó en hacer una limpieza de varias estancias del hogar y
volvió a encontrar una cuchilla para tirar.

No, no lo hagas—le advirtió nuestro protagonista— que el nuevo caprichito de Juan es ese.Pero se va a llenar de gérmenes —objetó Carolina.Prefiero que haya gérmenes a tocar nada de Juan, ya sabes lo que pasa.

 Al día siguiente Juan Gordal salía hacia la calle después de afeitarse. Fran le pasó revista:Muy bien, sólo tres cortes, con tu idea de la cuchilla reutilizable.Me he hecho cortes miles de veces haciendo lo que tú haces con las cuchillas.Por supuesto, pero al menos eran limpios y con una cuchilla sin restos de nada.Y además es más barato.Claro, pero a la Coralia le explicas tú lo que te ha pasado, que yo no quiero que piense que
 te maltrato. 


 

viernes, 11 de octubre de 2024

La amenaza de Andrómeda

 


¿Qué estás viendo
 ahora, Fran? —preguntó
 Juan Gordal a
 nuestro protagonista—. 
¿Otra de esas
 pelis de catástrofes 
de los 70 que tanto 
te molan?Bueno, un poco sí, pero esta es más de ciencia ficción —respondió Fran.

La amenaza de Andrómeda era una película muy representativa de su época, basada en uno de los

primeros éxitos como escritor de Michael Crichtondonde se mezclan
los miedos a amenazas espaciales con la tensión de la Guerra Fría. Nos narra cómo un extraño
virus que arrasa un pueblo en los Estados Unidos deriva en una investigación científica
contrarreloj, agravada por las desconfianzas de la Unión Soviética. Un grupo de científicos tratan
de encontrar una cura mientras la diplomacia y la inteligencia estadounidense cuidan de protegerse
del espionaje y las intrigas.

Todo empieza con un accidente de un satélite y se complica con la infección —comentaba
 nuestro protagonista.Pero por lo que veo sobreviven un viejo y un bebé a la infección ¿no? —dijo Juan.Son la clave de todo, los científicos se los llevan a ese laboratorio búnker e intentan averiguar 
cómo han sobrevivido. Mientras el jodido bicho resulta que va evolucionando y da sorpresas.A mí me recuerda mucho a los tebeos de los 70, con esos colores chillones monocromos y esos
 diseños.Y también un poco el comportamiento y aspecto de los personajes. Quizás un poquitín más 
de humor no le hubiera venido mal, pero a pesar de esa seriedad es una película que logra tenerte
 pendiente y que apetece ver.Yo igual también veo en ella un poco de reflexión sobre las amenazas naturales y artificiales 
que entonces se cernían sobre la humanidad, lo absurdo de la guerra fría, cuando ya tenemos
 problemas graves de forma natural.Sí, puede ser. Y ahora, por desgracia, de nuevo de actualidad por las nuevas tensiones. En
 fin, un clásico muy recomendable. 
—Y se hizo otra versión en 2008, aunque creo que no era nada del otro mundo.
—No sé, suelo preferir las primeras versiones.

Ficha de la película, aquí.

El frutero Fran

 


¿Qué buscas, Fran?
 —preguntó Carolina
 Gordal a nuestro 
protagonista.Algo de fruta para
 mi merienda, pero 
parece que no queda.Tendrás que estar 
tú pendiente de que se traiga la fruta, porque eres el que más la consume. Eres el frutero de 
la casa.

Fran se quedó estupefacto al oír aquella afirmación. Básicamente porque echaba por tierra todo
lo que llevaba toda su vida oyendo sobre su relación con la fruta. Incluso cuando le salían
calenturas en la boca en no pocas ocasiones la Tía María Cristina y Carolina le habían recriminado
que eso le ocurría por comer pocos vegetales. Ahora su hermana estaba cambiando todo
aquel relato.

Joder, Cárol. Me habían llamado muchas cosas, pero frutero...Pero es verdad. A ti es a quien se ve comiendo fruta por la mañana al desayunar o en la
 merienda. Juan y yo tomamos verdura en las comidas.Bueno, el caso es que ahora no hay y no sé si bajar a traerla.Pues tráela si quieres, pero a ver si no te comes tantas piezas al día.De crío vigilabais que la tomara, ahora que no la tome... Aclaraos un poquito, hombre, 

Fran cogió la bolsa de la compra y bajó a la frutería de la esquina a por naranjas y manzanas,
las frutas que vio con mejor aspecto. Al llegar a casa Juan le reprochó haber bajado:

Te tengo dicho que cuando hagas compras que no tenga en mente me avises, que se va el 
dinero con mucha facilidad.Sí, hombre. Ahora resulta que las frutas nos tienen en la miseria.Tienes que controlar tus hábitos al respecto, Fran —intervino Carolina.Joder, pues al final va a tener razón aquella personita que usaba la fruta para llamar hija de 
puta a la gente. 


miércoles, 2 de octubre de 2024

Para un beso en los morros

 


Nuestro protagonista se aseó y se vistió lo mejor posible para aquella entrevista. El trabajo que
le ofrecían supondría un paso adelante importante en su situación. De modo que lo preparó con
esmero. Pero cuando se daba los últimos toques en el pelo en el espejo no dejaba de destacar
aquella maldita llaga en sus labios, en todos ellos, que llevaba dos días intentando sobrellevar.
Se preguntó si eso no le perjudicaría en la entrevista.

Porque obviamente ir a la entrevista con un pasamontañas está descartado —comentó con
 desesperación a Carolina Gordal antes de salir.Mira, yo no sé qué haces con las verduras, pero no es normal que te salgan tantas llagas 
en la boca. Tú sabrás  si comes bien o qué pero esto no es normal.Eso ahora no importa, tengo que ir.Mira, úntate un poco de esta pomada y a ver qué pasa.Lo haré, pero no creo que en el trayecto de aquí a allí me arregle el problema.


Nuestro protagonista se untó de aquella crema y sí que notó que sentía menos que antes las
llagas en los labios. Pero tenía unos mejunjes blancos rodeándole la boca que hacían muy mal
efecto. Se los extendió lo que pudo hasta dejar de verlos, y por fin se puso en camino. Al llegar
a la entrevista todo fue normal, y la chica que le atendía le miraba normalmente a la cara con
ese gesto de los entrevistadores de trabajo tan característico de ellos y que deben tener bien
ensayado. Todo iba bien hasta que hizo una pregunta concreta:

¿Padece o ha padecido alguna enfermedad de larga duración?No, otras veces he tenido calenturas en los labios pero siempre se me pasan.¡Ah, es verdad! —dijo la entrevistadora—. Pues no lo había visto. Bueno, ¿dice que es
temporal, no?


Nuestro protagonista se enfadó interiormente consigo mismo por haber hecho notar un defecto
que parecía no haber sido apercibido por la encargada de la entrevista. Se preguntó si no estaría
exagerando la importancia de aquella calentura. Llegó a casa pensando sobre ello.

¿Cómo te ha ido? ¿No te han echado?—Le preguntó JuanSi no digo nada, igual hasta le pego un beso en los morros a esa chica —sentenció con ironía Fran. 

Prioridad en los tebeos

 


Juan Gordal vino muy contento a dar una noticia y mostrar una serie de tebeos a nuestro
protagonista. Eran nuevas historias de Corben que había conseguido, pero por lo visto
tenía el convencimiento absoluto de que para su hermano serían las mejores que jamás
hubiera leído:

Es que contienen referencias a todo lo que te mola, 
Fran: a historia, a miltares, al cine...Al Atleti seguro que no —respondió nuestro
 protagonista—. Bueno, me lo leeré más tarde, pero 
no se te olvide que tengo de la biblioteca el Rey Mono
 de Tezuka y ese tebeo del oeste que quería
 leer. Cuando acabe con ellos me leeré esos dos.Bueno, pero no tardes. Que te van a gustar mucho.

Sin embargo sólo unas horas más adelante esa misma tarde, mientras nuestro protagonista
ultimaba su equipaje para ir al trabajo al día siguiente, Juan le inquirió:

¿Ya te los has leído?A ver, Juan, que estoy ocupado con otras cosas. Tú tranquilo que cuando me los lea lo sabrás. Pues me dejas de piedra, yo creí que te iban a encantar.¿Pero me has visto parar en algún momento de toda la tarde? He preparado la comida, mirado 
el correo, preparado el trabajo...Bueno, pero léetelos. Que sí, hombre, pero cuando pueda.

 Unas horas más tarde nuestro protagonista estaba en su cuarto sin nada que hacer y comenzó a 
leer El Rey Mono de Tezuka. Era lo más urgente que tenía para devolver.¿Ahora tampoco te los estás leyendo?Juan, de verdad, que te lo he explicado ya. No sigas con esto.No se te puede dar nada a leer.Mira, yo ya he explicado la situación. Allá tú si no entiendes.Es la última vez que te busco nada.Mejor búscate un sonajero o tu bocina y déjame en paz.