Fran se levantó y rápidamente fue a consultar su ordenador. Quería ver los Oscars del año. Lo cierto es que en los últimos años había perdido su fe en los premios de la academia americana, especialmente desde el triunfo de aquel insulto al cine que era la saga del Señor de los Anillos, con su escenografía de todo a cien, sus injustamente valoradas criaturas digitales (aunque él no había visto al famoso Gollum, ya que aunque pudieron llevarle engañado a ver La Comunidad, no pudieron conseguir que viese las otras dos), sus actores que parecían estar de broma y la estúpida sonrisa de Peter Jackson (por cierto, más gordo que nuestro protagonista).
Y encima pretendían que le llegaban a Star Wars a la suela de los zapatos. De modo, que nuestro protagonista no esperaba ya nada de la gala. Y acertó.
Algo había que agradecer y fue el fracaso de Babel, película con pretensiones de grandeza, que no ofrecía nada más que lo típico. Por fortuna no recibió más que el premio de banda sonora. Que hubiese recibido el de guión (estaba propuesta) hubiese sido un escarnio al séptimo arte. Gordal hubiese disfrutado en cambio de haber ganado el Oscar secundario la japonesa, pues sabido era que a Gordal le divertían las quinceañeras japonesas por ser iguales que las que veía en los mangas
Estuvo de acuerdo con el galardón por guión original de Pequeña Miss Sunshine, filme que le había sorprendido para bien aquel año, y el honorífico para Ennio Morricone, que había ambientado magistralmente la trilogía del dólar y tantas otras películas.
Sintió en el alma que una vieja le quitase el Oscar a Penélope Cruz, aunque siendo sincerosHellenMirrenlo merecía, y era de esperar.
Hasta aquí todo bien. ¿Dónde estaba, pues, el fallo? Pues en Scorsese e Infiltrados.
¿Estaba la academia de broma?¿Cómo es posible que el autor de obras maestras como Taxi Driver, Casino, Toro Salvaje y Uno de los nuestros fuese premiado por su peor película? Un film en el que había querido ser Tarantino ( ya vimos con Inteligencia Artificial el absurdo tinglado que resultado cuando un director bueno quiere parecerse a otro genio) y remake de otra.
Y por si fuera poco, el Óscar de animación para Happy Feet, o como decía nuestro hombre, el pingüino maricón.
Gordal perdió la fe en los premios (la poca que le quedaba) y se dijo que sólo la recuperaría cuando recibiese un Oscar una adaptación al cine de Atrox Galaxy.
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