sábado, 4 de octubre de 2014

Blasfemia contra la "Santísima Trinidad Gordaliana".

 (Publicado originalmente en La Coctelera el 6 de Octubre de 2006)

Nuestros protagonistas entraron el el "Street", y echaron un vistazo. Cualquiera menos Julián hubiese supuesto lo que encontrarían. -Bueno, una vez más tu método ha fallado.¿Estás contento? -preguntó Gordal. -Había que intentarlo. -Vuelvo a preguntarte si alguna vez te ha salido bien esto que siempre intentas. -Sí, ya ves a Carmencita. -Ahí lo tienes. Solo trae disgustos -Pero mira, ya que estamos aquí vamos a ver si entramos alguna pibilla. Los dos peinaron el pequeño local, y después de mucho buscar encontraron dos chavalas de su agrado. Julián las abordó como sólo él podía hacerlo. -Buenas noches chicas. ¿Paráis mucho por aquí? -No, sólo venimos cuando hay partidos del Real Madrid. No era un buen inicio para la conversación. Nuestros sujetos eran aficionados del Atlético de Madrid, y en el caso de Gordal, era uno de los tres "dogmas de fe" de la "Santísima Trinidad Gordaliana" como él solía decir, los tres prefectos que eran intocables para él . Los otros dos eran “Star Wars” y sobre todo John Ford. No obstante pasó ese detalle por alto y les preguntó cómo era posible que estuviesen ese día, si no había todavía fútbol. -Bueno, no hay liga pero ha venido mi tío que es uno de esos retrasados del Atleti, y me he escapado de casa. Nuestro sujeto pensó que era mejor dejar el tema del fútbol, y pasó a la otra chica: -¿Y tú te has venido con tu amiga, no? -Sí yo quería comprarme unas zapatillas en la tienda de deportes de aquí al lado y ya me he quedado al llamarme ella. Oye, vosotros no sabréis una tienda de ropa por aquí, ¿no? -Yo conozco una. -¿Pues me la podrías enseñar? -Por mi cuando quieras –dijo nuestro héroe pensando en las posibles consecuencias de esa salida- Y luego si quieres al cine. -Me gusta mucho el cine –remachó la desconocida. Gordal estaba pletórico de alegría. ¿Sería posible que por fin pudiese, a sus 24 años tirarse una piba? Desde luego se había echo esperar. -Pues mira, este es mi móvil, y me llamo Laura. Mientras Julián seguía dando palique a la otra chica, nuestro orondo protagonista apuntaba el número en la agenda de su móvil. -¿Sabes? –dijo Laura- Podrías tú también comprarte ropa. Así podrás tirar esa camiseta tan infantil, que ya tendrás ganas, ¿no? Aquello era lo peor que nuestro héroe podía oír en aquel momento, y más saliendo de la boca de la única chica con la cual había logrado quedar en años. ¿Quién era la desconocida para meterse con su “camiseta de gala”? Aguanta, se decía a sí mismo. No seas quisquilloso, es una chavala y no te sobran, precisamente. -Bueno pues luego vamos al cine que decías que te gustaba, ¿verdad? -Sí, me encanta. Sobre todo el cine experimental, no aquella mierda de Oeste, siempre igual. Odio el Oeste y sobre todo a John Ford. Es un género muy masculino que trata a las mujeres como mierda. Ahora ya había más de lo que Gordal era capaz de soportar. Dos desconocidas habían blasfemado contra sus tres “dogmas de fe”. No se merece que me la tire, pensó. -Mañana te llamaré –dijo. -Vale, te espero. Pero gordal no era de los que se venden a cambio de un chocho, y según la chica salió del pub, borró su número de la agenda. Te va a encular un dromedario, mala puta, pensaba y en ese momento Julián salía del local con la otra chica y le dijo: -Hasta mañana, Fran. Paula, que así se llama y yo nos vamos a micasa que está vacía. Gordal maldijo su destino mientras se iba a su casa. Escuchó en su discman la canción de Nancy Sinatra "Sugar town", que solía relajarle y se fué a dormir SOLO.

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