miércoles, 28 de octubre de 2015

Ya lo he tenido, que no vuelva.

- Migha que lo digue vejes -decía Fran con su nariz tapada-, que güidagdo gon los gambios de temberatuga, que no billaseis un gripagzo...
-Por hablar -respondió Doña Marta Palacios-. ¿Quieres ir al médico?
-Babá, ya se gue es un gatadho. Lo que ngesito es que se pase y bunto.
-Si quieres -añadió Juan-, tengo caramelos y pastillas para los síntomas.
-No, pero Kleenex y Respir sí necesitaría.

Como decía desde hace tiempo nuestro protagonista, frío no hacía, pero los cambios de temperatura eran muy dados a que la gente cogiese frío y se gripase. Nuestro protagonista lo estaba sufriendo.

-La vergndag es que se coguen más cadarros en esda época que en ninguna otra.
-Bueno, mamá y yo ya lo pasamos, solo quedabas tú.
-A ver si me habeis buegado vosodros esdo.
-¿Y qué culpa tenemos? Haberte cuidado más.
- Sí, bero cuando m abrigo dengo calor, guando no brío...
-Bueno, esta es una conversación en bucle, cuídate y a ver si se te pasa.
-Eso, este año ya he cogido mi catarro de invierno.

jueves, 22 de octubre de 2015

¡Oh, no! ¡Otra vez!

Volviendo de la piscina por la mañana, nuestro héroe no podía creerlo: allí estaban otra vez un montón de obreros con sus taladradoras levantando la calle. En esta ocasión eran de Gas Natural, pero aunque no sabía exactamente cuando habían venido no podía hacer más de tres meses que habían pasado el Ayuntamiento con el alcantarillado, el Canal de Isabel II con el suministro de agua... No pasaban más de quince días sin que viniese algún grupo de obras a levantar la calle. Bueno, por lo menos hoy es uno de los días que me levanto pronto, pensó. No me va a despertar el ruido de una taladradora. Pero cuando nuestro protagonista pretendió poner al día su trabajo y leerse manuales y escribir informes, tampoco podía concentrarse. Bajemos a hacer la compra, dijo. Pero al intentarlo resultaba que no podía pasar con con el carro por la zanja, y tuvo que dar un rodeo muy molesto solo para traer el pan y unas pocas vituallas para preparar la comida. Al volver vio a dos vecinas hablando del asunto:

-Bueno, dicen que en cinco días lo tendrán.

Y en dos lo volverán a levantar, pensó nuestro héroe. La verdad es que no sabía a quién podría dirigirle su queja, pues eran un montón de compañías y organismos los responsables, pero desde luego no era de recibo tener casi todo el tiempo un agujero en la calle y un ruido molesto para vivir por las mañanas. Y parecía por lo que había hablado que en otras calles madrileñas ocurría lo mismo. Había que plantarse.

Tarjetas y más tarjetas.

-Aquí tiene -dijo Fran mostrando en la piscina su abono.
-Me has dado la tarjeta de los transportes -dijo el celador-, busca la de la piscina.

Fran se ruborizó levemente, porque no era la primera vez que le pasaba. Le recordaba al chiste recurrente de los tebeos de Superlópez que leía cuando era crío, que Juan López, la personalidad secreta del héroe siempre pedía en el bar donde desayunaba “un billete para el Masnou de ida y vuelta”, y luego se equivocaba y pedía en el metro “un café con leche y un croissant”. Tanto el camarero del bar como el taquillero del metro ya le conocían y se lo pinían bien de primeras. El caso es que una vez le dio la tarjeta de la piscina, ya no se lo pudo quitar de la cabeza en todo el día. Más tarde en el metro lo tenía muy presente en su cabeza pero la tarjeta magnética no le daba paso a el suburbano. Miró y...¡En efecto!, había sacado la tarjeta de la piscina. Y bueno, esta vez era con las dos que más usaba. Pero llevaba en su cartera tarjetas de snidad, de bibliotecas, del cajero... De hecho hacía poco el cajero le había rechazado también la tarjeta de la piscina. Y no había manera de aclararse con ello. Aún pensaba en esto nuestro héroe, cuando Doña marta Palacios le preguntó qué quería de cena:

- Ten la tarjeta -dijo sin pensar.
-¿Cómo dices hijo?

Fran rompió a reir. Por fin había hecho el chiste de Superlópez completo. Ahora sólo faltaba decirle a un revisor de los que a veces hay en el metro “dos huevos fritos con arroz”.

jueves, 15 de octubre de 2015

Robocop, ya no es divertida.

-Bueno, otra película de las que marcaron los 80, Robocop -dijo Fran Gordal viendo que iban a pasarla por la televisión-. Paul Verhoeven es un director cojonudo, lástima que tenga querencia a meter detalles de mal gusto que no vienen al caso.
-Bueno, eso no lo dirás por esta película.
-No, esta trata el tema recurrente en los 80 de la usión de hombre y máquina, la deshumanización y la pérdida de valores. Pero es de las más divertidas de las que trataron ese tema, y además, por ejemplo en la televisión que ponen de ese mundo futuro degradado, tiene detalles muy graciosos.
La película, como es sabido, habla de una ciudad con muchos problemas y una corporación privada que pretende hacerse con el control de la misma. La empresa está ya firmando suculentos contratos con los funcionarios corruptos de la ciudad, y entre otros, ha conseguido el encargo para destruir la parte más conflictiva de la misma, y crear nuevos sistemas de vigilancia. Desarrollando uno de estos sistemas, convierten aun agente de policía fallecido en la ola de disturbios y delincuencia que sacude la ciudad, Alex J. Murphy, en un cyborg de gran eficacia para las labores policiales. Pero cuando este cyborg es puesto a trabajar en compañía de policías completamente humanos descubre que sus creadores, los dueños de dicha empresa son los que están causando buena parte de los problemas de la ciudad, y que solo recuperando su humanidad podrá enfrentarse a ellos, pues la programación de su parte mecánica incluye la obediencia ciega a la compañía.

-Lo más jodido -dijo Juan-, es que este mundo sórdido, degradado y apoclíptico que imaginaban en los 80, está cerca de hacerse realidad.
-Eso aún le añade valor, avisaba ya entonces de que podían venir empresarios sin escrúpulos a hacerse con el control de todo, que las fuerzas de orden solo protegerían los intereses de esos señores, y que la gente lo vería pero no reacccionaría.
-Además tuvo dos secuelas muy buenas, pero que no tuvieron tanto éxito. Frank Miller interviuno en la 3ª. Y series, y Spin-offs
-Y ahora han hecho un remake, en el año 2014, con Gary Oldman y Samuel L. Jackson entre otros. Pero lo jodido es que el mejor remake es nuestra actual vida real. Dengolpe me parece menos divertida.
Ficha de la película, aquí.

Bronca de invierno.

-Fran, ¿qué haces con el calentador? -gritó Juan desde la ducha.
-Yo ni toco el calentador.
-Pues me sale el agua helada y no hay manera de calentarla. ¿Estaba así esta mañana?
-Ni idea, yo siempre me ducho con agua fría.
-Bueno, pues yo no soy una foca del polo. Ve a ver que pasa.

Tras un examen sumario al calentador, Fran sólo sacó una cosa en claro: no se encendía. Obviamente, él no iba a desmontarlo para ver qué fallaba.

-Lo siento, Juan, te tendrás que duchar así.
-¡Cómo que me duche así! Hazlo tú, hijo de puta.
-Lo hago todas las mañanas, de hecho, el calentador sólo lo usáis mamá y tú, y yo creo que es un gasto que perfectamente podríamos ahorrar.
-Que te estés poniendo gordo como una puta foca no quiere decir que te comportes como tal. Y menos que nos obligues a los demás.
-¿Que yo te obligo? No te duches si no quieres.

Cuando llegó Doña Marta Palacios, los dos hermanos la informaron del problema con el calentador.

-Sí, ya lo sé, tendrán que venir a arreglarlo. Pero tú, Fran, me asombras. ¿Dices que no te duchas con agua caliente para ahorrar gas y dinero?
-Es mejor para el medio ambiente y más barato.
-Fran, en eso no ahorres. Eso es un uso legítimo de los recursos.
-¡Y además nos jode a todos los demás con sus manías! -añadió Juan.
-Juan, yo no he tenido nada que ver con la avería del calentador.
-El caso es que no puedes ducharte con agua fría.
-Joder, a ver si el único que no usa el calentador es el que lo ha roto.
-Pero ni te has dado cuenta de que estaba roto.
-¡Poque no lo uso, pero no os he obligado, ni tengo que ver con su avería!
-Míralo, solo le falta para ser una foca que se le hunda la picha. Igual por eso lo hace, para que con el agua fría le encoja. Casi haríamos más entrenándole y dándole un balón -dijo Juan.
-Esta bronca podría ser un chiste de verano si no hubiese llegado ya el invierno.

martes, 13 de octubre de 2015

La economía del trabajador.

-¿Pues qué hacemos ahora? -dijo Fran-. Ahí no está la tarjeta.
-Bueno, para una vez que tú tienes algo de pasta, no te vas a morir por usarla le respondió Juan.
-Pero tú sabes que odié ese trabajo, que las pasé putas para ganarlo. No quiero gastarlo en esto.
-Bueno, Fran, aquí el dinero que traigamos es de todos.
-Sí, sobre todo el que traemos mamá y yo.

Fran debió rendirse a la evidencia, el dinero no era solo para sus caprichitos. Precisamente ser capaz de ganarlo implicaba que uno ya no era un crío que pudiese gastarlo a su antojo. De modo que sacó 20 euros de su cuenta y trajo ingredientes para elaborar una pasta. A la carbonara estaba muy buena, y ambos hermanos lo disfrutaron. Pero no dejaron el tema de la economía familiar.

-Me ha parecido muy cruel que digas que el dinero que traéis mamá y tú. Tú sabes que me esfuerzo.
-Depende de a lo que llames esforzarse. Tú escribes lo que te mola y de vez en cuando te echan pasta. Yo estuve casi un mes yendo casi todos los días a una tarea que obraba para ganar una mierda, que no puedo ahora gastar a mi gusto. Hay muchas cosas que me compraría antes que los macarrones.
-Pues todo lo que yo ganara sería para mamá y para ti sin duda.

Más tarde llegó Doña Marta Palacios, y se disculpó por su fallo de la mañana. Había dicho que les dejaría la tarjeta bancaria y se la había llevado.

-Te devolveré lo tuyo, hijo.
-No, no pasa nada mamá- Ahora vamos a salir Juan y yo, y supongo que tomaremos un doble.
-Ya, para eso no te importa gastarte tu pasta ¿verdad?

Fran se dio cuenta de lo jodido que era cuando lo que es justo molesta a uno. Sí, su dinero debía servir para toda la casa, pero él lo quería para otros fines. La economía de los adultos era molesta y encima había que pasar para ganar cada euro lo indecible. Pero algún trabajo habría que le gustase hacer. Era cuestión de encontrarlo.

viernes, 2 de octubre de 2015

40 años de un duelo entre colosos.

  "Me dijeron que estabas acabado Joe."

(Provocación de Ali a Frazier al principio del décimo asalto) 

"Te dijeron mal, chico guapo."

(Respuesta de Frazier)



-Joder, parece increíble que solo haga cuarenta años. Ya parece una epopeya de la humanidad -dijo Juan Gordal
-Ya nadie lo puede borrar, Juan -respondió nuestro héroe-Ya se lo dijo Eddie Futch, el ntrenador de Frazier a su pupilo al retirarlo: 

“Se ha acabado chico, nadie olvidará lo que has hecho hoy aquí.”

De la rivalidad entre Ali y Frazier hemos hablado largamente en este blog: la coincidencia en momento y peso de dos superclases, la historia de la negativa a ser alistado para Vietnam de Ali, la enemistad entre ambos al no perdonarle Frazier a Ali que se burlara de él después de interceder ante el mismísimo presidente Nixon para que le fuera levantada la sanción que le impedía boxear a causa de aquello... Además, dos boxeadores con un estilo muy característico ambos pero netamente diferente: Ali moviéndose, Frazier presionando en corta distancia pero no exento de técnica. Pero sí, hacía 40 años que llegó a su culmen esta rivalidad. En Manila, después del increíble espectáculo de Ali ante Foreman, y después de dos peleas con una victoria para cada uno, llegaba la hora de dirimir para siempre quién era el mejor.

-Es que parece mentira que Frazier se recuperase para este combate -dijo Juan
-Ya, le daban por acabado. Es difícil de decir si Ali le subestimó, como se dijo, o simplemente los problemas matrimoniales que tuvo le distrajeron, pero el caso es que no preparó bien la pelea, y Frazier sí.
-Pero es que la preparación también cuenta en el combate.
-Ali gano con mucha suerte, cuando Frazier abandonó él estaba a punto de hacerlo.
-Y el “parte de guerra” fue brutal: costillas y mandíbulas rotas, hinchazones, manos al límite... Ali estaba diciéndole a Angelo Dundee, su entrenador, que cortase los guantes, que se iba a casa. No aguntaba más su dolor de manos.
-Y en cambio Frazier quería seguir cuando Eddie Futch, que preparó a cuatro de los cinco púgiles que pudieron con Ali, le decía que no le veía en condiciones y que le retiraría del combate. El decía: 
“Quiero este asalto, Jefe.” 

Y solo le quedaba uno, igual hubiese aguantado.
-Ya lo decía Ali: 

“En este combate me sentí cerca de la muerte. Pero Joe Frazier saca siempre lo mejor de mí. Dios bendiga a Joe Frazier.”

Mal que le pesara a Frazier, este narrador opina que Futch tenía en aquel momento la razón, pero el combate había sido una demostración increíble de ambos, con fases de dominio alterno, con ambos al límite. Si Frazier hubiese aguantado un minuto más, como vimos, era Ali el que hubiese podido abandonar, pero todo eso ya está en el terreno de la especulación. Lo cierto es que uno de los más grandes combates de siempre sigue asombrándonos desde hace 40 años. Disfrútenlo en este vídeo.


 Record de Muhammad Ali, aquí.
 Record de "Smoking" Joe Frazier, aquí.