jueves, 28 de febrero de 2019

Dónde ver cine según la edad.


 -Pues la verdad, he disfrutado volviéndola a ver. Ahora que hay tanta saturación de cine y series, pero todo centrado en las superproducciones y el bajo presupuesto, he disfrutado viendo ésta, que no es tan vieja y parece casi de otro tiempo -dijo nuestro protagonista al acabar de ver El Guerrero Número 13 en la 1.

-Y últimamente hemos encontrado en la tele Kick Ass, 30 Días de oscuridad, aquella de Michael Douglas... ¿cómo se llamaba? Sí, Ni una Palabra -dijo Juan.
-Está habiendo más cine bueno en la tele del que ha habido en décadas.
-Yo creo que es porque ahora casi todo el cine de actualidad y las series están en plataformas digitales, y la tele para intentar competir vuelve a poner cine bueno.

Esa era una teoría interesante, pero lo que era incontrovertible, es que desde hacía como un mes nuestro protagonista, que no encontraba películas de su gusto entre los grandes éxitos momentáneos del cine, había empezado a buscar en la programación televisiva, y para su sorpresa encontraba ahí lo que quería. Eso además provocaba un pensamiento inquietante en su cabeza: ¿estaba envejeciendo? ¿Empezaba a sentirse hijo de otro tiempo?


-Bueno, siempre ha ocurrido que el cine más publicitado no era necesariamente el mejor -dijo Juan.
-Pero a mí hasta ahora me solía gustar el que se publicitaba. Y lo de Netflix, es que no me hago a ello.
-Pero piensa que ahora también se `puede publicitar todo mucho más y el tratamiento que antes sólo se daba a tres películas al año es el que se da ahora a casi todo
-Aun así, me parece bien si vuelve el cine a la tele.
-AyhijosquecosastenéissiemprehanpuestopelículasenlateleaversimedejáisundíaponerenelDVDmi
MarcelinoPanyVinoyCaravanalOestedeVictorMaturequeesosíquecuestaverloentodaspartesqueparece
queyonotengoderechoanada... -terció Doña Marta Palacios.
-Gracias mamá -dijo nuestro protagonista-, me quitas un peso de encima.
-Peroyonuncapuedoverloquequierovosotrosospasáiseldíahablandodecineytebeosaversimedejáisa
míquenuncaosquitonadaperoyonopuedovermiscosasnienlateleuyelordenadorlotenéisocupadotodoel
día...
-Sí, mamá -dijo enternecido nuestro protagonista-, ahora te pongo el DVD.
-Nohijoahoranoporquevoyacenaryyametendgoqueirperomañanaloquieroaversiencontramosel
momentoporquetengomuchascosasquenohevistoytengomuchasganasperonosepuedequesiempre
estáisconlovuestro...
Fran, rió viendo cómo una vez más Doña Marta Palacios pedía cosas, pero luego nunca las cogía en el momento, y pensando en que en realidad, el DVD estaba siempre libre. Aún él no había llegado a eso con el cine que le gustaba ver. En cierto modo se sintió aliviado.

domingo, 24 de febrero de 2019

Monito de repetición.

Fran observaba cómo se combinaba la ropa que se había puesto. Iba a salir fuera junto a Juan Gordal para comer fuera. A lo largo de la mañana habñia pensado si ponerse unos vaqueros, unos pantalones negros, la camiseta que mejor combinara con ellas, las lentillas o las gafas... Todo parecía ya estar decidido y sólo quedaba ponerse la camisa . La verdad es que en aquel momento disponía de una variedad de ropa como pocos meses antes era impensable: rojas, blancas, negras, a cuadros, a rayas... Después de mucho pensar se decidió a ponerse la azul a cuadros que habían recibido en los Reyes. Se la puso, se miró en el espejo... ¡Caray, estaba realmente bien preparado para salir!

-Juan, ya estoy listo.
-Vale, ya salgo Ahora acabo de ducharme.

En ese intervalo Fran esperó leyendo tebeos, limpiando, mirando la programación de la televisión... Por fin, en unos 40 minutos, Juan avisó que ya estaba listo. Fran lo vio salir de su cuarto y dirigirse al salón. Y entonces Juan lo sorprendió para mal:

-Joder, Fran, si te has vestido igual que yo.
-Oye, yo me he vestido antes, tú eras quien tendrías que haberte fijado. Pero no querrás que ahora me cambie para salir.
-No, por supuesto. Pero ahora vamos igual
-Mira, yo veo que tienes una camieta blanca, una camisa a cuadros pero de otro color... No me vengas con hostias.
-Bueno, es cierto, que ya llegamos tarde. Vámonos.

Nuestro protagonista fue a por su chaqueta a su cuarto y...

-Joder, ¿también te pones chaqueta larga negra?
-Pues ponte ytú la de cuero, no me jodas.
-Mira, vámonos, pero a ver si aprendes a no imitar a otros.
-Pero si me he preparado en todos los pasos antes que tú.
-Y aun así te has puesto igual quye yo, aprende a pensar.
-Mira, vámonos a comer, que me estoy cabreando.


sábado, 23 de febrero de 2019

Las carnes.

Juan y Fran Gordal hablaban de comidas exóticas de otros países. Nuestro protagonista insistía en algo que había dicho muchas veces:

-Juan, en realidad, los ingredientes básicos son todos los mismos lo que cambia son los condimentos y preparaciones.
-Bueno, no sé qué decirte, porque aquí están empezando a llegar muchas cosas que nadie conocía. De momento son verduras y legumbres, arroz de otras clases pero con tantos sudamericanos aquí pronto llegarán los cobayas. O cuys, como dicen en el Perú.
-Lo más exótico que yo creo que me han dado es chapulines nuestras amigas las mexicanas. Y no es lo habitual. En general sirven nachos, carne de pollo o cerdo, etc.
-Bueno, con Alvarito y Cárol también hemos tomado carnes tan exóticas como ñu, canguro, avestruz, etc.
-Y fíjate que eran casi iguales que las carnes normales. Yo por lo menos no diferencio el ñu de la ternera normal. Ni el alce, e incluso eso nos lo sirvieron en un sitio muy especial, no un restaurante típico de ningún sitio.
-Yo te digo que a ellos no les sorprende nada nuestro comu a nosotros lo suyo.

Curiosamente al decir esto ambos hermanos pasaban ante un establecimiento conocido en su ciudad por sus embutidos y salazones, con miles de jamones colgando del techo. Y casualmente un niño mexicano (a tenor de su acento) habló entonces ante el establecimiento:

-Papá ¿vieron cuántas carnes colgadas?

Fran rompió a reír y dijo a su hermano:

-Ya ves, carnes las llama. Es cerdo, en salazón y colgado pero cerdo. Y le ha llamado la atención.
-Pues cuando lo pruebe va a flipar -dijo Juan.
-Desde luego, en sabor como nuestro jamòn no hay ningún plato exótico o no.
-Y sí, parece que nuestra cocina también es exótica en el resto del mundo.


sábado, 16 de febrero de 2019

El Hotel de Los líos.

-Joder, es que son cojonudos -decía nuestro protagonista contemplando El Hotel de Los Líos, una película de los hermanos Marx con relativamente poca fama.
-Cualquier película de ellos, de éstas cuando ya están solos los tres de siempre o de las del principio, con Zeppo es un hastón de reír -le dijo Juan Gordal.
-Pero esta yo no la conocía como Una Noche en la Ópera, o Sopa de Ganso... Y me lo estoy pasando de puta madre.

El Hotel de Los Líos nos cuenta las peripecias de un productor de teatro pobre y tramposo hospedado en un hotel regentado por su cuñado intentando conseguir dinero para una obra de teatro que ha conseguido de un joven autor. Sin dinero ni para la obra ni para el hotel, poco a poco va agotando la paciencia del personal del establecimiento, y debe buscarse muchas artimañas, al estilo del humor absurdo de los Marx para salir adelante. Memorables escenas son la comida pantagruélica que encargan sin dinero y que se comen entre los tres, Grocuho Marx pidiendo hielo para enfriar un cadáver o Harpo persiguiendo con un palo un pavo que le ha tocado en una rifa.

-Chico, que es el más anodino, aquí tiene golpes buenísimos, como cuando aparece con un alce disecado para instalarse en el hotel -decía nuestro protagonista.
-Y Harpo comiendo es la leche. Me recuerda a otros que también te hacen reír mucho, Bud Spencer y Terence Hill.
-Y el pobre autor de la obra, la paciencia que tiene.
-Y al del hotel, que no paran de darle disgustos
-Por lo visto no fue de las más aclamadas de los Marx, pero la verdad, eso sólo demuestra el nivel del humor absurdo de esos genios.
-Sí, tan recomendable como cualquiera de las más concidas


Ficha de la película, aquí

miércoles, 13 de febrero de 2019

Pregunta en tu pueblo.

-Pues mira que se han dejado pasta, y este sitio está vacío -dijo Juan de aquel recóndito garito.
-Y escondido y todo. Y dicho sea de paso, no dan ganas de volver con esta musiquilla y el olor a desinfectante.
- Estaba preparado para ser un karaoke, yno hay nada más triste que un Karaoke vacío.

Como a tantos bares desconocidos, los dos hermanos habían llegado porque una vendedora de tickets los había encontrado en una calle cercana más concurrida, y ellos, siempre abiertos a conocer sitios nuevos, la habían seguido de buen grado. Ya saben, ella ofreció un lugar alegre, con música, con gente... La realidad fue un cuartillo más que local, con una pantalla de Karaoke sin nadie cantando, y varias shishas átrabes de las que nadie fumaba. Estaba regentado por tres hispanoamericanos con muy mal aspecto. Ahora está vacío pero después se llena, les habían dicho al entrar. Pero los dos hermanos ya habían resuelto dejar el local en cuanto se acabaran la cerveza. Entonces Fran pidió la cuenta a la chica de la barra.

-12 euros -respondió ella.
-¡¿Cómo?! -preguntaron casi al mismo tiempo los dos hermanos.
-Seis el tercio.

Fran se echó la mano al bolsillo, no quedaba otra, pero desde luego no había dado aquel lugar motivos para volver y encima cobraban esa cantidad.

-Joder, no os ofendáis, pero entendemos por qué el local está vacío -dijo Juan
-¿Qué pasó? -preguntó el más alto de los dueños del bar como sorprendido-. Lo tenemos todo en su sitio preparado y bien.
-Oye, no te molestes -dijo Fran en auxilio de su hermano-, pero el sitio está vacío, y seis euros un tercio es demasiado.
-No es verdad, pregunta en tu pueblo. Y soy empresario y ¿cómo crees que si no puedo mantener todo este Karaoke, luces, etc?
-Mira, cualquier garito de esta zona tiene más gente y cobra los tercios a cuatro como mucho -dijo Fran.
-Eso no me lo creo, será en tu pueblo.
Juan iba a enzarzarse, pero Fran ya le sacó del sitio.

-¡Me ha mandado a mi pueblo untío claramente foráneo en mi propia ciudad! -decía Juan.
-Pasa de él. Vamos a otro sitio.

Los dos hermanos entraron en otro local, más por ganas de quitarse el cabreo que de tomar otra, y en efecto, el tercio estaba ahí a cuatro euros.

-Me dan ganas de llevarle el ticket -dijo Fran.
-No, allí no volvemos y punto. Pero nos chuleaba el tío de empresario y lo tenía vacío. Mira el Karaoke de verdad de más abajo, con gente, con tercios baratos...
-Ya, no lo sé. Igual es que busca la quiebra deliberada. En fin, es su negocio.

domingo, 10 de febrero de 2019

Un ecosistema indeseable.

Estaba Fran preparando la comida, y buscando unos tacos de Jamón para echar en el cocido, cuando apareció un escarabajo andando por el estante de aquel armario. Fran se quedó asombrado, pero más cuando se metió detrás de un bote de harina... Y alí, en la parte de atrás del armario que no se veía, varios restos de harina, embutidos, etc, habían producido un auténtico escosistema: hongos, insectos de varios tipos, arañas... Los mismos trozos de jamón que tenía pensado echar al cocido se habían enmohecido, y aquél paquete en su día cerrado al vacío era ahora una bolsa llena de hongos y esporas. De modo que nuestro protagonista empezó a sacar y vaciar aquel estante, y a prepararse para fregar. Mientras se dedicaba a frotar se decía a sí mismo que había que tener más cuidado, vigilar la parte honda de los armarios, no dejar paquetes abiertos... Todo mientras iba desmontando aquel nido de bichos y los veía escapar. Cuando hubo acabado su tarea, dejó todos los botes y fragmentos de comida en su lugar... y vio bajar del estante superior del amario a otro escarabajo. Se sobrecogió viendo que el armario tenía hasta cinco pisos en los que se veían productos de diversos tipos, como queso rallado, azúcar, harina... Pensó en la cantidad de accidentes similares que podría encontrarse y se asustó. Se preparó para vaciar todo aquello, y Doña Marta Palacios entró por la puerta.

-Perohijoquéhacescómoseteocurresacartodoahoramiraeltrabajoquevamosatenerparalimpiarestoy
aversipodemosmeterloquehetraídoqueesmuyimportantedejarlobienqueluegosemontanlíosahícon
bichosytodo...
-Pues mira, precisamente estaba limpiando un montón de harina llena de bichos. Hay que cerrar bien los paquetes, mamá...
-Nohijoestátodomuybienordenadoporqueyotengouncuidadoexquisitoconesascosasqueunavezseme
abrióunpaquetedeazúcaryesosepusotremendoyyonoquieroquesevuelvaaproduciralgoasíahoravas
túysacastodo...
-Mira, mamá, voya esnseñarte esto, yverás como estaba...

Pero Fran se asombró de que en los pisos superiores del armario no había nada. Había montado todo aquel lío para nada.

-Hijovescomotienesquehacermecasoynosacartododesusitioahorayolotengobienyvienestúaquíadar
leccionesynisiquierahashecholacomidahacedmecasoporunavezJuanytúyoséloquedigoyporquélodigo
avercómocolocamoseso...
Fran se echó las manos a la cabeza viendo que en efecto, no había hecho la que era su principal labor casera aquel día. Maldijo a todos los animales y a los ecosistemas, y Doña Marta lo corrigió:

-Nohijolosanimalitosnotienenlaculpadequetúhayasdejadodehacertustareassacandolascosasdesusitio
eresúelúnicoresponsablequenospasaatodosyoyatedigoqueavecesasacolascosasdesitioynolasvuelvoa
meterytodoeltiempoquepierdobuscando...
-Bueno, mamá, déjalo. 


Comprar cómics dos veces.

-Bueno -dijo feliz Juan-, pues ya tengo otra vez El Incal de Jodorowsky y Moebius.
-Otra vez -respondió Fran-. Este ya lo has tenido tres veces.
-La primeran lo perdí, la segunda se rompió... Es lo que hay. No se puede dejar de tener éste.
-Pero algo así como los últimos cinco tebeos que te has comprado eran repetidos -prosiguió Fran.

En efecto, Juan últimamente había "recuperado" El Eternauta de Breccia, varios tebeos de Steranko, los primeros de Mignola... Todos ellos que ya tenía en ediciones antiguas, y que se habían ido perdiendo, bien por abandono, o por préstamos que no habían sido respetados en su retorno... Eso y las muchas y buenas ediciones que se estaban sacando de clásicos del cómic había motivado las últimas compras de Juan

-Hombre, recuperar el de Green Lantern y Green Arrow de O' Neill y Adams sí que era un poco estúpido, pero El Incal sí que hay que tenerlo. Y tú sabes cómo lo perdimos.
-Ya, pero es que te has pillado los dos a unos 30 euros el tocho.
-Y ya pienso en los de Corben, que también los perdí...
-Y bueno, el Watchmen hace más tiempo, pero también lo recompré.
-¡Espero que no te de ahora por ahí!
-No, Fran, además en éste sí que nuestra edición es mucho mejor que las que salen ahora.
-Ten cuidado, lo perdiste una vez por un mal préstamo. Siguiendo el ejemplo del Incal puedes perderlo porque se rompa...
-Calla, ni nombres eso,
-Sí, a ver si te pillas alguno que no sea reponer lo mismo que tienes.
-A ver, te aseguro que lo deseo.


miércoles, 6 de febrero de 2019

Tácticas de venta contraproducentes.

Bueno -pensó nuestro protagonista-, me valen, pero podría ser más cómodo. Cogeré tres de la talla inmediatamente superior. Comprarse pantalones, una de las actividades dentro de las que eran normales en la vida habitual de nuestro protagonista que menos le placían, había sido en aquella ocasión relativamente sencillo. Bueno, uno de los pantalones que cogió tuvo que ser de la talla que le había entrado pero que había dejado por otra superior. Así que en esas andaba nuestro protagonista, cogiendo sus compras, cuando aquel dependiente pesado se le echó encima:

-Caballero, ¿puedo ayudarle?
-Ahora ya no, gracias, ya tengo lo que vine a buscar.
-¿De verdad no quiere unas camisas o jerseys? Los tenemos muy buenos y...
-Mire, vine a por pantalones y ya los tengo. Cóbreme si hace el favor.

Refunfuñando y soltando una verborrea molesta ofreciendo casi toda la tienda, el dependiente se encaminó al mostrador y empezó a anotar los precios. Entonces el dependiente reparó en el pantalón de menor talla:

-Sabe uste que ha cogido uno de talla menor ¿verdad?
-Sí, lo sé, pero haga el favor de cobrar.
-Es que si los quiere todos iguales en este modelo tiene lo que necesita...
-No, mire, no me interesa pagar 20 euros más por cada uno que me lleve. Haga el favor de cobrarme.
-Los tiene de pana, de algodón, de...
-Le digo que me cobre, que ya está todo elegido.

Cinco minutos más tarde, el dependiente había recibido el dinero y parecía decido a dejar marchar a nuestro protagonista, pero...

-Espere, non se vaya, todavía eso le puede hacer juego con...
-Mire, se lo voy a decir claro: si así espera vender más es contraproducente.

Por fin el dependiente se calló, y Fran pudo salir. Lo bueno es que lo que se llevaba de la tienda, lo había cogido el solo sin ayuda de nadie. Pensó en varias tiendas donde habñía tenido experiencias similares, y reparó que normalmente eran tiendas de ocio: tebeos, libros... En una de ropa, de lo que menos le gustaba, era todavía peor. Se rehizo y mientras caminaba a su casa deseó firmemente que no undiera el ejemplo y le hicieran aún más amarga esa experiencia. 

lunes, 4 de febrero de 2019

La maldad de un simple paraguas.

-Bueno, pues toma los 5 euros
-Grasias, siñor -dijo el hindú que le vendió el paraguas.

Al final había ocurrido lo que nuestro protagonista deseaba evitar. Creyó que pese al anuncio de lluvias que esperaba para aquella tarde, podría llegar a casa sin necesidad de un paraguas y que no sería necesario gastar dinero ni sufriría ninguna molestia. Pero la lluvia arreció, y además, él y Juan Gordal habían sufrido un retraso a causa de una manifestación en Sol que les obligó a desviarse. Aquel paraguas parecía de mala calidad pero sufiencte para llegar a casa al abrigo de la lluvia.

-Si no hubieras sido tan cabezón y hubieras cogido uno al salir esto no sería necesario -le dijo Juan.
-Bueno, pero ya está hecho. Ahora me protegeré con él y...

Fran se horrorizó al abrirlo. Ya hemos dicho que seguramente no iba a ser el mejor paraguas pero solo con abrirlo, los hermanos ya vieron que se había doblado una desus varillas.

-Joder, y cinco euros por esto -dijo Fran.
-¡¿Cómo?! ¡¿Encima has pagado 5euros?! ¡Si siempre los acaban dejando a tres. Eres tonto
-Bueno, mira no me cargues, a ver si llegamos con él a casa.

Nuestro protagonista lo llevaba con mucho cuidado, pero al llegar a una calle más ancha el viento arreció y dio la vuelta al parguas. Y al colocarlo, otras dos varillas se estropearon.

-Bueno, ya está la mitad del camino hecho. Yo creo que llegas. Y te has mojado lo justo.
-Pero vaya mierda de paraguas... -comenzó a decir Fran, y se cortó porque el mango del mismo cayó de su mano-. Bueno, si esto sigue así, al final llego a casa en pelotas.
-Parece mentira, Fran, creo que un parguas no puede dar lugar a más incidencias que las que te han caído a ti
-Lo que sé es que a partir de ahora cuidaré de llevar siempre el mío de casa.