sábado, 4 de octubre de 2014

Redención.

 (Publicado originalmente el 29 de Noviembre de 2006)

La noche trajo un descanso, pero no una tregua entre los dos contendientes. Cuando cenaron una pizza calentada en el horno, Abadía se sentó entre los protagonistas de la disputa, ya que el Grelos no se veía capaz de evita la agresión física entre ambos. Julián no pedía perdón, pues consideraba que cualquier referencia al tema sólo empeoraría la situación. Por su parte Gordal, que normalmente era un gran comedor, capaz de rivalizar con el mismísimo Obélix, estaba tan reconcomido por dentro que era incapaz de probar bocado. Fue una cena tensa donde nadie dijo nada. Jaime, visiblemente incómodo trató de romper el hielo diciendo: -Bueno, habrá que hacer una salida. -Sí, vamos a por perras –respondió Julián- Estoy dispuesto a... -No vas a hacer nada de eso, porque te voy a capar-interrumpió nuestro hombre. -Tíos, no podéis seguir así. Hemos venido a pasarlo bien.-Medió Grelos, que tenía el don de entender como nadie a la gente- Dile que lo sientes, y tú Fran, ¿es que no tela machacas? -Yo no le daría al mortero si eso supusiera una ofensa sobre alguna de sus pertenencias. ¿Os habéis enterado acaso estos días de cuándo me he tocado? -Joder, perdona.Yo dudo de que tú tengas la menor líbido –añadió Julián- Por eso no has visto jamás un chocho. Así que el acto de cascársela te resulta incomprensible. -¡Me cago en diez, mi hermano dice que parezco un mono! –respondió a voz en grito Gordal.-¡Me la machaco como un orangután, hijo de puta! Esta estupidez que la indignación ciega hizo decir a Fran fue demasiado para Abadía, Jaime y el Grelos que rompieron a reír. Pero pronto se le paró la risa con lo que añadió Fran: -¡Además ese no es el problema! ¡El problema es que has profanado lo más importante que yo tenía aquí! –y se lanzó de nuevo sobre Julián. Abadía de nuevo le sujetó. -Mira, vamos a que os de el aire-dijo el Grelos en el tono de quien no da otra opción que obedecer. La salida parecía una comitiva fúnebre. La tensión se masticaba. Al entrar en uno de los pocos garitos de aquel pueblo, nuestro hombre estaba considerando seriamente la opción de volver al día siguiente a Madrid. Entonces el portero le dijo: -Con esas zapatillas no pasas. -¿Cómo que no si acabo de ver pasar a un tío con unas exactamente iguales?-dijo indignado Fran. Entonces Julián dijo: -Si le echas a él me voy yo. -Pues marchaos los dos. Julián les comunicó al Grelos a Abadía y a Jaime: -Me voy con Fran. -Nosotros también. Gordal comprendió entonces el valor de un amigo. Fueron los cinco a un pub similar al Street de Madrid, donde Julián le invitó a una cerveza, que como siempre bse llevó todo lo malo. -Dame un abrazo, tío –dijo Fran.

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