sábado, 4 de octubre de 2014

Dos mongolos en remojo (1ª parte)



(Publicado originalmente en La Cotelera el 28 de Febrero de 2007)

¡Qué tarde, amigos, qué tarde! Fran y Juan habían ido a la Fnac el día anterior. La compra se había dado bien: Traían El Furor del Dragón, que contenía algunas de las escenas más míticas de Bruce Lee (como la del famoso puñetazo a dos de los malos que estaban detrás de él), además de la considerada mejor pelea cinematográfica de artes marciales entre Lee y Chuck Norris, el libro de Star Wars definitivo, Fort Apache de Jhon ford, y habían visto ganar al Atleti. Fran iba a cumplir aquel día con La Santísima Trinidad Gordaliana. Oh sí, oh sí oh sí. Había bajado a los ultramarinos de al lado de su casa a comprar cervezas
y estaba a puntito de dar al play en el dvd para ver a Bruce Lee. Y entonces su móvil le aguó la fiesta:
-¿Diga?
-¡Fran, tío, tienes que venir a toda ostia!
-¿Julián? ¿Te pasa algo?
-¡Tienes que venir! –dijo Julián como si fuese la última frase de su vida.
Rápidamente Fran se vistió. Se calzó las botas e informó a Juan de que no estaría para ver las pelis. Acudió a toda la velocidad que dieron sus pies (poca, por otra parte). Llegó a casa de Julián y le preguntó qué necesitaba con tanta urgencia. Cuando Julián le informó, Gordal sintió que una oleada de furia le invadía:
-Tenemos que ir a ver a Macarena.
Macarena era una chica a la que Julián había deseado durante varios años, casi tanto como a Carmencita. Se había enterado de donde trabajaba y la semana anterior le había comentado a Fran un extraño proyecto: montar una guardia un día ante la puerta para abordarla. Gordal, sin sospechar la subnormalidad que estaba haciendo, bromeó diciendo que se apuntaba a tan insólita idea.
-Mira, Julián. Yo te mato. O sea que he dejado de ver mi material, y de beberme un tercio tranquilo en casa para ir a montar un acecho en plan psicópata delante del trabajo de una chavala que ni me va ni me viene.
-Vamos, tío. Yo lo haría por ti.
-Bien lo puedes decir porque yo jamás te he pedido algo así.
-Por favoooooooooooooor –dijo Julián con auténtica desesperación.
-¿Pero por que tengo que ir yo?
-Porque si no va a pensar que soy un obseso.
-Pues no te comportes como tal.
-Mira, prometo comprarte los dos próximos de Ranma ½ si me la hago.






















Y esta oferta despertó la codicia de Gordal
-Sé que me arrepentiré, pero vamos.
-Yo te invito a un tercio.
Nuestros dos protagonistas se pusieron en marcha, y bajo el portal donde debían acechar como alimañas encontraron un banco. Bueno, se consolaba Gordal. Al menos con una cerveza será más llevadero. Julián fue a buscarlas. Pero no las trajo. Traía tónicas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario