viernes, 24 de enero de 2020

La Comunidad.


—Bueno, después de ver esta película, la compañía de los vecinos que tienes no te parece tan mala, ¿verdad, Fran?
Mira que puede uno tener los monstruos más terroríficos en la misma puerta de su casa. El día que pillemos una lotería o quiniela mejor que nadie se entere.

La Comunidad, una genial película de Álex de la Iglesia no suficientemente valorada, se situaba en el Madrid del cambio de siglo XX al XXI. En ella una agente inmobiliaria descubría un tesoro oculto por un anciano fallecido hace poco en una de las casas que promocionaba, y una conspiración del resto de los vecinos para hacerse con esa suma. La cotidianidad más anodina de una casa de vecinos pasaba a convertirse en un trhiller de pesadilla en manos de Álex de la Iglesia, con situaciones delirantes y detalles gore y de acción difíciles de describir. Uno llega a perder la cuenta de los recovecos que se recorren en esa casa, la de situaciones de peligro en ambientes tan comunes como ascensores y azoteas, y la de monstruos, aunque muy humanos que llegan a parecer. Todo ello, además, increíblemente cercano y cotidiano.

La fiesta esa de vecinos en uno de los pisos es una de las cosas más siniestras que he visto jamás dijo Juan.
Y la paliza que le pega el personaje de Emilio Gutierrez Caba a la protagonista, y mira que el tío parece anodino y normalito.
Menudo actorazo, cuando se pone a recrear los delirios casi febriles del zumbado ese está genial.
Pero ¿tú crees que en cualquier comunidad de vecinos hay gente como esa?
Yo recuerdo que hasta hubo un presidente de una comunidad de vecinos que escribió a El País indignado porque según él tenía su casa de vecinos en una armonía muy buena.
Sí, la gente tan vulgar que su felicidad depende de cosas así se puede convertir en monstruos.

En cualquier caso , esta película es una muestra genial del talento de su director, un director con una visión personal y particular de las más ricas que nos puede ofrecer el cine de nuestro país. Aunque El Día de la Bestia es más emblemática, La Comunidad es una obra que no deben dejar de ver.


Ficha de la película, aquí

jueves, 23 de enero de 2020

Un gesto de gafotas.


Hacía mucho que no te ponías las lentillas, Fran dijo Juan Gordal a nuestro protagonista. ¿Qué ha pasado hoy?
Nada, que he tenido que ir a una entrevista de trabajo, y tenía que ir lo mejor posible.
Pero ahora ya has acabado, te las podrías haber quitado.
Ni cuenta me doy. No creo que me afecte mucho.
No, claro, si tienes bien graduada la vista...

De modo que los dos hermanos desarrollaron su tarde normalmente, con una caminata por varios puntos de la ciudad.Juan gordal se fijó en un tipo de locales y establecimientos que crecían abundantemente en aquella calle:

Cuántas iglesias y sitios cristianos. ¿tanta devoción hay?
Bueno, si te fijas son iglesias evangélicas. Han empezado a llegar de Hispanoamérica, no tenían muchos lugares de culto y cada vez hay más. ¿Ves que las cruces no son exactamente como las que vemos nosotros habitualmente?
Sí, tienes razón, no lo había visto. Ya veo que las lentillas no te afectan para eso.
En absoluto. Con ellas veo de maravilla. No me afectan.

Pero nuestro protagonista quiso remarcar esta afirmación con un gesto de rotundidad que le solía aparecer cuando estaba muy seguro de lo que decía y se llevó el dedo al entrecejo haciendo el gesto de colocarse las gafas... ¡que en aquel momento no llevaba! Se dio inconscientemente un topetazo con el dedo en la frente y recordó el accidente de Doña Marta Palacios con el palo de una escoba.

Pues ahora casi me saco el ojo por olvidar la tontería de las gafas dijo nuestro protagonista.
Hombre, ya echaba yo de menos algún accidente de ese tipo afirmó Juan . Aunque no te des cuenta siempre te altera que te saquen de una costumbre arraigada que tengas.
Tampoco hay que exagerar. He hecho un gesto que no se correspondía. He visto bien, no me han escocido los ojos...
Y uno de ellos casi no te escuece nunca más porque por poco no te lo sacas.


miércoles, 22 de enero de 2020

Raphael y la comida.


FranyJuanaversi
venísquelacomida
sevaaquedarhelada
yyasoncasilastresy
aquínohaymaneras
decomermiraque
haestadotodoasu
horanosotrosvamos
acomertardeymira
queoslohedichoy
habéistenidobienpuestoslosplatosytodo...
Mamá, si te hemos estado esperando media hora, ya tenemos todo y no venías, claro, hemos ido al ordenador, a leer... respodió nuestro protagonista
Buenoelcasoesquelacomidaestáaquíyohevenidoytenemosquecomeryaqueparecequenotengáis
ganasdespuésdetodoloquyehasdichoydequehabéishechobienlascosasquetenemosquesentarnosyaala
mesayvoyabendecir...

Esta escena era habitual a la hora de comer en la casa de los Gordal Palacios. Doña Marta solía ponerse nerviosa y descoordinar la comida de toda la familia. Primero cuando Juan y Fran conseguían preparar y servir la mesa, solía irse a hacer tareas. Luego, se sentaba ella y se ponía nerviosa. Pero al rito de bendecir nunca faltaba la matriarca de la familia:

Bendiga Dios los alimentos que vamos a tomar, que se los de a quien no tenga de qué alimentarse, que lleva a papá al cielo, que nos ayude a cuidar la naturaleza...¡Ehunmomento! Noheacabadodebendecirnoempecéisqueaquíhayqueestaraloqueestamosynuncarespetáislabendición
contodoloquenoshandado...
Bueno, mamá, acaba que tengo muchas ganas de empezar dijo Juan Gordal mientras tragaba un mísero pedazo de pan.
Que bendiga Dios los alimentos que vamos a tomar, que se lo de aquien no tenga de qué alimentarse, que lleve al cielo a papá y a todos los que ya no están aquí, que nos ayude a cuidar la naturaleza y los enfermos, amén.
¡Pues a comer! dijo Fran.
Ahorasíuqesepuedecomerqueyahemosacabadoqueganastengoy... ¡Ay, ay! Queponenenlatele
aRaphaelqueesúnicomiradloyocadavezqueloveomequedoanonadadaytendríaisquehaberlovistoenel
DoctorJeckyllyMrHyde....

Doña Marta se quedó diez minutos escuchando a su ídolo musical, mientras los dos hermanos comían sus raciones. Al acabr ellos Doña Marta no había empezado. Y otra vez volvieron a discutir:

Y ahora dirás que no nos podemos mover porque no has comido.
PerohijoscomovaacomerunasiestáRaphaelenlatelequeparecequenomeconocéisnuncamehacéis
casoynomedejáisvernadaesúnicoyonopuedodejardeverlecadavezquesaleesquetieneunavozincreíble
ymiratodosesosademanesylobienquelequedan...
De acuerdo, tú ves a Raphael y Juan y yo te vemos comer Cada uno tiene su espectáculo.
Peroesquevosotrosparecequenuncamiráisnadayquenadaosimportayoencambioaúndisfrutodelas
cosasquemegustanquepareceqwuenoloentendáisyomeparoaverlascosasyvosotrossoloestáisaversi
coméis...
Come, mamá.



miércoles, 15 de enero de 2020

No quieren vender.


Bueno, se te ve ansioso, pero al fin vas a tener tu tebeo 
dijo nuestro protagonista a Juan Gordal.
Estoy deseándolo, que anda que no me lo han puesto difícil. He tenido que llamar, y me dijeron que solo podían citarme por internet, luego que había que fijar una fecha de entrega, luego que tengo que preguntar específicamente por un empleado en esta tienda...

El mayor de los dos hermanos había empezado hacía poco a interesarse por el mercado de los tebeos en internet, Aquí había conseguido algunos comics apetecibles, como Los Desesperados por Mezzo y Pirus o Coutoo de Andreas. Pero este último, Cromwell Stone, también de Andreas,la había dado más quebraderos de cabeza de los que le hubiera gustado. Ahora, localizado en aquella pequeña tienda cercana al Rastro, parecía a punto de hacerse por fin con él. Juan entró en la tienda:

Buenas tardes, encargué un cómic que me habéis dicho por correo que ya teníais dijo Juan al entrar en la tienda.
Pero eso lo lleva Javi, te lo dijimos claramente. Y ahora mismo está de baja Le respondió la mujer de mediana edad delgaducha y con gafas que había en la tienda.
Pero bueno, me habíais dicho que lo teníais en el almacén. ¿Ni siquiera puedes mirármerlo?
Ya sabes quien lleva eso. Si no está, no está.
¿Me vas a hacer volver y a hacerme esto más incómodo?
Bueno, incómodo para ti, no para nosotros.

Nuestro protagonista observaba la escena en silencio y al oír esto dejó escapar una leve risa. Juan Gordal salió de la tienda cabreadísimo.

¡Yo esto no lo entiendo! ¿cómo puede una tía decir así claro que a ella le es más cómodo?
Se diría que no te lo quiere vender.
¡Pues se lo pediré a otro por internet!

Juan, al llegar a casa se puso a buscar y creyó encontrar su objetivo cerca de Vallecas. De modo que intento negociar el precio, pero no logró bajar ni un céntimo del mismo. Sin embargo, lo que más le molestó es que el usuario que la vendía no accedió a cambiar el lugar de la entrega ni a desplazarse tres estaciones de metro.

¡Se ha vuelto gilipollas todo el mundo! gritó Juan ¿Para qué pondrán anuncios si no quieren vender?
Será para tomarte el pelo, Juan respondió nuestro protagonista.


lunes, 6 de enero de 2020

Entre botas y hostias.


Aquel día estaba nuestro protagonista feliz. Andaba por la calle como en uno de esos videos musicales tipo Salta de Tequila, o Happy de Pharrel Williams en los que un personaje va caminando por la calle visiblemente contento. No sabía a qué se debía, pero se sentía tremendamente a gusto. Además le parecía ir a mayor velocidad de la que era habitual. Miraba las tiendas, continuaba, pensaba feliz en sus cosas... Era algo sorprendente. Solo al llegar a casa y quitarse las nuevas botas que había recibido en Reyes se dio cuenta: todo era la diferencia de unas botas con las que andaba ny unas que ya no servían. Al sacarlas y no irse tras sus pies el recubrimiento aislante de las botas recordó que toda la mañana no había tenido que atárselas para pasar un solo cruce. Podía pararse a mirar lo que quería sin pensar en sus pies.

Joder, es un cambio que hay que experimentarlo musitó.
Es que los pies nos sustentan, cualquier cosa con los zapatos es muy molesta le respondió Juan Gordal.
Pues será, pero hoy, yo que soy bien adulto he entendido esa frase de como un niño conzapatos nuevos.
Parece que te hubieras comprado un tebeo nuevo muy buscado.
Hasta me apetece ponerme a hacer ejercicios.
Hoy no toca.
Bueno, pues voy a barrer.

Nuestro protagonista limpió toda la casa, fregó los platos, ordenó las estanterías... Cuando le llamó su hermano para traer unas compras tenía ganas de volver a la calle, y ayudó a escoger toda la comida otros enseres.

Pareces mamá cuando vuelve de una misa. A ver si esas botas van a estar dopadas.
No, es que estoy muy cómodo y muy bien. Por cierto, ya que hablas de mamá, creo que se ha ido a un acto de esos a los que va ella con el cura de la parroquia a favor de la cultura cristiana o no se qué.
O sea, que el uno con las zapatillas y la otra con las hostias hoy me vais a tener fino.



Vuelta a la rutina.


Bueno, pensó nuestro protagonista. Las fiestas habían pasado, era hora de recuperar cuanto antes antes la velocidad de vida normal y de ponerse a dieta, reemprender la búsqueda de un trabajo estable, y volver a entrenar. Aquella mañana estaba decidido a desayunar fruta, beber agua solo todo el día y... ¡Un momento! ¿qué era aquello que había en la nevera? Un trozo de turrón. Arrevenido quizás, pero no podía dejarse en la balda del frigo. Nuestro héroe se lo metió entre pecho y espalda, y siguió con su plan, pero ya llevaba aquel día un losa sobre su conciencia que se aumentaría horas más tarde.

Hijosquedaunpocodejamónenlaneveraquehabráqueteerminarseyquesodelqueoscomprasteisque
miraqueosdijequetrajeseiospocoqueyonocomoquehabíaqueconsumirlorápidoyquenoqueríaquese
quedaraahí...
Bueno, mamá, ponnos un poco dijeron a la vez Juan y Fran Gordal.

De modo que nuestro protagonista asumió que aquel día en cuanto a dieta no iba a avanzar, y pensó que al menos había retomado su plan de ejercicios con Juan Gordal. Pero al día siguiente, cuando fue a buscarlo se encontró que su hermano no estaba por la labor:

Si no es que no quiera, es que me han vuelto a dar las agujetas...
Juan, sabes cómo va esto. Si no entrenamos hoy, mañana será como volver a empezar.
Te prometo que retomamos, pero hoy tengo los gemelos echos mierda.

De modo que nuestro protagonista asumió que era mejor que aquel día se dedicara a su preparación intelectual y no física. Pero cuando dijo esto ya era la una, por lo que no estaba seguro de que aquel día sirviera para gran cosa. Pero se decidió, estudió hasta las dos y media las oposiciones.Faltaba poco, si aprobaba el año tendría un punto de partida mucho mejor, un año que ya no podía perder para ponerse al día en su vida. Pero en mitad le acosaba la pereza, le daba ansiedad por picotear, se cansaba antes de lo que solía... Decididamente arrancar iba a ser complicado. Y más con Doña Marta de por medio que al mediodía volvió a sorprenderle:

Ayhijosqueestoestabaenlasestanteríasdelqatiendaeranunospolvoronesycomohastaelañoquevieneno
volveráahaberquierotomarunospocosporqueyaseacabaysiempremedapenasalirdelasnavidadesnosoycapazdehacerlodeltirón...
Sí, me lo creo, es difícil aunque uno lo intente.

El mal regusto de las navidades de los Gordal Palacios.



Acabadas las navidades un año más llegaron los Reyes. Nuestro héroe recibió libros y unas botas, de las que estaba muy necesitado, Juan Gordal, en cambio, que había insistido mucho en que no quería ningún libro ni tebeo, que ya los tenía, se llevó un enorme disgusto con los forros polares que le trajo Doña Marta, y esta recibió un regalo que ambos hijos dieron con preocupación, ya que suponía poner al día varias décadas sus costumbres: un móvil con el Wassap y la lista de sus contactos. Pero se aliviaron viendo q ue respondió bien:

Peroestáissegurosdequeconestolesllegaloquemandoydequetodosrecibenmismensajesporqueyono
mefíodeestascvosasnoséporquénopuedollamaercomosiempreperoparecequesíquetodosmisamigosmeescribenquenosécómosabíanminúmero...
Porque yo me pasé el día de ayer escribiendo a la gente, mamá, para que aprendieras a usarlo.
AyayayysuenaconmúsicadeBeethovencomohabéisencontradoestoesunamonadaaversimelo
aprendorápidoperoquenomeescribanporqueaúnnosémanejarloynosésiaprenderénohayformadeusar
estobien...
No se compra así, mamá, lo preparamos dijo nuestro protagonista riendo. Pero las risas se le pasaron muy pronto veindo a su hermano. Juan Gordal, aunque sonreía cuando Doña Marta hablaba de su aparto, estaba visiblemente apagado.

Es que esto es peor que una bofetada en la cara. Mira que dije varias veces que la mierda de los forros polares era lo que NO quería. Pues nada.
Joder, Juan, lo siento. Pero podemos cambiarlos.
Hijoyolohiceconlamejor
delasintencionesysabesque
fuiaportuchaquetaavarios
sitiosperono
encontrénadayhecreído
quelobuenoparatieraesto
sientohabertefalladopero
mañanamismotevasylo
cambiasquenohayparatanto...
Sí, pero el caso es que nadie me hace jamás caso. Mira que soy claro.

Esta última exclamación de Juan hizo reír por lo bajo anuestro protagonista, que consideraba a su hermano una de las personbas de gusto más difícil que conocía, pero al mismo tiempo sentía un tremendo remordimiento de no ser capaz de acertar con él. No podía ser que cada cumpleaños, cada reyes, las quejas fueran las mismas. Sabía que nunca debía intentar sorprender a su hermano, sino traerle exactamente lo que quería, pero aun así fallaba. Y eso hacía que las navidades, aunque entrañables, siempre le dejaran un mal regusto.