-Bueno, otro año que se pira -dijo Fran.-Y muchas cosas que nos hemos dejado por hacer -dijo Juan que siempre ponía la nota melancólica en
todo-. No he vendido mis novelas, no has acabado tus estudios, Carolina y Alvarito siguen sin trabajo
estable...-Pero me he reencontrado con mis amigos, ha vuelto Julian, se ha anunciado la nueva entrega de Star
Wars, el Atleti volvió a ganar la liga...-El hecho es que nosotros nos estancamos.-Claro, Juan, porque las cosas cuestan. Pero aquí tenemos de nuevo 365 días, y la familia y los amigos
para animarnos.-Mira, eso no se me había ocurrido. Tenemos cosas que esperar de este 2015. -Y traerá momentos buenos, y malos, pero nosotros siempre estamos ahí.-¡Eso, a comer cohinillo y uvas! -Faltaría más!
-Bueno,
hijos. Tenemos el pavo, el turrón, los especiales de la cena de
nochebuena... -dijo orgullosa Doña Marta-. No he olvidado nada.
-Y Mañana vendrán la tía Maria Cristina y Carolina -remató Fran Gordal-Yo, además, he traído una botella de vino blanco de los chinos.-¡Ay, hijo si sabes que yo no bebo!.En este momento, nuestro protagonista recibió dos felicitaciones en el Wassap de su móvil. Eran el
primo Mario, y Marcelo en representación de sus amigos.-Sí, es Navidad, estamos todos los que tenemos que estar -dijo.-Y que por muchos años sea así, hijos -remató Doña Marta.
-Bébete la leche con miel, eso es muy bueno -dijo Doña Marta.-Gracias, mamá, pero creo que solo es cuestión d dejar que se pase.Por vez primera aquel año, nuestro héroe había sucumbido al frío del invierno. Tres días llevaba con la
garganta y la nariz cogidos. Con ello se había escaqueado de los últimos días de clase antes de las
vacaciones.-La verdad es que creo que no estás del todo molesto con el catarro -dijo Juan-Pero ya llegan las fiestas y no puedo celebrarlas a gusto en este estado.-Entonces tápate y cuídate, y piensa en las fiestas, que te dará fuerzas.-Ya lo hago. ¡Por mis cojones que el día de nochebuena estoy bien!
-¡Vamos, hombre! ¡Mira que traer eso con lo rico que está el
pisto hecho en casa!-Es que es de B. Osborne, mamá, creímos que te gustaría -dijo
Juan-¡Ni que el bote cantase!-¿Te lo había dicho, Juan, o no? -intervino nuestro protagonista.Sabido era por ambos hermanos que Doña Marta tenía auténtico
horror a la comida de fuera que se pudiese hacer en casa. Sin
embargo, Juan creyó que ese pisto que tenía en el bote al famoso
artista le haría cambiar de idea.-Además -dijo Fran-, lo encuentro como demasiado dulzón.-¡No me digáis que he comprado a ese señorito andaluz para nada!-Pero Juan, ¿es que no conoces a tu madre?-Eso te lo vas a comer tú enterito, Juan.-Pues no me molesta. Pero yo lo traje para todos.-No me cabe en la cabeza salvo que lo confundieses con tomate frito.-¡Otra porquería que no hay por qué traer! Sentenció Doña Marta.-Ya ves, Óscar, nda que se pueda hacer en casa.
-Pues parece increíble que una peli rodada en un idioma que casi
nadie conoce resulte amena -dijo
Juan viendo Apocalypto por la televisión.-Más que amena, es una aventura y una reflexión sobre el rumbo
de las civilizaciones bastante profunda -añadió nuestro protagonista-Descubrió un filón, Mel Gibson, con las películas en lengua
muerta.Después de su representación cinematográfica de La Pasión de
Cristo, el cineasta australiano se volvió a interesar por otra historia
de un tiempo pasado en lengua muerta, en este caso los mayas.
La peripecia de una tribu perdida en la selva, que resulta arrasada
por los representantes de este imperio mesoamericano, salvándose
sólo un héroe y su familia atrapaba a cualquier persona. Y ese final
donde la llegada a su vez de una civilización más poderosa
marcaba el final de este imperio abusivo y cruel dejaba al
espectador pensando sobre los motivos de la sociedades humanas en conjunto, su evolución y
su destino.-Y eso que no puede ser más simple, una tribu de cazadores en taparrabos y los malos que vienen a
quitarles lo suyo -dijo Juan.-Es que bien contada una historia mínima puede tocarte mucho más que algunas superproducciones.
Ésta misma, con toda su ambientación, todas sus reconstrucciones y toda su grandeza, podría haber
acabado en nada si te quitan la empatía con los protagonistas, su esfuerzo, sus sentimientos...-Pero a mí ese final es el que no me convence, porque los españoles aparecen al final como salvadores.-Para el protagonista y su mujer lo son. Habría que ver en unos años qué había sido de ellos.
Más de las dos de la tarde eran cuando Doña Marta Palacios llegó de la misa de la Inmaculada. Fran
y juan la recibieron con alegría pero regañándola un poco: -¿Qué te ha pasado? Hemos preparado el estofado para comer pero estábamos preocupados por tí.Doña Marta empezó una de sus respuestas interminables y compulsivas:-AyhijosesqueheestadoenmisaconMonseñorOsoroqueeselnuevoarzobispoyhasidopreciosoporquenoshadadounahomilíasobrelaesperanzaentiemposdifícilesy...-Mamá, que te ahogas con los curas. Siéntate a comer,anda-Perohijossiesqqueempiezalanavidaadyahorahayunmontóndemisasque...-Sí, vamos, la carrera hacia La Hostia de Oro al mejor cura. Como Cristiano y Messi para El Balón
de oro.-Ayhijonodigasesoqueesunablasfemiaperoencimamedarisay...-Siéntate a comer, anda, que el alimento místico espiritual está muy bien, pero hay que alimentar
también el cuerpo.-Siesquesediríaquenoosimportanadalamisay...-No, la misa no, La carrera hacia la Hostia de Oro. Anda, siéntate y come.
-Pues esta prueba es curiosa, pero creo yo que estaba convenida -dijo Juan al ver aquella eliminatoria
del programa Top Chef.-No, creo que tienen ingredientes bastante normales. Lo único que no, el cabracho, que no solía
verse hasta el Mercamadrid por aquí, pero en Cataluña es un pescado muy común -respondió nuestro
protagonista.La prueba consistía en llevar a los concursantes, cocineros profesionales de cierto nivel, a una casa
cualquiera de los espectadores del programa y preparar un menú para doce con lo que encontrasen.
Juan creía que ese menú era demasiado bueno para no estar pactado.-Con cosas caseras se puede cocinar muy bien, Juan -insistía Fran.-Vamos, no me jodas que entran aquí y tienen para un bizcocho, pescado en salsa y una macedonia
de frutas tremenda, salvo que acabemos de ir a la compra.En esto, Diez salió de su caseta con un hueso de chuleta de cerdo en la boca. Fran dijo:-Mira, hasta este enano tiene su reserva.-¡Coño, pues ya que lo dices voy a ver que tiene en su caseta!Ambos hermanos se quedaron admirados: Varios pedazos de queso, huesos, algunos trozos de
embutidos, migas de varios tipos de alimentos... Sin duda Diez había guardado comida durante
meses para irla aprovechando.-Y no tenía ni que guisarla. Éste sí que sabe -dijo Fran.-No te olvides de todos los bichos que les han salido.-Pues no, y recuerda que tenemos que limpiar su caseta más a menudo.
Nuestro protagonista se levantó con un sobresalto aquel día: llovía a mares, y una de sus botas de
lluvia mostraba la suela separándose del resto. Con la perspectiva visible por la ventana, eso
asustaba. Pensó en ponerse las botas normales, pero estas eran de cuero simple, y no sabía que tal
responderían a la lluvia. El resto de su ropa sí estaba bien: chubasquero en orden, jersey en orden,
pantalones bien... Sin embargo, puede que las botas, en contacto con los charcos fuesen lo más
importante. Juan que se había levantado le vio preocupado y le preguntó qué tenía en la cabeza.-¡Joder -dijo-, no acaba uno nunca de tener la ropa en orden!-¡Cómo odio los asuntos que tienen que ver con el vestir!-Bueno, ahora en navidades, los Reyes podrían traerte unas botas nuevas.-Eso sí -admitió nuestro héroe-, bueno salgo a la calle.En la calle, nuestro protagonista comprobó que las botas no calaban y no se mojaban los calcetines.
Sin embargo, la puntera hacía un efecto desagradable en el pie al pisar. Sí, aguantarían hasta navidades,
pero había que pensar en el recambio.-¡No hay manera de pasar un invierno tranquilo! -pensó. Y además de acuerdo con su experiencia,
empezaba una prenda y luego se romperían todas las demás. ¿Habría que gastarse de nuevo una
importante suma en ropa por mucho que los Reyes estuviese próximos?
-¿Dónde está mi mando? -dijo enfurecida Doña Marta Palacios-. Quiero ver el telediario.-Mamá, usa el negro de momento, y luego lo arreglamos -dijo Juan.La situación del mando a distancia en la familia Gordal Palacios era la siguiente: como
ese aparato tenía tendencia a desaparecer y les costaba encontrarlo, habían repuesto su falta
comprando otros con frecuencia. Al final tenían del orden de ocho, pero Doña Marta sólo
sabía usar uno de ellos. Ahora que Fran y Juan habían encontrado el original, ellos lo usaban
sin problema, no así Doña Marta, a la que además, ambos hermanos dejaban siempre ver la
tele cuando quería, pues eran muy pocas veces.-¡A ver qué os costaba ponerlo en su sitio! Nos volvemos locos siempre buscándolo.-Bueno, ya te hemos puesto el telediario, ¿no? Pues tranquilízate -dijo Fran.-No, no me tranquilizo porque mira que lo tengo dicho y no hay manera. Me dan unas
ganas de daros de bofetadas...-¡Coño! Te decimos que ya aparecerá.-No seáis groseros. Cuando aparezca le voy a poner un letrero de que lo dejéis en su
sitio -sentenció Doña Marta. Después de esto se sentó en el sillón, y se cambió el canal de la
tele-. ¡Y ahora esto se cambia porque le da la gana!-¡No, mamá! Eso quiere decir que aquí debajo está el mando! -Fran movió el cojín y lo extrajo.-¡Pues a ver por qué tiene que estar ahí! A ver si lo dejáis en su sitio-Déjalo, Fran -intervino Juan-, el ma nado le ha cabreado y solo podemos esperar a que se le pase.
aquellas caballas escabechadas.-La verdad es que yo no traigo mucha
caballa, pero hoy tenía tan buena pinta que
no me he
resistido.Fran y Juan Gordal llevaban varios días
bajo la “amenaza” de un escabeche de
Doña Marta, una comida de la que
no eran especialmente amantes. Nuestro
protagonista solía decir que
antes, cuando los alimentos se estropeaban,
se usaba el escabeche para conservarlos, pero ahora,
que el pescado y la carne llegan fresco no había
motivo. Madre y hermano esperaban su llegada, y cuando
ésta se produjo se lo comunicaron: -¡No jodáis! -dijo-. Os he explicado muchas veces que...Aquí nuestro protagonista calló a la vista de la olla llena.-La verdad es que está como nunca.-¡Cómo será para convencer a Fran, mamá! -añadió Juan.-Venga, sentaos a la mesa.
Los filetes de aquella caballa se deshicieron y
adquirieron muy rápido el gusto del vinagre y el
escabeche.-Y encima, ni necesita limón -dijo nuestro
héroe.-Míralos -añadió Doña Marta-, los que no les
gustaba el escabeche.-Como este sí, mamá.-Pues es el mismo de siempre, solo que el
pescado era muy bueno.-Y enorme -dijo fran-, me lo imagino cuando
estuviese crudo y terso y alucino.-Para que no volváis a condenar mis plato.
-¡Siéntate, mamá! -dijo Juan Gordal-. Vete uno de esos programas de cuplés o puntillas que les gustan
a las señoras de tu edad que yo friego.-¡Ni hablar, hijo! Aún tengo fuerzas. Ya me pondréis en una mecedora a los 90 años.-Hombre -terció Fran-, tampoco falta tantísimo para eso y llevas todo el día de aquí para allá.-¡Ya está bien! No me dejáis hacer nada. Habéis hecho la cena, limpiado, barrido... ¡Yo voy fregar
los platos y nadie me lo impedirá!-Pero tú no ves casi nunca la tele -dijo Fran-, tienes poquitas alegrías...-¡No volváis a tratarme así! Todavía tengo fuerzas para daros una bofetada. ¡Vamos, hombre! ¡Con todo
lo que me queda por leer, por ver, toda la música que escucho...-Bueno -dijo Juan que entre tanto había ido a la cocina y fregado los platos-, ya está hecho.-¡Al final os lleváis la bofetada! -dijo Doña Marta-. ¡A ver por qué no voy yo a hacer nada1 ¡Ya está
bien!-No hay quien acierte -dijo Fran-, muchas madres se quejan de que sus hijos no den golpe en casa y tú...-¡Pues que os adopte una así!¡Yo aún tengo vigor!
-¡Pero que es esto! -dijo Juan gordal en la Fnac-. ¿Vuelven a llevarse los vinilos?-Yo lo vi en Berlín -respondió Cárolina! Y se venden más libros de papel que antes.-Será que tanta modernez cansa -pensó nuestro héroe.-No, es que se habrán puesto de acuerdo en que si se tiene todo por el ordenador y en
formatos de última generación, la gente compra menos -dijo Cárol.-¡No me jodas que se va a volver a llevar la cinta VHS y tendré que jugar a juegos en
cartuchos! -exclamó Fran-. Me parece que tienes razón, Cárol. Estoy seguro de que quieren
volver a vender aparatos antíguos.-Entonces ¿volveremos a ir en carrozas y a escribir en pergamino? -preguntó Juan- Pues no sé -sentenció nuestro héroe-, pero he oído que se vuelven a usar cintas para
almacenamiento de datos en escala industrial. Y la tele ya pasó de analógico a digital...
-¡¿Cómo que no tienes batería?! ¿Y ahora cómo nos comunicamos con Cárol?
-dijo histérico Juan Gordal.-¡Joder, cómprate un móvil y controlas tú su carga! -dijo nuestro héroe.-Siempre con lo mismo. No tienes ni reloj, ni móvil, ni camisetas... ¿y yo qué? -Ya eres mayorcito, controla tú tu tiempo y tus actividades.Una vez más Juan culpaba a los demás de que él no tuviese noción del tiempo
ni de sus actividades. Aquello solía sacar de quicio a nuestro héroe.-El caso -dijo Juan-, es que no se puede contar contigo para nada. Eres un incompetente
de cojones.-Por lo menos yo llevo mi parte, no como otros.-Tienes razón, lo que voy a hacer es controlarte a todas horas. Si no, no podremos hacer nada.-Claro, porque la posibilidad de que tú te ocupes de tus cositas no está ni contemplada, ¿no?.-Cállate, aquí hay una tienda de cómics. Apunta esta calle en la agenda.-¡Pero si no tengo batería!-¿Lo ves? ¿Ves cómo eres un incompetente?Fran memorizó la calle y el número de la tienda y se tragó las ganas de dar una bofetada a su
hermano. Al menos cuando llegase a casa tendría una dirección nueva.
-Bueno, con esta bolsa, creo que ya he terminado -dijo Fran cuando
sacaba el papel en la limpieza de su cuarto.-Pero tú ¿cómo gastas tanto papel? -le preguntó Doña Marta Palacios.-Pues no lo sé, no imprimo tanto ni creo que malgaste.-Además, muchos de estos folios están el blanco. Me parece un crimen estando los
bosques como están.-Bueno, déjame verlo y guardaré los papeles en blanco.Lo cierto es que para asombro de Fran, su madre tenía razón. Un taco de cierto grosor
de folios en blanco se encontraba entre los desperdicios que pensaba tirar. No era justo
cuando varios árboles podían seguir en pie.-Bueno, los árboles te lo agradecerán. ¡Pero ahora parece que no hayas hecho nada por
limpiar tu cuarto! -dijo Doña Marta.-No sabe uno cómo acertar.-Pues por ejemplo archivando esas hojas estaríamos contentos ¿no?Fran resopló ante la tarea que le esperaba y se dio cuenta una vez más, de por qué no le
gustaba hacer limpieza: uno cree que ha acabado quince veces y resulta que aún tiene tarea.
-¡Mis buñuelos no me los quita nadie! -gritó Doña Marta Palacios el día de todos los santos.-Pero mamá -intentó razonar Fran-, es que el médico te ha dicho que controles el azúcar, que
corres el riesgo de...-De ser diabética, sí. Y la he controlado durante meses. ¡Pero mis buñuelos no me los quita nadie!
¡Ni los huesos de santo! ¡Faltaría más!-Mira que papá lo pasó muy mal con la diabetes.-Ya llevo yo control de mi verdura y mi fruta, pero mis buñuelos son míos.Era cierto que Doña Marta se estaba vigilando los valores de azúcar y llevando una dieta estricta.
Pero también que desde hacía meses previno que no dejaría de tomar los dulces propios de la época.
Le gustaban demasiado para renunciar a ellos.-¿Pero sabes que igual esto te condena a no tomar más ningún año?-Pues ya los compraré de diabéticos-Mira que eso es un lío, que hay que sustituir.Doña marta abrió el paquete y sacó dos de los buñuelos.-Anda tómate dos y calla.Fran efectivamente cerró la boca con aquellos dos buñuelos, y Doña Marta ganó la disputa.
-¿Qué haces viendo esa antigualla? Nunca dejas de sorprenderme.-Mira, Cárol, es del año 1941, pero esta “antigualla”, dejó sin Oscar a Ciudadano Kane.En efecto, ¡Que verde era mi valle! era considerada por muchos la obra maestra definitiva
entre todas las que que dejó John Ford. La santísima trinidad gordaliana tenía en ella uno de
sus pilares. La historia de una familia de mineros durante los años más duros económicamente
hablando del siglo XIX, y la crianza del protagonista y narrador en ese ambiente deslumbró a
todo el mundo en aquellos años y muchos después, fascinó a nuestro héroe.-Parece mentira -dijo Fran-, que una película que gira en torno a dramas sociales sea tan amena
y te muestre tantos matices e incluso momentos de diversión.-Pero está superada en muchos aspectos.-No en la narración ni en la construcción de sus personajes. Y secundarios inolvidables,
como el boxeador retirado. Y sobre todo el sello del maestro John Ford.-Bueno, ¿dirías que es mejor o peor que Centauros del desierto?-Pues sinceramente no lo sé. Pero si te gustó ésa a ti que no te va el oeste, no deberías perderte ésta.
-Pues no sé si me da más lástima o repugnancia -dijo Fran.-Yo tengo una cosa clara, no es como un padre quiere ver a su hijo -respondió Juan.Ambos hermanos habían visto a aquel mendigo travestido muchas veces. Un hombre de
mediana edad con gafas que llevaba el perlo largo con un lazo, un vestido y a veces hasta maqullaje.-Es patético en varios sentidos de esa palabra -dijo Fran.-Pero no deja de ser una persona. Y tiene muy mala cara. A veces me dan ganas de echarle una moneda.-Yo creo que necesita mucha más ayuda que la económica. ¿Habrá sido siempre así? ¿No tendrá
una familia?-Hombre sí ha sido así, porque no se ha operado. Si tiene una familia que deja en esta situación
a algunos de sus miembros es para retirarla el saludo.-Yo no te dejaría a tí en esa situción.Esto encendió a Juan.-¿Me estás comparando con esa “criatura”?-No he dicho eso, sólo que...-¡Mira que te parto la cara!-¡Joder! ¡¿No eras tú el que se apiadaba de él?!-Me dan ganas de pegarte una hostia.-¡No hay Cristo que te entienda! En algo estamos de acuerdo, no queremos ser ese ser.
-Esto es más un anuncio que una película -dijo Juan Gordal a Doña Marta Palacios viendo
el anuncio de los Boxtroll-. No hay más que verlo para darse cuenta de que es una película de
vender muñequitos y similares.-De todas las películas de dibujos animados se han sacado muñequitos. Diez juega con uno
de esos... ¿Cómo se llaman, Fran?-Pregúntaselo a Carolina que se acuerda. De los de Gru, mi villano favorito. -Ahora no puedo llamarla.-Ya las películas -añadía Juan-, se hacen más pensando en eso que en la película en sí,
singularmente las de críos.-Pues a mí me gustaría ir a verla.-Pues vamos si quieres, pero no te gustará.Diez, trayendo su peluche en la boca, pareció querer intervenir.-Hasta los perros se dejan seducir por ellas.-Por cierto, lo he buscado en internet en este intervalo. Se llaman Minions. E hicieron
-¡Por fin! -dijo Fran viéndolas en el carro-. Te has
acordado de las mantas, mamá.Doña Marta Palacios las había llevado a lavar al
tinte a principios del verano. Era lógico, pero en la
ciudad de nuestro héroe ya comenzaba a refrescar
y, curiosamente, teniendo un montón de ropa de
abrigo no la podía usar.-Yo siempre cumplo, hijo. La verdad es que ya
hacía falta.- ¿Y jerseys? Porque sólo encuentro dos y tú
dices que no los eche a lavar porque están en la
lavadora
el resto.-Ay, hijo, yo no sé cuantos jerseys usas tú al día. Sí que sé que el cajón de la ropa sucia está lleno
de ellos.-Estoy viendo que es mejor que me ocupe yo. Voy a poner una lavadora y...-¡Ni se te ocurra tocar allí, que tengo todo organizado, y me lo desmantelas!-Esto es lo que me quedaba por ver. Una madre que se niegue a que su hijo se ocupe de su ropa.-Puedes vestirte bien, no digas tonterías. Basta que toques allí para que yo no encuentre nada-Pero mamá, es que llevo dos semanas tirando con...-Ya lo haré yo. Tu madre siempre cumple.-Como tú quieras, mamá.¿Pero qué tiene de malo que cada uno lleve su ropa?-Que tú te metes en la mía.-Huy sí. Yo acostumbro vestirme de señora de tu edad.-¡Yo solo te digo que ahí no toques!-Bueno, pero tú tenme a punto lo mío.
-¿Qué hora tienes Fran?-Ya sabes que tengo el reloj estropeado.-¡Joder, pues mira la hora en el móvil como hacéis los de tu época!-Sí, es cierto, pero a mí no me sale.De modo extraño, el cristal que protegía la esfera del reloj de nuestro protagonista, había saltado. Fran
intentaba arreglar aquello antes de comprar otro reloj, pero entre tanto, de pura costumbre, casi se sentía
desnudo sin su instrumento horario. Fácilmente hacía cincuenta veces cada día el gesto de mirar la hora.
Pero además se añadía otra incomodidad.-¿No ves que si tú no tienes hora estamos desubicados?-¿Y por qué no te compras tú uno?-¡Sí, hombre! -dijo Juan de forma tan vehemente como en él era propio-. ¡Voy yo a ir con una pulserita
que me marque! Tienes que cumplir tú con las costumbres.-Juan, cuando haces estas cosas me dan ganas de partirte la cara.-¿Encima amenazas? Antes de dos días tienes que tener el reloj puesto.-Sí, ya veo que si no, uno encima de cornudo, está apaleado.
-Pues la verdad es que es uno de los mejores ejemplos que tenemos de un europeo bueno colaborando con un gran credor americano.
-Ya viste en la película Marea Roja que los americanos abominan de él.
Fran y Juan Gordal discutían de este modo sobre la valía del Silver Surfer de Moebius. Era una gran controversia si valía más o menos que el original dibujado por Jack Kirby.
-Hombre -decía nuestro protagonista-, el mérito de ser el original siempre será de Kirbi, pero yo creo que Moebius añadió mucho más. Por ejemplo la dimensión divina de Galactus aparece retratada de forma mucho más profunda.
-Y yo diría que los dibujos de Moebius le van muy bien. Son un poco "incalizantes", valga la expresión
-Y sin embargo, para mí, se trata menos el tema de la empatía de Estela Plateada con los humanos. No es que se ignore, pero es mucho más difusa.
-Ya sabes que a mí Estela siempre me pareció mi superhéroe favorito. Y como creo que Moebius dibujaba como nadie estos temas me quedo con él. Tiene un trasfondo de empatía y de misticismo que no tiene ningún otro
-Para mí el gran añadido es esa especie de secta adoradora de Galactus, ilustra muy bien la visión de ambos de los humanos.
-Eso es muy del estilo del Incal.
-Lástima que Moebius ya no esté. Tampoco Jack Kirby, por cierto.
-El que sigue y sigue es Stan Lee, y quizás con más prosperidad y actuvidad que nunca.
-Bueno, me estoy preparando para esa charla que voy a dar, así
que tú que sabes del tema háblame de los siglos XVIII y XIX
-pidió Juan a nuestro héroe.-¿En qué sentido? ¿Social, político...?-¡Pues todo, que pareces tonto! No sabes decir nada.-Hombre, pues al empezar el siglo XVIII, los ingleses estaban poco
a poco...-¿Qué ingleses?¿De donde habían salido?-Pues eran los grandes enemigos de...-¿Enemigos en qué sentido? ¿Cómo llegaron a América?-Pues durante muchos siglos España había dominado...-¿Qué coño pinta España? ¿Y qué había pasado entre la Europa católica y la protestante? -¿Me estás tomando el pelo, Juan?-¡Eso te digo yo, no tienes ni puta idea!-¡Cada vez que abro la boca me cortas! ¿Qué quieres que te diga?-¡Pues el siglo XVIII y el XIX!-A ver te estaba diciendo que desde el fin de la guerra de los 30 años...-¿Qué pinta la guerra de los treinta años?- ¿Me vas a dejar hablar o no? Porque si no te informa...-¡Pero es que no dices una palabra!-Hombre, vas mejorando, ni siquiera es ya necesario que empiece a...-¡No tienes ni puta idea!¡No eres capaz de hablar ni decir nada!-Pues busca información en...-¿Ves, ves como no sabes nada?Fran se tragó las ganas de pegar una bofetada a su hermano pero por dentro sentía que le hervía
la sangre. Parecía que le estuviese tomando el pelo un niño pesado. Lo peor, es que no era sólo
con la historia. Juan se comportaba así con los cómics, con la comida, la informática... Y era un
mecanismo que se retroalimentaba porque se decía a sí mismo que su hermano era un ignorante
en todos los aspectos. Pero decidió contraatacar.-Oye y tú, ¿qué sabes de Jodorowsky?-Pues que básicamente bebe de...-¿Cómo que beber?¿Qué fuentes?Juan enrojeció de ira y dijo a su hermano:-¡No oses interrumpirme, Cabrón! Así, ¿cómo vamos a hacer que aprendas?Fran l dejó por imposible y se fue a oír el partido de fútbol de la radio.
-¿Ha terminado ya eso? -preguntó
Doña Marta Palacios a Fran-. Ya casi está el aceite.
-Pues sí, mamá -respondió nuestro
héroe-, pero tengo los ojos fatal.
-Es normal pelando cebollas, ¿lloras?
-Me lloran, pero me escuecen como si
me hubiesen echado 6 litros de gas lacrimógeno. ¿no se ha inventado
nada para esto? Siempre me asombra cuando veo a Arguiñano hacer esto
sonriente.
-La verdad es que no conozco nada para
eso, hijo. No sé qué hará Karlos.
Fran siempre estaba contento de ayudar
a su madre y de guisar, pero lo de la cebolla siempre le había
traído por la calle de la amargura. Sin embargo lo afrontaba, pues
para casi todas sus comidas favoritas era necesario trabajar esa
hortaliza. De modo que se esforzaba por hacerlo cuanto antes.
-En algunos momentos me pregunto si
vale la pena este trabajito.
-No tienes por qué ayudarme si no
quieres. Aún no soy tan mayor.
-Si me gusta, mamá. Ahiora dentro de
un rato tendré una visión distinta.
-La verdad es que es todo un
espectáculo -afirmaba Fran viéndolo por la ventana.
-Es como las películas de los
transformers, ¿verdad? -preguntaba su hermano Juan.
Al parecer, pensaban volver a edificar
en aquel solar. Cerca de casa de nuestros protagonistas había un
antiguo cuartel, que el ejército había dejado de usar hacía muchos
años. El emplazamiento estaba allí, abandonado desde entonces.
Ahora aquellas excavadoras echaban abajo los restos del cuartel,
seguramente para construir después algo en ese emplazamiento.
-Viendo esto, uno comprende la idea de
varios creadores de ficción de enormes robots peleándose en
ciudades.
-El Kaiju Eiga japonés, los
transformers, todo tiene aquí su origen.
-Y asusta pensar que venga un tipo con
eso y a ver quién le puede parar.
-Si hubiesen entrado al cuartel cuando
aún había soldados se hubiese podido liar una buena.
-Yo supongo que lo hubiesen parado sí
pero sí, hubiese sido algo memorable.