sábado, 4 de octubre de 2014

Hay que quererle igual.

 (Publicado originalmente en La Coctelera el 14 de Febrero de 2007)

Gordal lanzó la pelota: -Vamos, Diez, tráemela. El perro se quedó quieto en el suelo revolcándose. Fran se volvió a Carolina y le dijo: -Tu perro no se comporta como un perro. -¡Otra vez metiéndote con él! –respondió Carolina con los ojos llenos de lágrimas y tan histérica como siempre.-Sabes que prefiero que me pegues a mí a que le hagas nada a él y sin embargo... -No le he hecho nada pero como dice Juan no es un perro. ¡Trece hubiese salido a toda mecha a por la bola! -¡No le hagas nada que me suicido! -¡Qué tonta te pones cuando te da por el lloriqueo, Carol! Desde que Diez había entrado en casa de los Gordal Palacios, Doña Marta Palacios y Carolina le habían intentado vender a sus familiares masculinos de todos los modos posibles: es muy mono, no da problemas como los dio Trece, es muy juguetón... Sin embargo Don Luis, Juan y por supuesto, nuestro héroe no terminaban de verle la gracia a aquel perro enano y lanudo. Especialmente después de haber vivido con el difunto Trece. Trece era un perro quizá demasiado grande pero con el que nuestros protagonistas podían jugar sin miedo de que le pasase nada.Diez en cambio salía huyendo espantado en cuanto veía a nuestro hombre entrar por la puerta. Pero no sólo Trece, incluso Col, el primer perro de la familia Gordal Palacios era recordado por Fran como más inteligente y valiente que Diez. Col era un perro pequeño y de color canela, pero capaz de atender por su nombre, y de traer objetos.
Carolina le puso Col por verle mosdisquear un repollo al poco de llegar a la casa. Nuestro hombre era muy pequeño entonces, pero creció con él y llegó a quererle como un hermano. Cuando teniendo nuestro héroe 11 años Col murió, fue el peor día de su vida hasta aquel momento. Pocos meses después llegó a la casa Trece, un cachorro de la perra de una compañera de trabajo de Doña Marta Palacios. Se convirtió en un perro enorme, quizá demasiado que hizo a la familia pelearse con su vecino, un enano imbécil que lo único que hacía era quejarse por todo. Sin embargo quería a sus amos y jugaba con ellos. Juan gordal lo quería con toda su alma y jugaba a hablar con la voz del perro. Fran pensaba que de tener alguna vez un sobrino por parte de Juan esperaba que fuese la mitad de bien tratado por su padre de lo que fue aquel perro. Le pusieron Trece en homenaje a un personaje de cómic que gustaba bastante a Juan Gordal.
Hacía unos 5 meses, Trece había muerto, y para sustituirlo Carolina cogió de la sociedad protectora de animales a Diez. Le pusieron ese nombre aludiendo a su tamaño en relación con Trece. Desde entonces, Carolina lo protegía y los hombres de la casa lo comparaban desfavorablemente con Trece. Juan lo dijo muy claro: -¡Es el típico lamecoños!
Mientras Diez se revolaba en los cojines viejos que le habían dejado como cama
A lo que Carol respondía con sus habituales sofocos. Julián también se refería al perro como el chupachichis. Y en el caso de Fran, el hecho de que huyese de él no contribuía a que le tomase cariño. Carol, que consideraba a Fran un monstruo, dejó a Diez en sus cojines,se fue de casa y le dijo:
-No le hagas nada, por favor. Fran se sorprendía de que su hermana le creyese capaz de lo peor. ¿Tantas maldades había hecho en su vida, que le creían capaz de atacar a un animal varias veces más pequeño que él mismo? En ese momento, en que estaba echado en un sillón, Diez se le subió encima. -¡Me estás costando hasta mi hermana! ¡Si ni siquiera pareces un perro sino un... ! Gordal se interrumpió. Por primera vez le había visto una virtud: ¡Parecía un Gremmlin! Y mirándolo mejor incluso un ewok.  


 -¡Eres un bicho de Star Wars! ¡Cómo mola!
El perro le lamió y le movió una cola. Gordal respondió haciéndole cucamonass y se pensó:
-Hay que quererle igual.















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