viernes, 28 de abril de 2023

Katanga, el gran cómic del neocolonialismo

 


Joder este cómic es tremendo ―dijo nuestro protagonista al acabar el tercer tomo de Katanga.
Ese Nury hace unos tebeos de ficción histórica tremendos ¿verdad? ―respondió Juan.
Y como suele pasar mucho más ilustrativo de la situación en África que muchos supuestos reportajes
muy a fondo.

Katanga era una de las últimas sensaciones del cómic franco-belga. El guionista Fabien Nury, que ya
se había distinguido por dramas ambientados en diversos puntos del siglo XX nos habla aquí de la
situación en el Congo de los años 60 según consigue la independencia de los belgas. Nos muestra
cómo, en efecto, aunque ya no sea oficial, el país africano sigue siendo un juguete en manos de las
grandes empresas y de los capitalistas de la metrópoli. Una oscura trama de guerreros, historias
tribales, mercenarios, sobornos y política nos va adentrando en el juego de codicia y poder que se
desata aún hoy en muchos puntos del continente negro.

Alguna vez se ha discutido si el dibujo de Syvain Vallé es el adecuado para esto, porque es algo 
caricaturesco ―comentó Juan.Yo no diría tanto, yo me quedaría en expresionista. Yo creo que sí ilustra a la perfección lo que quiere
 y, por ejemplo en los mapas, cuando quiere ser preciso y minucioso, vaya si lo logra.La historia está también muy bien llevada, porque te va metiendo en los intereses de unos
 personajes, de otros, y el final es muy sorprendente y mira que te dan pistas.Y esa sensación de fatalidad que deja, como de destino escrito.Después de eso uno se pregunta qué pueden hacer los africanos para liberarse de injusticias ¿verdad?Y eso que oí quien había criticado también la falta de referencias a la acción de los belgas mientras 
fueron dueños del lugar.¡Joder! A mí me parece de todo menos complaciente.Yo lo tengo claro: es que quisieron dejar claro que, de facto, sigue habiendo una colonia.Pero en fin, buen cómic.Muy bueno. 


Ficha del cómic, aquí.

Futbol, toros y la cabeza

 


 Observaba nuestro protagonista a los niños de aquel parque que jugaban mientras Doña Marta
Palacios leía despreocupadamente la prensa. La mayoría jugaban con pelotas. Algunos en
los aparatos de gimnasia para personas mayores que había en ese parque, pero dos menores
captaron la atención de nuestro protagonista. Se miraban, se alejaban unos metros y luego
arremetían con la cabeza baja el uno contra el otro. Cuando topaban el estruendo era
considerable y cada vez alguno de ellos perdía el equilibrio. Se quedaban un momento
con la mirada perdida, pero se levantaban y volvían a embestirse. Nuestro protagonista
pensaba en las peleas de carneros que había visto alguna vez en los documentales. Al
cabo de un tiempo otro chaval más mayor, cercano ya a la adolescencia los habló:

 ―Bueno, se ha acabado vuestra cría en el campo. Ahora ya estáis en la plaza, así que venga:
 ¡Ejé, toritos!

Los dos niños respondieron atcacando y el mayor los tomaba el pelo haciendo que volvieran a
pegarse tremendos topetazos entre ellos. Fran observaba asombrado pensando que no podía
aprenderse nada bueno imitando un espectáculo consistente en abusar y tomar el pelo, aparte de
causar dolor a un animal. Pero bueno, a su edad era quizás normal que los niños no se dieran aún
cuenta de eso. Lo que más preocupó a nuestro protagonista eran los golpes en la cabeza que
aquellos dos menores se estaban llevando. ¡Y había quien decía del boxeo! En estas estaba la cabeza
de nuestro protagonista cuando Doña Marta le habló:

Venga, Fran, que es la una. Vámonos.

Nuestro protagonista y su progenitora se pusieron en marcha y una pelota escapada a otro grupo
de niños daba grandes botes en dirección a donde ellos iban.

Devuélvela, Fran ―dijo Doña Marta.

Fran la devolvió con un toque de cabeza que hacía mucho tiempo que no practicaba, pero que le
salió con la dirección y fuerza precisas para devolver la bola a aquellos chavales.

Gracias, señor ―le dijo uno de los niños.De nada. ¿Habéis visto el toque de cabeza? También tendréis que practicarlo.

 Doña Marta Palacios, por contra no lo veía claro:Perocómolesdicesesohijoyonosécómonotehadadocosaponerahítucabezanosénicómolohacenlos
futbolistasamímedaríaunmiedotremendoaversiesosniñossevanahacerdañocomodicesaunquebueno
selosvecontentos...Créeme, mamá, hay juegos mucho peores para la cabeza ―sentenció Fran.


miércoles, 26 de abril de 2023

El justiciero del supermercado

 


Siguiente. ¿Tiene tarjeta Día? —preguntó la cajera de este establecimiento a aquel hombre.
Para vender la tarjeta sí que os molestáis. En cambio luego organizási los productos como el culo
respondió el cliente.
Hablaré con el encargado —respondió la cajera mientras pasaba la compra de aquel usuario—.
Son 25€
¡Ahora debería irme sin pagar! ¡Ni hacés caso a lo que se os está diciendo!
Mire, le he escuchado, pero ahora mismo tengo que atender a todos estos clientes y no puedo
atenderle.
¿¡Cómo que no me atiendes?! A ver, una hoja de reclamaciones.

La cajera llamó al encargado del establecimiento y le dijo que atendiera a este sujeto mientras ella
atendía. Algunos clientes empezaron a quejarse a su vez de quedar allí retenidos. Fran observaba
desde seis puestos más atrás en la cola. Cuando vino el encargado aquel energúmeno le repitió las
quejas que había manifestado a la cajera.

Bueno, eso lo hablamos ahora. Deje libre el paso, por favor.¡No señor! Esta chiquita que no se crea que por su cara bonita se va a librar de mí.

A estas alturas ese usuario ya se había ganado la antipatía de toda la cola. Le protestaron hasta que
se marchó prometiendo no volver a ese establecimiento. Seguro que lo sienten mucho, pensaba para
sus adentros Fran. Cuando llegó a pagar le preguntó a la chica:

¿Estás bien?Bueno, estoy sorprendida, pero aquí de vez en cuando se ven cosas como esta.Claro. ¿Pero sabes por qué? Porque es la única oportunidad que tiene gente así de que le hagan caso
 en ningún sitio —sentenció nuestro protagonista.Pues que te haga caso una chica del super tampoco es un logro —respondió la cajera mientras 
cobraba a nuestro protagonista.Exactamente. Así de insignificante es esta gentuza. 

La masacre a color

 

 

¡A esto no hay derecho!
 ¡A ver si se hizo el cómic 
para que fuera en blanco 
y negro, por qué
 tienen que ponerle esos
 colorines fluorescentes!
 —gritó Juan.Bueno, por desgracia
 ocurre muy a menudo, 
pero tampoco es para
 armar los pollos que
 tú armasrespondió nuestro protagonista—. ¡La virgen!

 La sorpresa de Fran era justificada. Aunque como él decía estaba cada vez más extendida la 
práctica de colorear mal cómics con excelentes dibujos, lo que daba lugar a verdaderos 
estropicios, lo que habían hecho con Rocketeer era sencillamente inexplicable. Era todo un misterio 
que nadie hubiera decididoenmendar la plana a Dave Stevens y converrtir la imagen en un pastiche 
de colorines difícilmente concebible.Bueno, es lo mismo que hacen ahora en algunos museos de querer integrate con espejos y 
similares en los cuadros —comentó Fran.Solo les ha faltado llamarlo «La experiencia Rocketeer».Si no se hizo así originalmente, aunque se hubiera coloreado bien, que no es el caso, ¿para qué
 cojones tiene nadie que meter ahí el remo?Creo que el original tampoco era en blanco y negro.Pues parece mentira, porque es como mejor queda.Esta moda de enmendar la plana a todo el que haga una obra se está yendo de las manos.Haberlo cogido de la biblioteca, no haberlo comprado.¡Si lo cogí antes, pero yo creía que este era el color original!Bueno, eso le pasa a cualquiera. A mí me parece peor lo que hicieron con el Incal que hasta
 han cambiado ciertos dibujos.Por suerte de ese tenemos el original.A ver si se impone de una vez la lógica de entender lo que quisieron los artistas y no adaptarlo
 todo a los medios de ahora. Debió ponerse pie en pared con las versiones coloreadas de películas.


 










miércoles, 19 de abril de 2023

La mujer sin rostro

 


Fran pasó junto a aquel banco observando a aquellas dos chicas. La que le daba la cara era muy
atractiva, y la otra, que le hablaba dando la espalda a nuestro protagonista, también lo parecía, pero
Fran esperaba a verla de frente para juzgar. Animado como estaba caminó para dejar a las dos
mozas detrás y poder verlas desde el otro lado. Cuando llegó observó algo curioso: tenía el escote y
el canalillo tan prometedores como había supuesto, un talle estupendo, pero desde ese lado tampoco
alcanzaba a verle la faz, que permanecía oculta entre dos rizos de su pelo. La lógica alegría visual
que provocó a nuestro protagonista la contemplación de dos chicas atractivas se convirtió en una
especie de agobio propio de esas películas de terror psicodélico. Por absurdo que parezca, Fran tenía
que encontrar un ángulo donde pudiera ver la cara a esa chica. Se puso en otra posición al otro lado
del banco, y desde allí aquella chica tampoco le mostraba el rostro. Nuestro hombre se inquietó y dio
aún dos o tres vueltas al banco sin lograr de modo alguno atisbar el semblante de aquella moza.
Pasado un tiempo se dio cuenta de que una transeúnte de mediana edad le estaba observando con
expresión de sorpresa. Fran se dio cuenta del espectáculo lamentable que representaría un hombre
hecho y derecho dando vueltas alrededor de dos mozas en un banco y se fue avergonzado. Pero
mientras se alejaba seguía experimentando esa extraña inquietud que le provocó el que esa chica,
aparentemente, no tenía rostro ni faz alguna. Anduvo en un estado de ánimo intermedio entre esa
angustia y la vergüenza por su numerito alrededor de las chavalas hasta que pensó que ellas en
ningún momento le miraron ni parecieron inquietarse... y mucho menos la sin cara. Entonces se dio
cuenta de que obviamente, esa impresión no podía ser real y que habría alguna razón de perspectiva
para que no hubiera sido capaz de atisbar el semblante de esa chica. No era ninguna maldición ni
paranoia. Volvió más calmado a su casa, donde Doña Marta Palacios ojeaba un libro sobre
Salvador Dalí. Observando uno de sus paisajes recordó la aventura de la mujer sin rostro.

A lo mejor —dijo nuestro protagonista a Doña Marta—, Dalí no era tan surrealista como se creen.




El aula fantasma

 


Cuando acabó aquella mañana de estudio en la biblioteca, Fran Gordal comprobó el móvil.
En pantalla aparecía un mensaje de Juan Gordal:


¿Dónde has estado? He pasado por la biblioteca y no te he visto.


Nuestro protagonista se quedó muy sorprendido por aquella pregunta. No había salido en
toda la mañana de la sala de estudios. Al llegar a casa lo explicó:

No me vengas con historias, que además no 
es la primera vez. La semana pasada pasé también 
y tampoco estabas. ¿Donde te vas cuando dices que vas a la biblioteca?Juan, he estado en la sala de estudio. Y te he contestado al mensaje. No te inventes historias.Mira, me  lo creería si me hubieras mandado una foto. ¿Dónde te vas?Te digo que he estado en el mismo sitio. ¿Te crees que soy tan imbécil?Mirahijoyosolotedigoqueesperoqueseaverdadqueestásestudiandoporquesinoloúnicoquehaceses
engañarteatimismonoquieroqueseastantontodeperdertutiempoahícontodoloqueteestásjugandoaver
sivasasercomouncrío... —intervino Doña Marta Palacios.

 Al día siguiente Fran volvió a la biblioteca con la intención de pasar más horas de estudio según 
se acercaba la fecha de su examen de oposiciones. Durante el estudio volvió a llegarle un Whatsapp 
de Juan:
¿Ahora vas a volver a decirme que estabas ahí? Acabo de pasar. ¿Dónde estabas?
Nuestro protagonista contestó como ustedes se imaginan y añadió no una foto sino un video de un
barrido por la sala de estudio. ¿Pues cómo no te he visto? He pasado hasta dentro, insistía en 

Whatsapp Juan. Fran le respondió que se quedara en la puerta, que iba a su encuentro. En
efecto encontró a Juan en la entrada.

¿Pues dónde te pones? En la sala de estudio, si me duele la boca y el Whatsapp de decirlo.No, yo he mirado y no estabas.¿Dónde has mirado?Pues aquí —Insistió Juan señalando los asiento de la zona de hemeroteca.

 

Nuestro protagonista
 se contuvo la
 carcajada que le
 vino como impulso 
para no hacer ruido 

en la biblioteca.
Posteriormente 

repuso:

Esa no es la sala de estudio, pringado. Ven para abajo.

 Después de mostrarle el aula del piso inferirode la biblioteca, ambos hermanos salieron a la calle,
 con Juan rojo y cabizbajo y Francisco Gordal riéndose a todo trapo.  Cuando llegaron a casa 
Doña Marta Palacios también se rio y sentenció:PuesmiraquenosaberniqueexistíaeseaulaalfinalvaatenerrazóntuhermanoJuanyesquecomotúno
estudiasnotesabesnilossitiosymientrastuhermanointentandosacarlasoposicionesytúnisabesdequé
vaeso...Encima bronca —dijo Juan aún avergonzado.Lo siento, Juan. Cuando uno mete la pata de este modo hay que asumir las consecuencias
 —sentenció finalmente nuestro protagonista. 

miércoles, 12 de abril de 2023

Un golpe con estilo


— Pues la verdad es que 

yo vi una reseña 

de esta película




 de pura casualidad y además de que con todo lo ocurrido en los últimos años el argumento 
te despierta bastante empatía, el reparto me pareció magnífico. Así la vi y me lo pasé 
muy bien —explicaba Francisco Gordal a Carolina.
Síestaesladelostresviejecitosquesevuelvenatracadoresporqueelbancoleshaquitadolapensióny
planeanungolpepararecuperarlosuyoenestalosatracadorestedespiertansimpatíaquieresquelessalga
bienylaverdadesqueLaCaixainvitaahaceralgosimilar...—intervino Doña Marta Palacios que también
 conocía Un golpe con estilo.Ya ves. Hasta mamá te lo dice.

La película trataba de una situación por desgracia común en los últimos tiempos en el país de
nuestro protagonista y también en el resto del mundo a juzgar porque el cine anglosajón creara
piezas como esta: durante una crisis tres jubilados son privados por el banco y la empresa donde
trabajaron de las pensiones que se habían ganado por pura ineptitud. Entonces estos tres ancianos,
lejos de resignarse, deciden dar un golpe al banco y recuperar lo que es suyo. Como a pesar de su
edad les falta experiencia contactan con una banda de delincuentes para que les ayuden, lo que
crea situaciones muy divertidas. Tampoco se olvidan los guionistas de varias escenas donde los
empleados del banco y similares tratan a los tres protagonistas, mayores, pero aún lúcidos como
si fueran imbéciles. Además la presencia en el reparto de dos figuras de la talla de
Michael Caine y Morgan Freeman engrandece mucho la película.

Y al tercer protagonista, Alan Arkin, yo no lo conocía, pero también está muy bien —comentó 
FranSí, si yo todo eso lo sé y he visto la escena donde ensayan el atraco en un supermercado y me 
he reído mucho, pero es que mañana trabajo —dijo Carolina.PerovalemucholapenaCárolsonencantadoresymuyvalientesyseríeunodeberíasquedarteyverla
porqueesmuybuenayademásilustramuybienlosproblemasdeahorayunoseríemuchoconellosyconsus
ideas...—intervino Doña Marta.Eso es verdad, yo cuando vi la reseña y el reparto me la imaginaba en plan serio, pero es una 
comedia muy divertida —sentenció Fran—. De todas formas ya no es como antes y ahora se 
pueden ver películas cuando se quiera. Si Cárol no puede hoy que no deje de verla algún día.De acuerdo, la veré. Si me he reído con la idea y todo. No me la vendáis más.Puesnotearrepentirásporqueyonolaconocíaymehagustadomuchotodoelatracoesbuenísimoytodoel
plandelosvejetesquetecaenbienytodoelrepartoesunapelículaconlaquesedisfrutamuchonotelapierdas
porqueteencantará...Ya podrías tú tomar ejemplo de los protagonistas y dar un palo en La Caixa, mamá. De momento
 no te han quitado la pensión pero con lo canallas e ineptos que son lo harán —sentenció Fran. 

Ficha de la película, aquí.

Madera nueva

 


Francisco Gordal 
entró en aquella
 papelería en busca
 de bolígrafos, 
folios y algo de
material que
 necesitaba
 para unas tareas 
domésticas. Sin
 embargo al entrar 
se quedó
sorprendido y
 embriagado no 
por las ventas del 
establecimiento, sino por un olor singular y agradable. Observó que los expositores y otros
 muebles no tenían la más mínima marca, lo que acabó de confirmar sus impresiones: esa 
papelería había cambiado hacía poco el mobiliario y todavía despedía olor a madera nueva. 
Nuestro protagonista se quedó mirando un stand de libros infantiles. Uno de los dependientes
 del establecimiento se dio cuenta y le inquirió:

¿Busca alguno en especial? Tenemos Teo, El Pollo Pepe...No, gracias, si no es eso. Estaba pensando en muebles y madera...También tenemos. Pero los de temas técnicos hay que pedirlos en el mostrador.

Nuestro protagonista reprimió una risa. Sería absurdo, pensó, explicarle al dependiente a
lo que se refería. Entonces se dirigió a otra estantería llena de material de escritorio. Cogió
bolígrafos, un marcador para subrayar, y grapas, que creía que no tenía en casa y se encaminó
al mostrador para pagar. De nuevo el olor a madera nueva le embriagó. El mismo dependiente
que antes le había hablado le apuntó la cuenta y le comentó:

¿No quiere nada de carpintería al final?Que no, gracias, que no era eso lo que quería decir.La verdad es que nosotros también podríamos haber usado uno de esos manuales. Hemos
 cambiado los muebles hace poco. ¿Sabe?¡Nunca lo hubiera dicho! —comentó Fran.Pues sí, si se fija todavía huelen y tienen aspecto nuevo.Ah, no había caído. Supongo que no soy mu observador —dijo nuestro protagonista y se fue
 de la tienda reprimiendo todavía las risas. Al menos cuando haga obra de carpintería, se dijo,
 ya sabía a quién preguntar. 


La bicicleta tendedero

 


Fran cogió aquellos 
calzoncillos del
 manillar de la
 bicicleta. Mientras
 se los llevaba Doña 
Marta
Palacios le preguntó:

Ahestásconla
bicicletamuybien
porquehacía
muchoquenola
sacabasaversitelallevasquehacemuchoquenosalesyoyacreíaquesetehabíapasadolatonteríapero
veoquenoqueestásconellamealegroporquesinoaverparaquétesirve...

En realidad Fran no sacaba su bicicleta por algo mucho más sencillo que hemos comentado:
creía que debía adelgazar antes de volver a ponerse la ropa de bicicleta o de sacarla. Viendo que
seguía echando barriga se lamentaba cada vez que se ponía ante ella, aunque de momento le estaba
haciendo un servicio tremendo como tendedero. En ningún sitio se secaban mejor los calzones.

En realidad es mi tendedero, mamá —explicó nuestro protagonista.Yparaquétienesquetenderahíconlobienquesesecatodoenlaterrazaaversinodeberíasmejortirarla
sinolavasausarqueyavestúelabsurdodetenerunabicicletaparaesoymiraqueahoraestánponiendocarriles
debiciqueyaerahora...

Fran había notado también que su ciudad empezaba a ponerse al día en cuanto a las condiciones
para la movilidad de este medio de transporte. Aunque en las carreteras normales había espacio
para bicicletas él no se atrevía a meterse con algo tan endeble entre los coches. Eso aliviaba en
parate su conciencia por no adelgazar y usarla, pero ahora esa excusa empezaba a no servir. Con
esdtas ideas en la cabeza se dirigió al tendedero y observó que la ropa estaba apelotonada y no se
secaba bien. Al menos así puedo justificar el uso como tendedero, pensó, pero no servía. Era
evidente que debía perder peso y volver a salir como ciclista a la calle. Pero mientras tenía gracias
aquello calzones disponibles para toda aquella semana.


lunes, 3 de abril de 2023

El fin de fiesta

 


Bueno, pues ya se
 acabó la semana
 santa —comentó 
nuestro 
protagonista—. 
Jesucristo 
resucitó, 
volvemos a los
 quehaceres, 
ya no hay misas 
ni oficios...Notepreocupeshijoqueyomebuscaréquéhacerahoraesverdadquemequedounpocovacíadespuésde
estasemanacontantascosasparahacerperoyosiempreencuentroalgoparallenareldíayademásahora
vaahaberunasorpresa...

Nuestro protagonista se imaginaba la sorpresa, pero prefirió no decir nada. Se limitó a poner la
mesa mientras pensaba en lo que podía mejorar si se aplicaba de allí al verano y en los sitios a los
que le gustaría ir. Carolina Gordal también intervino:

La verdad es que para mí este lunes será igual que el lunes pasado y que todos los demás.Tú que tienes un trabajo mejor tienes esa suerte, pero tranquila, que mamá se encargará de 
alegrarnos el día a todos.Claroquesíyaveréisdespuésdelacomidacomotodo puedemejorarsetodavíaquedaalgoporhacerde
estasemanasantaquenohemoshechoademásdeacabarnoselpotajeylastorrijasperohoyesundíaespecial
habráunasorpresa...

Carolina también pensó que era mejor como que no sabían cuál era la sorpresa. A Doña Marta le
ilusionaba tanto que no quisieron estropearlo. Entonces llegó Juan:

Yo me acabo las torrijas.Nohijotutetomaslasorpresaqueparaesolahepreparadoymeheidoacomprarlayacabamosestasemana
santacomoDiosmandaqueparaesoeslafiestadelSeñoraquítengoloshuevosdepascuaynosvamosatomar
todosunpedazo...—dijo Doña Marta Palacios.Bueno, muchas gracias, mamá —dijo Fran a ver el huevo.Y que siga así muchos años —añadieron Juan Y Carolina—. Seguro que Jesucristo piensa que valió la pena su sacrificio por la alegría que tú tienes.Puesclaroquesívoyacogermemipedazodelhuevoyyaestoyviendoelprogramadelañoquevieneyme
pondréaoírconcietosporlaradioahoraqueyanoloshayenlasiglesiasperoelCirioPascualsigueahí
encendido...—comentaba Doña Marta.Para ella esto es como los reyes magos—sentenció Fran.


Mejorar las torrijas

 

 

Fran y Juan Gordal
 bajaron al 
supermercado a 
hacer la compra 
de la semana.
 Cuando creían tener
 todo lo que necesitaban marcharon hacia la caja. Juan hacia un repaso de la lista que llevaban:Vamos a ver: detergente lo tenemos, pescado congelado lo tenemos, legumbres las tenemos...¡Pan!
 ¡Nos falta pan!Recuerda, Fran: sin sal.Voy a por él.

 Nuestro protagonista se encaminó a la estantería donde se encontraban los productos de panadería
 en la tienda y mientras buscaba visualmente vio un invento de algunos panaderos y reposteros: pan 
especial para hacer torrijas. Tenía un aspecto característico y estaba entre el resto. Fran suponía que 
tendría una textura pensada para empapar mejor y una corteza pensada para la fritura. Pero el invento,
según Fran hacía aguas por todas partes. Vamos a ver, si la idea de las torrijas era aprovechar el 
pan duro para hacer dulces y tener una comida barata pero agradable y contundente en la semana 
santa, ¿no quedaría ya bien con un pan de toda la vida? De hecho, pensaba nuestro protagonista, 
aquella idea era desvirtuar el producto. Este dulce se había hecho famoso y popular con el pan de
 barra normal y Doña Marta, por ejemplo, siempre las había preparado de ese modo haciendo las
 delicias de todos en la casa. Cuando uno tiene ganas de mejorar algo que funciona tal y como está 
casi siempre acaba metiendo la pata. ¿Cómo sería una torrija de ese pan? En cualquier caso, no
 mejoraría lo que había. De pronto la voz de Juan sacó a nuestro protagonista de sus pensamientos:¿Qué pasa, Fran? ¿Por qué no vienes? Nada, estaba pensando en las torrijas.Con la torrija y lo dice tan pancho. Venga, tare el pan.Sí, como el que siempre hemos llevado —sentenció nuestro protagonista.


Doña Marta frenética

 


Ahoramismome
voyalamisaquehoy
hayunajornada
especialenla
parroquiaque
tenemosoficios
variosyademássacanlavirgendolorosaesaauyerdomingoderamospusieronporlatelelasprimeras
procesionesperotodoestocontinúa...—decía Doña Marta Palacios con su entusiasmo habitual
 en la semana santa.Mamá tranquilízate que solo es lunes —respondió nuestro protagonista.Yatengotodoelprogramayesperoquenodejendepponerelconciertoquelaúltimavezqueanunciaron
unosalídecepcionadaporqueresultaqueluegonoloemitieronylapasiónsegúnSanMateoesunacosaque
yonoperdono...

Nuestro protagonista conocía a su progenitora y su pasión en la semana propia de tal nombre,
y le agradaba ver que no la perdía con los años, pero le sorprendía lo madrugadora que se
mostraba en elloque el mismo día en que empezaba ya tenía varios planes. Además ahora Fran
o alguno de sus hermanos debía acompañarla y ella ni siquiera esperaba.

Yosalgoyaqueluegonoencuentrositioademásluegoquierohacercosasporquelaprocesióndelatarde
quelaemitenporlatelemetienequecogeryacomidanovoyaestarluegoretrasadaaversimedatiempoatodo
queestasemanaesmuyimportante...Sí, bueno. Aunque no creo que un lunes santo te falte sitio en la parroquia.Ynotireiselpanqueyologuardoparalastorrijasqueluegoempezaréahacerlasporqueséqueyaestáis
pensandoenellasqueparecequesealoúnicoquevosotroscelebráisdelaSemanaSantatengoqueponermea
versilashagoyaséqueoslascomeréis...Bueno, por lo menos te acuerdas de nosotros.Ynosoloahorarezocontinuamenteenlasmisasparaquevosotrosencontréistrabajoyqueosvayamuy
bienqueparaalgotienenqueservirlasmisasylosrezosquenosolosontorrijasyvengavámonosyaquequiero
verlavirgendelaparroquia...Bueno, siete días por delante —dijo Fran—. Con las torrijas será más llevadero.