lunes, 25 de septiembre de 2017

Lo que no debe hacerse con el arroz y la carne


-Pues estaban muy buenas estas judías verdes mamá -dijo Fran sobre el primer plato--. Y sabes que a mí es difícil que me guste la verdura.

-Puesdesuegundohabíaunosfiletesbuenísimosdecontraempanadosestarándeliciososyaloveréisaunque

noséporquénosalíahoybienelrebozado...



Esta afirmación en la perorata de Doña Marta Palacios alarmó a Juan y Fran, que ya se esperaban algún desastre en el mismo. Cuando aparecieron los filetes , nuestro protagonista hizo un esfuerzo por reprimir una exclamación de sorpresa y por decirle finamente a su madre el tremendo error que había cometido:



-Estooooo... Mamá... ¿Por qué los filetes están llenos de granos de arroz crudo?

-Andaeraesopuessevequeelpanrayadoestabaenunbotequnosevaciódeltododearrozy...

-¿Y no te diste cuenta cuando lo rebozabas?

-Yocreíaqueeranmiguitassonblancostienenlamismatexturaytamañoy...

-¡Me cago en la leche, aquí nunca hay forma de comer proteína! -gritó Juan.



Fran probó los filetes pensando que quizás se rebozado no estubiera tan malo una vez pasó por la sartén, pero...



-No, no hay por dónde cogerlo. El arróz está duro y da mal sabor

-Buenohijospuesbastaconquitarleselrebozadoyomelovoyacomeryloqueharéserátenermáscuidadocon

losbotes...

-¿Y los seres humanos qué comemos? -dijo Juan.
 

-Bueno, algo en contraremos. Pero mir que joder así el arroz y la carne...

Conociendo el nuevo hogar.


Y llegó el día de estrenar el campo. Nuestro protagonista observaba el espectáculo que el grandioso club al que seguía había montado. Una serie de pancartas mostrando todos los estadios que el Atlético de Madrid había habitado en su recorrido histórico, invitados ilustres, representación del ejército del aire al al que durante cierto tiempo representó el club, y una enorme bandera con el escudo en una de las esquinas. La grada rojiblanca desde luego ofrecía un aspecto impresionante, pero en el Pub donde seguía la ceremonia nuestro protagonista notó un efecto extraño:



-Aún me perece un campo extraño, estaba tan habituado al Calderón con sus dos esquinas abiertas y el sonido de ahí...

-Pero aquí la acústica es tremenda, mira cómo se les oye -observó Juan.



El partido inaugural comenzó, y el primer visitante del nuevo campo resultó ser el Málaga, que se presentaba como colista y que no había carburado en absoluto en las tres jornadas anteriores. Aun así logró cerrarse bien en el Nuevo Metropolitano, y aguantó toda la primera parte sin conceder más que dos o tres ocasiones.



-Tienen que tocar más, obligarles a moverse -dijo Juan-. Así atacando en grupo a esa muralla poco van a hacer.

-Yo creo que tampoco ellos están hechos a que esto es su casa.

-Vete a la mierda, esa gente ha jugado bien en campos de Turquía y me vas a decir que es por eso. El caso es que o espabilan o...



Juan no pudo acabar esa frase. Una gran jugada de Correa era rematada por Griezmann y se convertía en el primer gol del Atleti en su nueva casa.



-A partir de ahora todo será más sencillo.

-Hombre, este partido ya no se empata, pero espero que haya partidos mejores en este campò -dijo Juan.



Y dos Jornadas más tarde, ante un rival de cierta entidad, el Sevilla, el Atlético ofreció un buen espectáculo de seriedad y poderío ante todo el público. El entrenador, el jugador más aguerrido y corajudo que jamás había pisado un terreno de juego dijo:



-Este campo enamora, parece un circo romano

-Sin duda traerá mucha gloria -dijo nuestro protagonista desde el otro lado de la pantalla.

-A ti es que todo lo que diga el Cholo te parece grandioso -dijo Juan.

-Bueno, de momento ya ha conseguido una final de Champions, lo que no tuvo el Calderón en medio siglo este campo lo ha conseguido en una semana.

-Pues ver si el equipo responde.

-Responderá.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

¡Por favor, dadle una paliza!

-Bueno, a ver si hoy habéis sido capaces tu madre y tú de no joder la comida -dijo Juan Gordal sentándose a la mesa.
-Qué pesado eres, desde antes de sentarse a tomar verdurita y un filete dando la brasa con la comida.
-Porque siempre la jodéis. Anteayer, que hice yo la comida mira cómo no qumé nada, todo sabía bien...
-Bueno, no me jodas. A ver si uno va a poder cagarla poniendo unas acelgas y un filete a la plancha.

Juan hizo un extraño gesto de aceptación y cogió un filete. Después de meterse dos trozos en la boca fue torciendo el gesto. En un espacio como de quince segundo dijo:

-Yo esto no me lo voy comer. Está duro y huele a podrido.
-Mira, Juan, no me jodas, yo he visto esos filetes crudos y eran una carne roja con un corte cojonudo, de esa que da ganas de morderla en crudo.
-Pues cómetela tú, eso me va poner malo.


Entonces probó las acelgas. Torció aún m´s su gesto hasta ese punto que sólo Juan era capaz de llegar.

-No las has rehogado.
-¡Joder! Pero si has dicho miles de veces que quieres las verduras sin rehogar.
-Pero no las acelgas que pareces tonto.
-Me dan ganas de darte una de hostias...

En este momento Doña Marta entró por la puerta y los dos hermanos interrumpieron su riña. Doña Marta se quitó el abrigo se puso cómoda y tras ver la comida se sentó a la mesa. Parecía muy satisfecha:

-Ayhijosdagustoconvosotrosquébienhabéispreparadotododespuiésdetodalamañanaconlosniññosqué
bienentraelfilete...
-¡Otra igual! -dijo Juan-. Cuando enferméis por comer carne podrida no os pienso cuidar.
-Quépasahijoestoestábuenísimoandasiéntateuycomealgoqueveotuplatoentero...
-¡Ya he comido y no pienso probar eso!
-Mamá, pro favor tú que tienes legitimidad dale una bofetada, o mejor una paliza -dijo Fran.


Tratamiento constante.

-Ayhijoquéaliviocreíaquesemequedabaasílaespaldaperoyanomepicamuchasgraciaspordarmetúla
pomadaporqueyoallínollegabadeverdadquenosabsloquemolestabaycómomehabríasalidosoallíse
notaquelosmédicossaben...

Tres días llevaba Doña Marta Palacios desde que se le había curado el sarpullido de la espalda asombrada de su rapidez y facilidad de curación. Nuestro protagonista, que había ayudado, mejor dicho, había sido la mano ejecutora del tratamiento siempre respondía lo mismo:


-Pues claro, mamá. Si uno sigue lo que le dicen los profesionales, en este caso el dermatólogo, uno se cura antes.
-Puesyollevoañosconlasgrietasenlospiesypormásquememiraelpodólogonosemecierranysiempre
meprescribelomismoperosolofuncionaunosdíasyesoraloquemedabamiedocnlaespalda...
-Claro, porque eso no te l controlo yo que tengo que dártelo y te lo aplicas unos días y luego lo dejas. Si hubiésemos dejado la pomada de la espalda en cuanto dejó de picarte, ya verías cómo hubiese resurgido.
-Sitúlodiceshoymismoempiezoatratarmelasgrietasyestarétodoeltiempquemedijoelpodólogohastaque
semepasenporqueesmuymolestotúnosabeslasuertequetienes...
-Me parece bien, pero si dejas de dártelo a los tres días se te reabrirá.

Doña Marta mantuvo el tratamiento algo más de lo que Fran había supuesto, en torno a una semana, pero después abandonó. Las grietas se reprodujeron:

-Mamá, si el podólogo te dijo tres semanas, deberían ser tres semanas.
-Ayhijoperoesquecuestamuchoserconstanteestoesunrolloyencuantoaunodejademolestarleseolvidadel
tratamiento...
-Pues entonces ye acabarán llegando a las rodillas. Mira cómo y siempre he sido constnte con mis tratamientos.

Al poco de decir esto nuestro protagonista se volvió y encontró un paquete de pastas que la tí Maria Cristina había traído. Cogió una con confianza, se la llevó a la boca, y cuando luego vio un bote de Nocilla no resistió la tentación y se la untó en pan. Juan gordal le echó una bronca:

-Pero mira que eres canalla y gordo. ¿Y la dieta qué?

Fran, que sólo entonces recordó que se había puesto a régimen y no podía interrumpirlo sintió que se le caía la cara de vergünza. Había perdio toda legitimidad para echar broncas a Doña Marta. Acertó a decir casi tartamuedando:

-Lo...siento. Es verdad...Vaa ser... verdad que cuesta seguir... ¡Bueno, Juan, a partir de ahora vigilas tú que mamá y yo cumplamos.
-Ni que fuerais críos. Aprended a controlaros un poco. Mira cómo yo he dejado de …
También Juan se interrumpió al decir que habí.a dejado de fumar recordando el cigarrillo de la noche anterior.

-Está visto -sentenció nuestro protagonista-, que es más fácil vigilar los tratamientos de otro que seguirlos uno.

Deuda de Sangre: Eastwood no falla.

-Bueno, ¿digna del maestro o no? -preguntó Juan Gordal a nuestro protagonista.
-Digna de él sí, pero no diría que es la mejor. En todo caso Clint Eastwood se ha ido adaptando muy bien a sus propis posibilidades a lo largo de su carrera.
-Después de ser durante mucho tiempo uno de los duros más típicos de Holliwood aquí se convierte en otro tipo de policía ¿verdad?

Deuda de sangre era una película policiaca singular. Clint Eastwood interpreta en ella a un policía retirado a causa de un infarto al que sobrevivió por un transplante de corazón. Pero cuando se entera de que recibió el corazón de una víctima de asesinato vuelve a investigar para encontrar al asesino, tarea que siente como su deber después de contraer una deuda tan importante como su nuevo corazón. El caso se irá complicando hasta llegar a un final inesperado.

-Es un punto muy interesante el que ofrece, porque te pone una investigación con muchas motivaciones, a un ritmo algo más lento de lo que se suele ver en el cine... -dijo nuestro protagonista
-Y Clint Eastwood siempre parece el tío más firme, seguro e implacable que te puedas echar a la cara.
-Y la intriga está muy bien llevada. Repito, Clint Eastwood las tiene mejores pero esta es digna de ser vista.
-Es que puede hacer mejor o peor, pero no falla, Clint.


Ficha de la película, aquí.

lunes, 4 de septiembre de 2017

La espina de zarza

Diez dio una especie de tropezón en la calle. Juan y Fran Gordal se aseguraron de qu no hubiera sufrido ningún daño, pero seguía andando como si cojease de una pata.

-¡A ver si va a tener que ir a la veterinaria...! -dijo Juan.
-No, déjame que lo examine.

Nuestro protagonista levantó al perro y le miró la pata de la cuál cojeaba. Nada. Pero curiosamente fue en la del otro lado donde le encontró una especia de nudo de rama de zarza que debía hacerle daño al caminar.

-Ya está -dijo nuestro héroe sonriente-. Aquí estaba el problema. Ya no se hará daño.
-¡Pero no lo sueltes desde tan alto, animal!-dijo Juan Gordal.
En ese momento Fran se dio cuenta de que al hacer una especie de gesto triunfal con la mano había soltado al perro desde la altura de su cintura, más o menos. El golpe sonó en el suelo, pero Diez se levantó en seguida.

-Primero le curas la pata y luego casi lo desgracias pero bien.
-Joder, Juan, que tú ya querías ir a la vete. Te he ahorrado 40 euros.
-Pero casi me cuestas el perro.
-Bueno, no ha sido así y le he quitado la espina. Está bien ¿no?
-Sólo entiendes una cosa, se lo voy a decir a Carol.

Fran tembló ante la perspectiva de tener que explicar cualquier brusquedad con el perro a la mayor de los tres hermanos.
-¡Ni se te ocurra! Eso es jugar sucio.
-Así me gusta, hombre. Un tío hecho y derecho que solo reacciona cuando puede enterarse la hermana mayor.
-Pero Juan, si no ha ido a mayores.
-Se enterará y lo sabes.

Los dos hermanos llegaron a casa discutiendo eso mientras Diez los observaba sin entender muy bien aquella situación. Carol tardó una semana no enterarse pero rió. Pero eso no aplacó a Juan que a partir de entonces sometió a nuestro protagonista a una dura vigilancia.