(Publicado originalmente el 14 de Noviembre de 2006)
-¡Ven aquí para que te parta la cara, grandísimo puerco!¡No te figures que te vas a escapar! -gritaba Gordal mientras le sujetaban Abadía y el
Grelos.
-No grites así, que van a venir los vecinos -intentó razonar Jaime, el amigo que alojaba en Jerez a nuestros protagonistas.
-¡No hay para tanto! -repetía una y otra vez Julián entre acojonado y sorprendido. Que estuviese sorprendido sacaba aún más de quicio a Gordal.
-¿Cómo que no hay para tanto, cabrón? ¡Vas a volver a Madrid con las piernas por delante!¿Para tí no hay nada sagrado? ¡Te voy a estrangular con tus propias tripas!
-¡Cálmate, Fran! -decía Jaime una y otra vez- Habeis venido a pasar unos días de vacaciones. Para eso estáis aquí. Y tú, Julián, explícanos que has hecho.
Julián sabiéndose a salvo comenzó a explicarse.
-Me la he cascado -dijo con cierta dificultad.
Al oír aquello nuestro sujeto sintió que una fuerza misteriosa le sacaba todo su instinto agresivo y logró soltarse de la sujección del
Grelos y Abadia. ¡Se sentía como debía sentirse Son Goku al convertirse en superguerrero!

O más exactamente como Picolo, pues sus pensamientos eran de una crueldad atroz.

-¡Lo voy a capar!-gritaba nuestro protagonista mientras caía sobre julián. El
Grelos logró sujetarlo pero se vió arrastrado por el impulso de Gordal, que era el triple de voluminoso. Luego le ayudó Abadía, y lograron retenerlo de nuevo, pero él no dejaba de gritar con la mirada inyectada en sangre:
-¡Te juro por mi madre, que como que me llamo Francisco Gordal Palacios, es la última vez que le das al mortero!¡Te caparé antes o después, hijo de puta!
De nuevo intervino Jaime:
-¡Fran, nunca te había visto así!¿Tanto te molesta una puta gayola?
-¡Dile cuál ha sido tu musa de paja, cerrrrrrrrrrrdo! -exigió nuestro sujeto artrastrando un odio auténticamente enfermizo
-¡Na...Natalie Portman!

-¡Pero en mi Libro Oficial del Episodio II!¡La palabra dolor es poco para lo que te espera, mamonazo!
Al decir Gordal aquello, tanto Jaime como el
Grelos y Abadía se estremecieron. Julián había ultrajado la pertenencia más apreciada de Gordal en aquella casa. ¿Cómo le podrían calmar sin ofrecerle la cabeza de Julián en una pica?
No hay comentarios:
Publicar un comentario