lunes, 26 de junio de 2017

Jonathan Strange y el Señor Norrell

 
-Pues parece que ya van a hacer serie, película... Va a ser el nuevo libro con universo propio después de Canción de Hielo y Fuego.
-La verdad es que tiene casi todo para triunfar: un ambiente histórico reconocible bien tratado, unos personajes con gancho, una premisa interesante...

Sin duda Jonathan Strange y el Señor Norrell era uno de esos libros que parecían destinados a marcar una época. Su autora,  la británica Susana Clarke, roponía un siglo XIX en el cuál la magia había existido en Inglaterra durante la edad media, pero había quedado para el recuerdo de algunos clubes de caballeros curiosos y estudiosos. Todo cambia cuando una de estas sociedades de magia encuentra al Señor Norrell del título, un hombre huraño y sabio que ha conseguido reunir una gran biblioteca sobre los viejos usos de la magia. Una vez se conoce su secreto la sociedad inglesa en general se interesa por la magia, pero solo el otro personaje principal, Jonathan Strange logra que Norrell le tome como discípulo. Además, en el contexto de las guerras napoleónicas el ejército inglés desea usar la magia como arma de guerra. Aquí chocan los caracteres de maestro y discípulo, ya que mientras Strange desea y ve con buenos ojos difundir su saber, Norrell considera que la magia es un arma demasiado terrible para el mundo decimonónico y parece tenerlo todo muy bien preparado para que su secreto permanezca a salvo.

-La relación de los dos es muy curiosa, se aprecian, pero a la vez recelan el uno del otro.
-Y las batallas son tremendas.
-Y las historias de personajes secundarios que se mezclan, todo muy curioso.
-Sí, -seentenció nuestro protagonistas, pero sobre todo hay un fragmento que se quedará entre mis favoritos d la literatura. Cuando le preguntan a Norrell: 
“¿Por qué ha caído la magia en desuso?”
Y él responde:
 “No puedo responder su pregunta, señor, porque no la entiendo, yo mismo soy un mago práctico bastante aceptable”.
Ficha del libro, aquí.

Motivaciones para viajar.

Alvarito y Carolina contaban el largo viaje que habían hecho con el castillo ambulante del primero. Después de haber trabajado y ganado un buen dinero en trabajos que les aburrían, decidieron irse a hacer un viaje de mes y pico con la caravana. Sur de Alemania, Austria y norte de Italia.

-Y esto es la estatua del Condottiero Bartolomeo Corleoni, en Venecia -decían mostrando una foto en el móvil.
-Sí -dijo nuestro protagonista-, es famosa por lo exagerados que son los rasgos de su cara, pero es que están pensados para que se note su expresión desde abajo.
-Joder, te lo sabes todo -dijo Alvarito-. También hemos visto mucha naturaleza, lagos...
-PeroesonotienenicomparaciónconelarteelAyuntamientodeMunichmehaencantadoytambiénel
castillodeSalzburgoytodasesasiglesiasgóticasalemanas...
-Pues amí me cansa solo de verlo -dijo Juan.

Una vez más el mediano de los hermanos Gordal Palacios cortaba la alegría de todo el mundo quejándose con cualquier cosa. Mientras toda la familia estaba maravillada, él afirmaba ser incapaz de llevarlo.

-¡Pero qué paleto eres, hermano! -dijo nuestro protagonista-. No se te puede sacar de tu cuarto de hibernación ni contar contigo para salir de casa.
-No, si las ciudades son muy bonitas y esos lagos relajan mucho, pero dormir mal, madrugar, gastar poco... Es un coñazo.
-Puesyodesdeluegoencuantopuedamevoyadarunviajequeestoydeseandovermundoyvoyamadrugar
paraprovecharbienel día.
-¿No te da vergüenza que una señora de edad respetable tenga más alegría y ganas que tú?
-Si me dejáis dormir bien y hacer las cosas a mi ritmo yo iré pero...
-No sé ni si te mereces estos tebeos italianos que te hemos traído -dijo Carolina sacndo de su paquete un par de tebeos de Dylan Dog.
-¡¿Dylan Dog!? -dijo Juan-. ¿Y se venden mucho en Italia?
-Sí, están por todas partes.
-¿Y cómo hbéis vuelto de allí? ¡Tenéis que llevarme!
-Joder, ahora ha pasado al otro extremo -dijo Fraan.
-Buenoporlomenoshadescubiertoqueviajarsirvedealgo...
-Pero para cosas de su mismo y reducido habitat.

Soñar con el ventilador.

-Buenoaversipuedesayudarmeporqueyonohecompradonuncaestoynotengoniideadecómosepidenide
cómovaelserviciotécniconinadadeeso... -dijo Doña Marta tan nerviosa y acelerada como en ella era costumbre.
-Joder, mamá, ni que uno fuese un experto en ventiladores. Yo cogería uno de estos, que son parecidos al que teníamos.

Nuestros protagonistas habían recibido con resignación la primera ola de calor del verano, pero al tercer día el ventilador que les refrescaba reventó. Lógicamente, ante el agobio que suponía en aquellos díaas carecer de ningún medio para mitigar el calor Doña Marta decidió actuar, pero ante su conocida dificultad con los aparatos, nuestro héroe la acompañó.


-Peroesquetambiénloshaydepieymáspotentesyconvelocidadesyyolodelserviciotécnico...
-Déjate de servicio técnico. Y has visto que un ventilador dura lo que dura.
-Buenoperoyopiensoqueunoconpievendríamejorporque...
-Me parce que es más caro, y éste era como el que teníamos que dio buen resultado. ¿por qué seguimos dudando?
-Buenositúquiereseseyolocomproperocreoqueunodepienosiríamejor...
-Yo creo que no hace falta gastar más que eso, con uno como el que teníamos nos irá bien.
-Deacuerdoperoesqueelpie...
El cajero cortó sin pretenderlo las reflexiones de Doña Marta:
-¿Efectivo o tarjeta?
-Sí, aquí tiene -dijo Doña Marta sacando el dinero de su bolso y calmando la voz un momento sólo para a continuación seguir su cháchara con nuestro héroe-. Hubierasidomejoreldepieyeseotroeramuypotentequesenotabafrescatodalasala...
-Pues mamá, yo he dado mi opinión, pero en esto no sé más que tú. Haber pillado el otro
-Lapróximavezloharéporquesinonomequedotranquilaperotútehasempeñaddoenlootro...

Una vez en casa, la familia cenó vio la tele y se acostó, pero Doña Marta hasta antes de irse adormir dijo:

-Laverdadesquedemomentoestásaliendobienperoyoqueríaeldepieynoséyosiestoesmejor...
-Joder, mamá, la próxima vez vas a ir tú y pilar el que quieras.
-Yentoncesmeterélapatanosepuedecontarconvostrospartanadaunavezqueospidoayudanosoiscapaces
dehacernadapormí..
-Bueno, como quieras. Que no sueñes con el ventilador.

lunes, 19 de junio de 2017

Yo me he pasado el juego.

Aquel día, en la Fnac, Juan y Fran Gordal miraban los libros nuevos. Observaron que cada vez más politiquillos escribían una novela histórica haciendo propaganda de su causa.

-La mayor parte de las veces serán negros -dijo Juan Gordal.
-No me cabe la menor duda. No sé yo si antes había tanta producción literaria. Ahora se hace libro de cualquier chorrada que interese a la gente.
-Bueno los libros siempre han seguido las preocupaciones del público.
-Pero algunos temas es lógico que interesen al público. Yo me refiero a tantos libros de series, películas.. Derivados en fin.
-Tampoco estoy del todo de acuerdo, casi todas las series han tenido de siempre libros. Más antes que no había DVDs. Acuérdate que tú pillaste un libro de la primera temporada de Bonanza porque querías ver algo de eso.
-Bueno, de hecho hay un ejemplo claro de lo que quiero decir en ese libro que ojeas.
-¿Éste de Mass Effect?
-Exacto. Habrás oído muchas veces a gente decir en una película que se han leído el libro ¿no?
-Sí, claro.
-Bien, pues yo me he pasado el juego de ese libro. ¿Comprendes ahora?

Juan se sorprendió comprobando que en efecto, nunca antes había oído semejante afirmación.

-Pues ahora que lo dices...
-Y espérate, que cualquier mongolon de por ahí, un día es capaz de novelar su vida y tener éxito.
-No, eso no ocurrirá jamás.

El día que Diez corrió tras una pelota.

Una vez más nuestro protagonista observó lo que tantas veces había comentado. En el parque cualquier perro corría detrás de una pelota salvo Diez. Los únicos juguetes de perro que Diez apreciaba eran los papeles, un muñeco de trapo que gustaba de morder y un hueso de cuero de los que los veterinarios recomendaban para que hiciesen ejercicio mandibular. En el parque solo el dueño de un perro de los muchos que había había traído una pelota, pero cuando la lanzaba todos corrían tras ella. Diez no. Diez se quedaba frotándose en los setos o en los pies de su amo. Parecía no importarle en absoluto. Sen acercaba vagamente a algún perro, y en especial a una perra de raza labradora, y se perdía entre la multitud. A Fran a veces llegaba a exasperarle la indolencia de Diez. En fin, también eso era parte de la personalidad de su perro, por eso le quería. Pero le gustaría a veces que se comportara de forma un poco más despierta.

En estas estaba nuestro héroe cuando Diez de pronto echó a correr con entusiasmo. Esta vez parecía decidido a coger la pelota antes que ningún otro perro. ¿Sería verdad que por fin había entendidola esencia del juego? ¿Por una vez Diez corría tras la pelota? Pues no. Cuando por fin uno de los otros perros la atrapó, Fran compredió lo que pasaba: Diez corría tras la labradora de antes, que a su vez iba tras la pelota. Una vez ésta la atrapó, Diez aún la persiguió aún un buen rato. Cuando Fran recogió a su perro estaba algo decepcionado pero a la vez feliz de que por una vez jugase.

Tendré que traerme la labradora a casa, pensó para sí nuestro protagonista.

martes, 13 de junio de 2017

Gordo en verano.

-¡No sé cómo tenemos que decirte que te bajes la camiseta y no lleves el ombligo a aire! -dijeron casi al mismo tiempo Juan Gordal y Doña Marta Palacios.
-No puedo evitarlo, se me pone así.
-Y además tienes más tetas que algunas mujeres -agregó Juan Gordal parece que seas una niña veinteañera de esas que van enseñando el ombligo.
-Ser gordo en verano es tremendo.

Sí, nuestro protagonista había casi olvidado lo que era el sudor contínuo, los muslos rozándose, la ropa pegada al cuerpo y otras molestias. Pero lo peor era eso que le había dicho Juan, tener de nuevo aquellas tetas que tantas bromas crueles le costaron antaño.

-Yo no sé, ponte un biquini y vete a la piscina
-No seas cabrón, ya es suficientemente duro sin ti.
-Pues ya sabes, ponte de una puñetera vez a adelgazar.
-Va a ser muy duro ahora hacer ejercicios. No comer creo que puedo lograrlo.
-Y no abusar de la cerveza.
-Eso no sé si puedo...
-Pues ya sabes, o adelgazas o te pones un biquini.
-Joder, juan, eso era lo de Barney el de los Simpson
-También puedes ponerte en pelotas, tumbarte y decir que eres Jabba el Hut.
-De momento voy a darme un poco de agua, que me estoy asando.
-Eso, y después di que eres una ballena
-Que no, que de verdad que adelgazaré...
-Mira que ahora se ven unos escotazos por la calle que hacen quedar aún peor tus tetas.
-Lo prometo, prometo que al acabr el verano pareceré un modelo de gayumbos.
-¿Y no hubiera sido mejor al empezar?
-Si, pero... -aquí Fran se dio cuenta de que no dejaba de poner excusas y se arrepinti´de haber vuelto a la gordura-.
-¿Decías?
-Que me imaginaré a mí mismo en biquini para que me ayude a tener valor.
-Vale, ver si es verdad.