-Tío, es que había unos munipas a la puerta de los chinos y era muy cantoso –se disculpaba Julián.
-¡Me estoy cabreando que no veas!
-Tranquilízate. No te pongas como aquel día en Jerez.
Abrieron las tónicas. Su sabor no disgustaba a Fran, pero no había comparación posible con el milagroso fermento de la cebada. Así pasó media hora de gran aburrimiento. Gordal rompió el silencio con una pregunta:
-¿Y qué le vas a decir cuando la veas? Porque no supongo que se le haga el chocho pepsicola con sólo verte.
-Pues yo había pensado...
En éste momento un relámpago seguido de un trueno ensordecedor cortó los pensamientos de los dos amigos. Poco después comenzó a chispear y en pocos minutos caía sobre ellos un aguacero de los que no se olvidan
-Bueno, pues ahora te garantizo que se pondrá húmeda al verte –dijo Fran con evidente irritación
-¡Pero no podemos irnos ahora! ¡Todo lo que hemos hecho habría sido inútil!
-No podemos seguir así. Nos vamos a empapar.
-¡Eres un egoísta! ¿No te compadeces del amor que expreso?
-Tú cuando estás en celo te pones de un gilipollas...
-¿Qué me dices de la Miren? Le diste su nombre a un personaje de...
-De Atrox Galaxy. Pero no es comparable a esperar bajo la lluvia.
-¡Pues si no lo haces por mí hazlo por el Ranma!
Y de nuevo Gordal se ablandó ante tal promesa. Tiritando, Julián le preguntó:
-¿Qué te parece la Macarena?
-Por lo menos no es una niña de trece años ni un dibujo animado ni ninguna de las aberraciones que te suelen gustar. Pero después de cómo nos estamos poniendo más te vale que te folle bien.
Pasó media hora bajo aquella lluvia. Gordal no podía evitar pensar que estaba haciendo la de Charlie Brown con la pelirroja.
-¿Cuánto más piensas seguir aquí? –preguntó .
-¡No aguantas nada! ¡No me extraña que no metas ni pa Cristo!
En aquel momento una chica con un casco salió del portal y arrancó una moto que había al lado. Salió a velocidad de la nave Enterprise
y cuando pasó detrás de nuestros protagonistas Julián dijo:
-¡Es ella! ¡Corre Fran!
Las botas de Fran resbalaron sobre el suelo mojado y se dio un buen golpe. Julián se fue tras la moto. Bueno, pensó Fran, me he ganado los Ranmas. Pero poco después un Julián casi lloroso apareció y dijo:
-¡Se ha ido, Fran!
-¡Yo te mato! ¡Hemos pasado las de Caín, hemos esperado horas, nos hemos empapado y todo para...!
-¡Vente al Street a tomar un tercio, yo invito!
Y Gordal con una sonrisa de oreja a oreja dijo:
-De acuerdo, vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario