miércoles, 27 de octubre de 2021

La serie que he visto sin verla

 


Nuestro héroe no había visto aún aquella serie. Había sido un auténtico fenómeno que
alcanzaba todos los rincones del planeta donde vivía nuestro protagonista. Por lo visto
la trama giraba en torno a varias víctimas del sistema económico que se había extendido
por dicho mundo, que acudían como su última oportunidad de rehacer sus vidas a un
concurso de pruebas a vida o muerte inspiradas en juegos infantiles. Era el último
bombazo de un país que estaba exportando su cultura por el resto de naciones,
singularmente su música, que fascinaba a los adolescentes y jóvenes de aquel planeta,
hasta el punto de que, según había oído Fran, muchos de ellos estaban aprendiendo el
idioma de dicho país, que era muy específico y local, para poder entender las letras.
En las tiendas empezaba a amontonarse el merchadising de la serie en cuestión despertando
en nuestro hombre una curiosa sensación:

Otra vez esa escena del robot que dispara al que se mueve. No he visto ni un capítulo y
 tengo la sensación de que me sé entera El Juego del Calamar —comentó nuestro protagonista.
Bueno, también te conoces escenas como la de la rata de V y nunca has visto la serie —le comentó 
Juan GordalEso es una escena y da la casualidad de que sí he visto el capítulo. Aquí me conozco los trajes,
 resultones y con capucha como se hace en las series de ahora, me conozco las pruebas, la mecánica...Pues ya sabes, ahora es fácil remediar eso. Te lo buscas un día y te la ves.No sé si el efecto que hace saber casi todo de antemano de una serie me motiva a verlo o al revés,
 pero sí, lo buscaré.Desde luego tienes muy abandonado el tema de series, Fran. Y lo peor es que ni siquiera es porque ahora haga cosas más interesantes. Sí, tendré que verla.Es la mejor serie de la historia de este mes, como dicen por ahí.
 

martes, 26 de octubre de 2021

Idiomas postpandémicos

 


A ver, repite que no te he entendido un carajo ⸺dijo Juan Gordal a nuestro protagonista.

Últimamente casi siempre ocurría eso.
Nuestro personaje tenía la percepción
çde que la costumbre de
andar siempre enmascarado le había
hecho adquirir el reflejo de mantener en

cierta posición su mandíbula inferior para no desplazar la mascarilla. Eso unido al hecho de

llevar de por sí la boca tapada había desembocado en que cuando hablaba no se le entendía bien.

No es que no se te entienda, es que ni vocalizas ⸺le explicaba Juan.
Sí, pero yo veo que la gente también se comunica con más dificultades entre sí desde la pandemia.

Aunque lo que le decía su hermano era algo que ya preocupaba de antes a Fran, que le llamaran la
atención de aquella manera le mantuvo el resto de aquel día pendiente de los esfuerzos que hacía
para mantenerse la mascarilla en su sitio, que seguía llevando, de esa sensación como de agujetas en
su mandíbula. Y cómo a pesar de todo, aquella mascarilla, que ya tenía algunos meses de uso se
caía y le dejaba la cara descubierta de modos muy extraños. Comprobó lo que llevaba en los
bolsillos y viendo que tenía algo de dinero tomó una decisión. Entró en uno de los numerosos
comercios que ahora anunciaban aquellos enseres y compró un nuevo cubrebocas.

Son 5 ulo ⸺dijo el dependiente, aparentemente un recién llegado de algún país de Asia.

Fran se sacó del bolsillo un billete de diez euros y lo entregó. El vendedor le dio su cambio y
Fran comprobó que le había dado dos monedas de más. Se las devolvió.

Gracias, yo no entiende bien ni cuenta ⸺dijo el asiático riendo.Que no nos entiendan últimamente es muy común ⸺respondió nuestro protagonista. 

domingo, 24 de octubre de 2021

Distancia social

 


Venga, tío, avanza un poquito, que parece que te de miedo el de alante ⸺dijo a nuestro
protagonista aquel tipo que iba tras él en las escaleras mecánicas.
Hay que dejar un espacio, recuerde.
¿Tú no has oído que esto ya se ha pasado? Mira a ver si alguien sigue guardando esa distancia.

Lo cierto es que aquel individuo tenía razón

y Fran observó que en transportes públicos,

centros comerciales, etc la gente daba por superada la pandemia y volvía a apelotonarse. Al salir del
confinamiento, durante semanas, las autoridades sanitarias habían dado instrucciones de evitar
aglomeraciones y, en concreto, en las escaleras mecánicas, se recomendaba dejar cuatro escalones y
espacio libre entre los usuarios. Esa recomendación había costado cumplirla en los días más
ajetreados, pero los ciudadanos del país de nuestro protagonista, ejemplares en su comportamiento,
salvo algunas excepciones, se habían esforzado por llevarla a cabo. Ahora, esta era una muestra más
de que al menos en las mentes de los ciudadanos la plaga se daba por superada. Poco después nuestro
protagonista se encaminó hacia el metro, y allí sí que había la concentración normal que uno esperaría
en el suburbano. En las escaleras mecánicas nuestro héroe volvió a dejarse llevar por aquel reflejo
adquirido, pero observó que incluso en los escalones que había dejado libres ya empezaba la gente a
apelotonarse, incluso a empujones. Dos usuarios incluso tuvieron una pequeña riña por ello.
Posteriormente en el transporte, nuestro protagonista oyó la conversación de dos pasajeros:


Lo que no nos quitan es la mascarilla, eso está ya para quedarse.
Así de apelotonados no sé yo si sirve de mucho.

Parecía que nuestro protagonista no era el único que añoraba un poco la distancia social. Aunque
en aquellos momentos no era por el contagio, sino por la incomodidad y el peligro de las grandes
concentraciones.


sábado, 16 de octubre de 2021

Buscavidas

 


En cierto modo son fábulas morales, pero muy pegadas a la realidad —dijo Fran tras leer Buscavidas,
una curiosa joya del cómic latinamericano.
Yo la veo muy del tipo de los latinoamericanos con esa imagen suya, cuasi barroca, de imágenes e
ideas llamativas, casi histriónicas, pero que tienen mucho de realidad —le respondió Juan Gordal.


Buscavidas era una idea de un gran guionista argentino, Carlos Trillo, ilustrados por Alberto Breccia
con ese contraste de blanco y negro tan contundente que hizo famoso al dibujante uruguayo. En el
cómic un personaje que actúa a modo de observador, el Buscavidas del título, se dedica exactamente
a eso, a indagar por los bares y locales de los suburbios de una ciudad indeterminada buscando a
gente con historias y vivencias que contar. Lo impactante es que todas ellas son historias impactantes,
que causan sorpresa y asombro, pero tremendamente pegadas a la realidad. El dibujo de Breccia,
además, encaja perfectamente en ellas reforzando la sensación de cercanía y contundencia que en
ellas se buscaba.


Me recuerda en cierto modo al realismo mágico, pero de mágico tiene muy poco —comentaba Fran.
Y usa recursos muy buenos, como cuando se encuentra el Buscavidas alternativamente a una
profesora de un internado y a un niño escapado del mismo, y lo que parecen dos historias sin 
ninguna gracia se complementan formando una sola muy buena —replicó JuanLuego los personajes y ambientes que usa, de maleantes, de policías corruptos...Hasta un ex dictador derrocado que resulta que ha salido ganando con su derrocamiento.Bueno, aparte de Jodorowsky me parece de lo mejor que he visto en cómic latinoamericano.Es que estos dos son también unas de sus cimas —sentenció Juan. 
Ficha del cómic, aquí.

Sic transit pandemia mundi.

 


Nuestro protagonista entró aquel día en el supermercado buscando uno de los enseres que la
pandemia había hecho más necesarios: el gel hidroalcohólico para las manos. Hacía solo unas
semanas este artículo ocupaba un enorme estante en todos los supermercados. Ahora costaba
encontrarlo. La pared que hasta hace poco estaba llena de frasquitos de este producto era
ahora un depósito de artículos de higiene de todo tipo, pero de los que siempre habían
estado ahí. Al no encontra lo que buscaba nuestro protagonista preguntó a un reponedor
del super:


Están ahí, tras aquella columna —dijo el empleado.¿Sólo queda eso? Es un espacio ridículo.Ya no lo piden como antes.

 Mientras se dirigía hacia la columna, nuestro protagonista pensaba en cómo iban cambiando las 
cosas, preguntándose si realmente por fin la epidemia que habían padecido estaba controlada o
 simplemente respondía todo al comportamiento del público en general. Cuando llegó a aquella
 especie de mesilla de noche con una serie de productos de higine pandémica como guantes, geles, 
mascarillas, etc todos entremezclados pensó en si era lógico esconder unos productos tan necesarios
 cuando aún no se había superado del todo el mal que sometió a su mundo durante más de un año.
 Entonces detrás de él llegó una mujer de mediana edad y tras buscar en la mesilla preguntó:

¿Dónde está el dentífrico? Antes estaba aquí.Donde estaba antes de la pandemia, señora —respondió el mismo reponedor al que Fran había 
preguntado unos minutos antes.
De pronto nuestro protagonista cayó en que durante casi más de un año, los enseres específicamente
pandémicos habían ocupado el lugar de productos necesarios en cualquier circunstancia. Ahora 
cambiaban las tornas. Era una buena señal, indicaba que la plaga iba desapareciendo. Pero al parecer
 siempre costaba encontrar algún producto necesario en el super. Ahora sería el más específico. Ya lo
decían los medievales: Sic transit gloria mundi. 


viernes, 8 de octubre de 2021

Pero entonces, ¿hay que protegerse o no?

 

 

¿Qué te debo? —preguntó
nuestro protagonista tras
 consumir aquel  tercio.Dos cincuenta —respondió
 el camarero.

 Fran había tenido en aquel bar
 la sensación extraña de los 
últimos tiempos pandémicos.
 Por un lado se habían levantado
 todas las restricciones y Fran 
se había tomado aquel refrigerio
 apoyado en la barra, pero por otro
 lado el camarero y varios clientes estaban dentro llevando la preceptiva mascarilla, sin atreverse 
a deshacerse de las últimas precauciones contra el virus que atenazaba el mundo de nuestro
 protagonista. Esa  misma sensación la tuvo en el metro donde todo el mundo se apelmazaba ya
 sin miedo, quitándose las mascarillas, salvo algunos pasajero irreductibles que incluso hacían
 ostensibles esfuerzos por separarse del resto del vagón. Al llegar a casa Doña Marta Palacios le
 comentó ota de las particularidades de aquel momento:
Ayhijoquemehallamadomihermanaymehaechadolabroncaporquedicequenodeberíamosiralcine
quenosestamosexponiendoqueestotodavíanosehapasadoyqueahoraquierequeveamosenlateleuna
películafeancesaqueellaconoce...No hay quien entienda a tu hermana. En lo más jodido de la pandemia queriendo salir y pasearse
 y ahora tomando precauciones que ya casi nadie toma.
 Poco después Doña Marta se metió en la cocina y oía de fondo la radio, que daba también noticias
 contradictorias, por un lado la bajada de la incidencia de la pandemia, pero por otro una cierta 
alarma de que la gente diera el mal por superado y, por ejemplo, hubiera grandes botellones en los 
parques o las afueras de las ciudades del país. 
Al final, cada uno toma las precauciones que le salen del forro de los calzones —dijo Fran—. Era
 así en la pandemia, pues más aún ahora que nos confunden a todos con sus contradicciones. 



¿Vuelta al cine?

 


La pandemia que afligía

el mundo de nuestro

protagonista estaba

empezando a declinar,

al menos en las

regiones del planeta

con más riqueza y medio. Como prueba de ello podía darse el hecho de la reapertura

de los cines donde Doña Marta Palacios y Fran volvían. Lo cierto es que ya habían

ido en verano, pero aún estaban las restricciones muy presentes, y por ejemplo había

asientos vacíos para garantizar que el público no se concentrara en demasiado poco

espacio y unas disposiciones muy estrictas para el tema de las bebidas y palomitas que

solían acompañar las proyecciones. En aquella segunda ocasión, por lo visto, ya podía

llenarse la sala al completo. Pero nuestro protagonista no vio una cola especialmente

grande al entrar. También Doña Marta Palacios le comentó al respecto al sentarse:


Ayhijopuesesunalaegríasentarseperoyocreíaqiuesinrestriccionesestoibaaestarmásllenoseven muchosasientosvacíosyparecequelagentenoestabatampocohaciendocolaestamostúyyoconotraspocas perosonasyoesperabamuchomás...Yo también, mamá. No sé es que la gente ha perdido la costumbre o que si el cine ya no atrae gente.

No quería nuestro protagonista pensar en un mundo sin salas de cine. Pero si la gente antes del
paréntesis de la pandemia ya estaba acostumbrándose a ver todo en streaming y moverse poco de
casa, tras el cierre obligatorio la tendencia se había acentuado. ¿Sería posible que el público
volviera a las salas tras haber pasado entre mese y años encerrados en casa entreteniéndose en casa
a base de audiovisuales por las nuevas plataformas? Intentó alejar aquellas reflexiones de su mente
y disfrutar de la película, la última producción de un genio al que Fran admiraba profundamente.
Pero también la proyección le dio la impresión de que las cosas habían cambiado. Su ídolo parecía
no ser capaz ya de rodar el tipo de películas que nuestro héroe había disfrutado tanto. Por otro lado
el guion no estaba bien resuelto. Y este tipo de sensaciones, que son relativemente normales al buscar
nuevas películas que ver se aceptaban mejor si uno estaba en su casa que si había pagado entrada.
Parecía difícil que los habitantes del planeta de nuestro protagonista volvieran al cine en esas
condiciones. Pero él formaba parte del grupo de irreductibles que seguirían acudiendo a las salas
pasara lo que pasara.