La semana se hizo larga. Gordal esperaba con avidez el momento de comprar aquel póster y con ansiedad el derby. Mientras había que soportar el habitual desprecio y la repugnante chulería que siempre despedía el Real Madrid.
sábado, 4 de octubre de 2014
El Derby.
(Publicado originalmente en La Coctlerela el 28 de Octubre de 2006)
La semana se hizo larga. Gordal esperaba con avidez el momento de comprar aquel póster y con ansiedad el derby. Mientras había que soportar el habitual desprecio y la repugnante chulería que siempre despedía el Real Madrid.
Especialmente por parte del periodista del diario As Tomás Roncero, que por algún motivo creía que el insulto y desprecio a la afición de cualquier equipo que no fuese el Madrid era gracioso.
Además Jorge “el Sabio” Valdano había dicho en El Larguero: “No se de donde viene eso de la soberbia. El discurso de Florentino no tiene nada que ver con la arrogancia. El discurso de los jugadores no tiene nada que ver con la arrogancia. Y yo creo que desde la dirección deportiva tampoco se ha dicho nada que tenga que ver con la arrogancia” frase que como de costumbre los vikingos se habían aprendido y repetían como loros. Repasemos:
“Hay jugadores que han nacido para jugar en el Madrid”.
(Florentino “el humilde” Pérez)
“Descarado que somos el mejor equipo de la liga”.
(Ronaldo “el sobrio”)
“Somos la atracción para los cracks”.
(Jorge “el sabio” Valdano)
“No fichamos porque todos los cracks están ya en el Madrid”.
(Otra vez Florentino)
Pero en fin, el Madrid negaba cualquier evidencia que contradijera su grandeza, y además llamaba envidiosos, victimistas, etc a todo aquel que se lo nombrase. Mención especial merecía uno de los rostros visibles del Madrid, Raúl; que los vikingos habían elegido como símbolo y que ciertamente personificaba todos los rasgos madridistas: le habían escogido como símbolo por “ser de la casa”(recordemos su pasado rojiblanco), su “fidelidad a unos colores” (remitámonos al anterior paréntesis), su “deportividad” (había marcado goles chutando a porteros lesionados), su “saber estar” ( en la última liga que ganó el equipo había gritado como una cerda “que venga el alcalde a decirme que no me puedo subir en la Cibeles” desobedeciendo, por cierto, a la policía lo cual es desacato), su “calidad futbolística” (consistente en que por auténtica suerte recogía todos los balones que rebotaban), su “humildad”(recordemos que en el Camp Nou Mandó callar a la grada) y su “aporte a la selección” (como cuando tiró un penalti provocando la eliminación de España de la Eurocopa).
Como puede verse el Real Madrid era un club repugnante para cualquier observador objetivo
Nuestro protagonista iría al partido con los tres de siempre, “Grelos” (madridista), Julián (del Atleti) y Abadía (del Dépor y por tanto neutral) mas dos que venían en ocasiones, el “Nécora” y Emiliano, muy madridistas. En el caso del “Nécora”era especialmente curioso por se aficionado del Oviedo, pero más del Madrid. Como buen asturiano si algo le salía bien era insoportable. ¡Así que imagínense si ganaba el Madrid, especialmente desde que el descenso del Atleti se verificó en Oviedo!
-¿Queréis llorar ya?-dijo el asturiano.
-Ya veremos quien llora –respondieron Julián y nuestro hombre.
Sin embargo el partido salió muy malo y el Atleti volvió a perder. Hubo que soportar de nuevo bromas crueles. Es todo un misterio, es cierto, que por un equipo uno pueda sentir alegría o pena, pero es así. Gordal se decía para sí: estoy hasta los cojones de que el Atleti se acobarde en cuanto ve enfrente al Madrid (para el era esta cobardía el motivo de que no ganasen) y se preguntaba por que tenía amigos vikingos, mientras contaba el dinero para ver cómo podría salir esa noche y comprar el póster al día siguiente. Entonces Emiliano y el “Nécora”le dijeron:
-Quieres una cerveza? Te invitamos.
Nuestro Héroe cayó en la cuenta: por eso los soportaba. Aunque parezca mentira se puede ser del Madrid y buena persona a la vez.
La semana se hizo larga. Gordal esperaba con avidez el momento de comprar aquel póster y con ansiedad el derby. Mientras había que soportar el habitual desprecio y la repugnante chulería que siempre despedía el Real Madrid.
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