miércoles, 22 de octubre de 2014

La lavadora y el invierno.

 -¡Por fin! -dijo Fran viéndolas en el carro-. Te has 
acordado de las mantas, mamá.

 Doña Marta Palacios las había llevado a lavar al 
tinte a principios del verano. Era lógico, pero en la 
ciudad de nuestro héroe ya comenzaba a refrescar 
y, curiosamente, teniendo un montón de ropa de
 abrigo no la podía usar.

 -Yo siempre cumplo, hijo. La verdad es que ya
 hacía falta.
 - ¿Y jerseys? Porque sólo encuentro dos y tú 
dices  que no los eche a lavar porque están en la
 lavadora
 el resto.
 -Ay, hijo, yo no sé cuantos jerseys usas tú al día. Sí que sé que el cajón de la ropa sucia está lleno 
de ellos.
 -Estoy viendo que es mejor que me ocupe yo. Voy a poner una lavadora y...
 -¡Ni se te ocurra tocar allí, que tengo todo organizado, y me lo desmantelas!
 -Esto es lo que me quedaba por ver. Una madre que se niegue a que su hijo se ocupe de su ropa.
 -Puedes vestirte bien, no digas tonterías. Basta que toques allí para que yo no encuentre nada
 -Pero mamá, es que llevo dos semanas tirando con...
 -Ya lo haré yo. Tu madre siempre cumple.
 -Como tú quieras, mamá.¿Pero qué tiene de malo que cada uno lleve su ropa?
 -Que tú te metes en la mía.
 -Huy sí. Yo acostumbro  vestirme de señora de tu edad.
 -¡Yo solo te digo que ahí no toques!
 -Bueno, pero tú tenme a punto lo mío.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario