miércoles, 8 de octubre de 2014

La peor tarea de la cocina.

-¿Ha terminado ya eso? -preguntó Doña Marta Palacios a Fran-. Ya casi está el aceite.
-Pues sí, mamá -respondió nuestro héroe-, pero tengo los ojos fatal.
-Es normal pelando cebollas, ¿lloras?
-Me lloran, pero me escuecen como si me hubiesen echado 6 litros de gas lacrimógeno. ¿no se ha inventado nada para esto? Siempre me asombra cuando veo a Arguiñano hacer esto sonriente.
-La verdad es que no conozco nada para eso, hijo. No sé qué hará Karlos.
Fran siempre estaba contento de ayudar a su madre y de guisar, pero lo de la cebolla siempre le había traído por la calle de la amargura. Sin embargo lo afrontaba, pues para casi todas sus comidas favoritas era necesario trabajar esa hortaliza. De modo que se esforzaba por hacerlo cuanto antes.

-En algunos momentos me pregunto si vale la pena este trabajito.
-No tienes por qué ayudarme si no quieres. Aún no soy tan mayor.
-Si me gusta, mamá. Ahiora dentro de un rato tendré una visión distinta.
-Sí, cuando se te aclaren los ojos...
-No, cuando vea la cebolla frita y caramelizada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario