sábado, 18 de julio de 2020

Al borde de la cuarentena.

¿Qué te pasa, Fran? —preguntó 
la Tía Maria Cristina viendo 
a nuestro héroe como ido 
contemplando aquella pantalla 
del restaurante donde había llevado
 a la familia.
Es que es una cadena 
de estas de vídeos musicales, 
y ya ponen un bloque de vídeos
 de los años 2000
 a 2010. Esta música es ya la de cuando 
yo salía y está en una sección de 
recopilatorios. Me siento un
 puñetero yayo.Hombre, estás bordeando ya muy peligrosamente los 40. El domingo te caen 39 añazos encima —le 
dijo Juan Gordal—. Bordeando la cuarentena y no me refiero a la pandemia.VamoshombresitúeresunyayolatíaMariacCristinayyoquésomossitienesmenosde40añosyni
siquieralosalcanzasestedomingoestásyacasicomocuandoanosotrasnosponenlosvideosdeRaphaeldelos
60cuandotúoyeselreaggetonese... —empezó a decir Doña Marta Palacios.Oye, un respeto, que yo esa mierda no la he oído nunca...

 Entonces el dueño del local, sin él pretenderlo, intervino 
cambiando a un programa deportivo donde 
salía como leyenda de la liga...¡Caminero! El aguerrido y no exento de calidad mediocampista del 
Atlético de Madrid en la primera mitad de los 90. También le había visto ya jugar y retirarse nuestro 
protagonista.



BuenopuesluegohablarándeZarraodeGentoolosqueveíanuestropadrequeesosloshemosvistoMaria
Cristinasinoerescapazdeaguantarlovetepreparandoporquenosotrasllevamosmuchísimotiempoasíy
miracómocelebramosloscumpleaños...¡Y ahora ponen la final de Wimbledon de Nadal contra Ferrer! Que también la vi en su momento y
 recuerdo lo agónica que fue. Y ya sabéis que ni Nadal ni el tenis son santos de mi devoción.Bueno, sobrino, esto tendrás que aceptarlo, porque lo vas a ver muy a menudo a partir de ahora —le 
dijo la tía Maria Cristina.Nosotros tenemos que salir, pero aquí tienes un paquete de regalos para el día —le dijo el tío Paco—. 
¿Lo abres ahora o el domingo?Mejor el domingo, necesito reflexionar —respondió nuestro protagonista.

 Llegó el domingo, nuestro héroe tenía bordeándole la cabeza a Caminero, a M Clan, a Nadal... Pero al
 dirigirse a la cocina ahí estaba laborando Doña marta Palacios.Tesestoypreparandounoscallosaversitedamosunbuencumpleañoshijoquetelohasganadoque
siemprehassidounbuenhijoysiempremehasayudadoytodosteareciamosmuchoademásestáJuanque
hasalidoacomprarte...
 
 
Fran, emocionado, dio un abrazo a su madre, y llegó la hora
 de abrir los regalos. Juan Gordal le había comprado el integral 
de Isaac el Pirata, de Christophe Blain. Doña Marta Palacios  
le había preparado la comida, el regalo del tío Paco eran 
embutidos y el de la tía Maria Cristina... Una camiseta de
 los X men. No era su favorita, pero pensó en el regalo y sonrió. 
Además, carolina y Alvarito le dijeron que
 en la Rioja donde estaban habían encontrado cosas a su gusto...
 Bueno, pues cumplir 39 no estaba tan 
mal. Y a esperar muchos más reviviendo el fútbol y la música
 pasados. Ysin la cuarentena encima ni 
en años, ni en medidas sanitarias.

¿Moda? ¿Imposición? ¿Y qué hago yo siguiéndola?


⸺4.95 euros.
 ⸺Tenga. Es reutilizable ¿no?
 ⸺Hasta cierto punto. Tenemos muchas más, con muchos motivos y personajes...
 ⸺Sí, ya veo, pero los gorilas me parecen bien.

 Si solo seis meses antes le hubieran dicho a Fran que iba a estar mirando mascarillas de protección sanitaria como si fueran una prenda más de ropa, y decidiendo cuál tenía el dibujo más agradable seguramente hubiera mandado a quien se lo dijera a paseo. Pero sí, la pandemia que había recluido a la tercera parte de los habitantes de su planeta en sus casa y amenazaba con volver a hacerlo en amplias zonas de su país había convertido un instrumento de protección de la salud en un complemento más. Fran había empezado llevando mascarillas quirúrgicas, primero porque confiaba más en ellas, y segundo, porque le parecías ridículo banalizar así una medida de protección de la salud. Se había resistido a usar las de tela, pero viendo la cantidad de basura que se producía desechando las quirúrgicas, basura peligrosa, además, se tuvo que rendir a esta nueva ¿moda?. Las había de todos los modelos y con todos los motivos imaginables: que remitían a la máscara de Darth Vader de su querida Guerra de las Galaxias, con ositos rosas y más pequeñas para los críos, con motivos políticos poco recomendables para cierto sector de descerebrados e incluso Fran había observado que en ciertas zonas de su ciudad donde se asentaba una importante población inmigrante, los africanos solían usarlas con motivos tribales. Nuestro personaje llegaba a  sonreír, olvidando a ratos la situación de aquellas pobres mujeres, pensando que las musulmanas de familias integristas no debían notar diferencias con si niqab habitual. Y en el suelo revoloteaba una página ajada de una revista, que debía ser de moda, hablando del fenómeno del «covid chic», el cursi nombre que habían puesto en París al  hecho de que los grandes modistos estuvieran desarrollando ejemplares de este material que lucieran bien.  Fran pensaba en lo extraño y banal de todo esto cuando dos señoras muy empingorotadas de las que lucían en sus trapitos faciales los símbolos políticos antes mencionados hablaban en estos términos del epidemiólogo que estaba intentando coordinar como podía la emergencia sanitaria:



 ⸺Pues ir a ese homenaje, porque ya ni siquiera se puede decir funeral, con esa mascarilla de dibujitos es para meterlo en la cárcel ⸺gritaba la de la bandera sobre fondo militar.
 ⸺A ellos y a quienes han puesto donde está al sepulturero ⸺respondía la del aguilucho.

 Joder, cómo se ha banalizado esto, pensó para su interior Fran, que ya es hasta motivo de cárcel para algunos. Bueno, mis gorilas lucen muy chulos. A ver si pillo otras. Las hay del Atleti, de varias películas...

miércoles, 15 de julio de 2020

Al borde del parraque.


¡Exijo saberlo! ¿¿Qué es esto
y quién lo ha traído??
¡¿Por que está aquí?!
Que no lo sé, mamá,
pero la verdad
¿es tan importante?
Síqueloesporqueaversiunoyano
vaatenercontrolsobreloque
estraensuscasayonotengoporqué
aguantarestonuncasabéisnadapero
elpaloesteestabaahíyonolohepuesto
yahíhaaparecidosiyonolo
quieroporquetenéisquetraerlo...
No había consuelo para
Doña Marta Palacios.
Aquella barra de incienso
⸺o eso creía nuestro
protagonista que era⸺
 había aparecido en una de las estanterías de la casa de los Gordal Palacios. La verdad es que ninguno
de los habitantes de la casa era fan de poner a quemar aquel producto, pero tampoco podía entender 
nuestro héroe el tremendo enfado de Doña Marta Con su aparición.



Aquítodoelmundotraecosassinconsultarmeynohayderechoaquenosecuenteconmigoparanadaen
casatodoelratoaparecencosasasínoluegonuncasabéiscómoestánynuncamehacéiscasoyseguísviviendo
enmicasa...Mira, mamá, sinceramente que haya un palitroque de unos 15 centímetros de largo por medio de 
diámetro  en una esquina pendiente de limpieza no me quita el sueño. Alguien lo traería en algún
 momento. Carolina es la más probable por los puestos de productos exóticos y herbolarios donde solía
 ir, pero ya no está aquí, y no veo que muerda, que sea peligroso... ¿Eres alérgica al incienso o algo así?Noesalergiaesqueexijosaberquiénentraenmicasaypoaraquéporquérestáestocuandoningunolo
usamosyporquétenemosqueencontrarlocuandolimpiamosaversiahoravamosatenercosasdefueraaquíy
encimanadiesehaceresponsable...Mamá, sinceramente, no sabemos quién lo habrá traído ni por qué, pero mira, habrá sido el rey 
Gaspar el último día de Reyes.¿Estás más contenta? ⸺dijo Juan Gordal intentando calmar a la 
matriarca de la familia.

 No, no estaba más tranquila. Fran vio cómo las venas de su madre se hinchaban todavía más. Temió 
que acabara dándole un ataque. Y el motivo fue increíble:Encimablasfemiasparadecirquepasaisdemíesloquermequedabaporveraquíhabéisdecididonoyaque
novalgonadaenmipropiacasayquesepuedatraerloquesequieraqueecháislaculpaalospersonajesbíblicos
cualquierdíaapareceaquíeloroylamirra...Buerno, pues mira, dámela  ⸺dijo nuestro protagonista⸺ y si aparecen la mirra y sobre 
todo el oro, tranquila, que yo me los guardo.
 Doña Marta pareció calmarse, mientras nuestro protagonista se llevaba el incienso, que pensaba tirar 
en el cubo de la basura en cuanto nadie le viera. Pero la calma de la matriarca de los Gordal Palacios 
fue efímera. Solo dos minutos más tarde apareció un ticket de una compra en una mesilla:¡¿Y ahora esto!? ¡¿Qué hace esto aquí?!
 
 Nuestro protagonista, asombradísimo echó un ojo a ver si es que era una compra innecesaria o cara:
 en absoluto. Era la compra de la semana que habían hecho Juan Gordal el día anterior y el precio era
 de los noventa euros que solían marcar esas adquisiciones semanales.Yo no veo nada extraño. Ya sabes que solemos guardarlos para controlar el gasto, y todo está en
 orden.Noestáenorden... ⸺comenzó a decir Doña Marta⸺Aversiahoraunavaatenerqueencontrarse
porahíticketsdecompraovaatenerqueaguantarqueaparezcanpapelesfueradesitioaverquéhaceestoaquí
quemevaisamatarporanulación...Bueno, mamá, tendremos cuidado  ⸺dijo nuestro protagonista sin saber cómo calmarla⸺.
 Pro no te pongas así, que te va a dar un ataque.Yencimanopuedoniquejarmeporquecomooshadadoporquenosirvoparanadaoscreéisquevoya
reventarestonolopiensoaguantarahoramismoexijoquemedigáisporqueestabaahíyquesemediganlas
cosasqueestoyyacansadadequenocontéisconmigo...

 Nuestro hombre se las vio y deseó para clamar a su madre, y lo pasó fatal viendo cómo se iba
 hinchando y enrojeciendo A este paso va a convertirse en superguerrera, dijo recordando a Son Goku
 y los dibujos de Bola de Dragón.



jueves, 9 de julio de 2020

Estallido, la película del momento.


 
Esincreíbleloqueseparece
aloquevivimosahoraesunaficción
yparece
aratosundocumentalde
lapandemiaylostrajesquellevanylasprecuaciones
quetoimanbusacandoelmonoquellevó 
elvirusqueenlavida
realesunpangolínloúnicoquenopegaes
esosmilitaressiniestrosmetiendobaza... 
⸺decía Doña Marta 
Palacios viendo Estallido.
Bueno, en la vida real los americanos
bien que se han puesto a joder y dar por culo
 a otros países cuando podían y a su propia 
gente cuando no. Pero sí, esto nos parecía
 una ficción hasta trepidante 
no hace mucho ⸺respondió nuestro protagonista
Elmitinsobramegustamucholapelículaesentretenidayhaymuchasparecidasperocreoqueestaes
divertidahumanaylogrameterteenlapieldelospersonajesyestoestodounlogroenalgoqueparecetan
abstractocomounbrotevírico...
Estallido era una película con intenciones meramente lúdicas, sin embargo el hecho de que el planeta
 donde vivía nuestro protagonista se hubiera sumido en un brote pandémico a causa de un virus 
desconocido y muy contagioso, la había puesto de actualidad y hacía que muchos de esos doctores 
liendre que de todo saben y de nada entienden opinaran con toda libertad sobre el problema sanitario 
existente comparando con lo que habían visto en la película. De todas formas, independientemente de 
su similitud con el momento actual, la película de  Wolfgang Petersen lograba crear una aventura 
amena sobre la base de que un virus letal se expande por el mundo, aderezado con una oscura trama 
militar para esconder que  buena parte de la culpa del brote la tienen las negligencias del ejército 
americano, y sobre todo, para encubrir que con desconocimiento y maldad han cometido muchas 
tropelías intentando detenerlo.
YdustinHoffmanestámuybienperoesqueencimatienebuenrepartoconReneRussoyMorganFreeman
aunoleimportalaperipeciapersonaldeldoctorqueionterpretaHoffmanylasescenasdseacciónsonmuy
emocinantesylavidadelagentenormalentremedias...
Eso creo que es su principal mérito. Logra mezclar bien juegos de poder e intrigas con miedos
y humanidad de gente normal, aparte de que Hoffman es un monstruo.
Cuandolaescenadelaniñaqueencuentraelmonocasimeemocinéymedabapenapensandoquelaibana
haceralgoesossalvajesperollegaaellaantesDustinHoffmanylaconvenceyllegaalacuranosésiconun
pangolínserálomismo...
El gran fallo de ola película es que ponen a un mono capuchino, que son sudamericanos como
 africanos. Pero bueno, si se pasa ese detalle, es muy agradable de ver. Y más cercana a la realidad 
de lo que creíamos, como se ha visto.


Ficha de la película, aquí.

El parque a la inversa.


Bueno, pues a ver dónde podemos tomar estas
 coca-colas ⸺dijo nuestro protagonista al entrar 
en ese parque⸺ Toda la hierba está llena, las 
vallas con gente sentada, hasta los árboles con gente 
apoyada contra ellos.
Y curiosamente, los bancos, que es donde la
gente debería poder sentarse siguen precintados.
Desde que nuestros personajes habían salido del
confinamiento solían acudir a aquel parque a pasar 
la tarde. Aunque estaba lleno de gente volviendo a 
sus tareas y quehaceres, detalles como este de los 
bancos seguían demostrando que no era un año cualquiera. Al salir del confinamiento parecía lógico que
 no permitieran a la gente sentarse en los bancos para enseñar a la gente lo que debían hacer y lo que no, 
pero superadas todas las etapas de vuelta, seguían envueltos en cintas de la policía remarcando que 
estaban fuera de uso. Lo que no evitaba que la gente se agolpara a lo largo de todo el parque con sus 
bolsas de patatas, sus coca-colas, latas de cervezas, etc.
Es muy curioso, la gente hace vida completamente normal y las autoridades parecen empeñadas en
seguir en la primera fase.
Yo no sé si esto es recomendable, lo que no tiene sentido es que pretendan impedir a la gente usar
los bancos por la distancia y cosas semejantes, y se quitan las mascarillas, se agolpan, se revuelcan en 
la hierba...
Y como antes y después de la pandemia la gente es de natural guarro, igual revolcándose entre
mascarillas y guantes, quien sabe de quien.
Mira desde aquí, desde esta cuesta.
Los dos hermanos observaban la enorme explanada del parque, la aglomeración de personas en toda
 su extensión, las franjas de hierba convertidas en merenderos... Y los aparatos de rehabilitación de 
ancianos, y los bancos, paradójicamente vacíos y precintados.
Pues lo más seguro va a ser irse a los huecos cerca de los adminículos de mobiliario urbano, al
menos no retozas en el virus.
Da igual, a este paso dentro de nada vamos a estar todos precintados pero en nuestras casas otra
vez.


miércoles, 1 de julio de 2020

Higiene postpandérmica.


Creo que estoy entrando en el Corte Inglés que en todo el resto de mi vida ⸺dijo Juan Gordal mientras dejaba aquel urinario.
Y eso ahora, que hubo días que tuvimos que
aguantar horas.
Ir al baño fuera de casa era algo tremendamente
duro en la vuelta a la normalidad de la vida en el país 
de nuestro protagonista. Aunque teóricamente salvo 
las medidas de precaución que el gobierno prescribía a
 la población, no siempre fáciles ni de cumplir por los 
ciudadanos ni de vigilar por las autoridades, el país ya había recuperado su ritmo normal, o al menos lo 
más normal que permitía el riesgo de contagio del virus que había castigado ese planeta, los servicios 
públicos seguían cerrados, y no todos los locales tenían abiertos sus aseos. A veces uno llegaba al 
de aguantarse las ganas de mear tanto tiempo que al final forzado entraba en el primer bar que veía y 
sólo tras pedir una caña por disimular se daba cuenta de que ahí tampoco podía. Incluso Juan había
llegado en una ocasión a pedir que le dejaran ir al baño en un restaurante pijo.
Y luego está el asunto del lavado de manos, que
hacen falta tantos productos y tiempo que uno se
va siempre con sensación de haberse dejado algo
⸺sentenciaba nuestro protagonista.
Sí, eso de llevar una botellita de gel
hidroalcohólico de ese encima creo que era lo último
que me quedaba por hacer. Y dicen que hay que tener
cuidado con él que es muy inflamable.
Eso es un bulo, Juan, pero acomodarse la
botellita y vigilar de no mancharse con él para no ir
oliendo a alcohol y con los restos también tiene su 
cosa ⸺dijo nuestro protagonista poniéndoselo 
al salir del baño.
Ya en la calle los dos hermanos continuaban hablando
de la situación. Juan afirmó algo que en algún
momento había pasado por la cabeza de nuestro protagonista:
Pues igual ahora hay mucha gente que mea en los parques ¿no?
Mejor no hacerlo, que creo que están duros con las multas. En fin, que cada vez que se pase por
el Corte Inglés o un bar abierto habrá que aprovechar.
Habrá que hacerlo, sí.

El cine que hay.



Pero lo que yo no entiendo es por qué el cine que ponen aquí es siempre como conceptual, de Godard, de Pasolini, a veces algo de Jodorowsky... ⸺dijo nuestro protagonista observando la cartelera de cine de verano al aire libre que iba a proyectarse en aquel parque del barrio.
Hay que acostumbrarse, Fran, que de
momento es el cine que se puede ver. Y de
todas formas era cine para un festival gratuito,
no cine para competir con los estrenos comerciales.
¿Y eso justifica que solo los pedantes puedan acudir a verlo?
En efecto, si bien todos lo veranos existía en la ciudad de nuestro protagonista un festival de cine al aire
libre, parecía claro que aquel año era el que más gente iba a acudir. No olviden que los lugares cerrados
donde tiende a concentrarse gente eran los más peligrosos de cara a convertirse en un foco de contagio
del virus que había sumido a la ciudad y el planeta de nuestro protagonista en una cuarentena forzosa de
duración variable según países y latitudes. Así que una de las mayores aficiones de nuestro personaje se
había tenido que adaptar a la situación:los cines al aire libre se encontraban más solicitados que nunca, y
hasta en ellos había habido que tomar medidas que evitaran la proximidad excesiva entre los asistentes.
Si no quieren poner cine comercial podrían haber puesto cine clásico de los 50, ciencia ficción
antigua, westerns... Cine que no haya que ir a verlo con pretensiones pseudointelectuales.
Ese se puede ver por todos los canales habituales, Fran. Aquí viene quien viene
Nosotros hemos visto en proyecciones al aire libre varias de la Hammer, como El Experimento
del doctor Quatermas, cine de los 80 de ese que ahora recuperan con cosas como la serie Stranger Things...
Y bien que disfrutamos. Y la gente iba a verlo con gusto. Aquí parece que el ayuntamiento solo quiere que
vengan cuatro cretinos pedantes
Bueno, dice mamá que el otro día había gente hasta detrás de la verja del parque.
Nos ha jodido, si es lo único que hay, y encima hay que guardar espacios...
De todas formas mírate el programa a ver si quieres ver algo. Y acostúmbrate.
Bueno, El Ladrón de Bicicletas, de Vittorio de Sica tiene un pase. Pero qué ganas de cine del
de verdad, Dios mío.

El trabajo de Darwin.

¡Se me ha rotooooooooooo!¡Yo quiero otra yaaaaaaaaa... ! —sollozaba a voz en cuello aquel niño con su mascarilla rota en las manos.
Bueno, tranquilo que en casa lo arreglaremos —intentaba calmarlo su madre.
¡Que me voy a poner malo! ¡Todo este rato estoy desprotegido!

Nuestro protagonista observaba la escena y contenía la risa, al tiempo que pensaba en cómo podían cambiar hasta los temores infantiles en una pandemia. Hasta ahora todos los niños que había visto parecían seguir con la vida normal de un infante en cualquier momento y jugar despreocupados en la calle. Y había notado Fran que algunos se divertían con nuevas normas como llevar mascarillas, que de hecho habían empezado a fabricarse con dibujos o estampados que las volvían más infantiles o agradables. Pero este pequeño estaba llorando porque seguramente se veía ya en una UCI intubado. Se sonreía todavía de aquello, cuando en un banco encontró a dos hombres de mediana edad pasándose una cerveza litrona de la que ambos bebían a morro. Y tenían una curiosa conversación:

Si todo esto es una tontá, hombre. Si todos los años mueren un montón de víctimas de la Gripe común.
Desde luego que nos hayan tenido todo este tiempo encasa sin salir es para protestar, yo que sé, ante Estrasburgo o La Haya.
Alguien ha querido hundir la economía, está claro.

Sorprendido, pensaba nuestro protagonista que al menos el niño de la mascarilla rota tenía el pase de su corta edad, pero los adultos estúpidos eran realmente para asustarse de la propagación del virus. Recordó aquella frase de Yoda en el episodio II de Star Wars, El ataque de los clones: «Sin duda maravillosa la mente de un niño es». Desde luego, el pequeño no entendía bien la transmisión del virus ni el funcionamiento de las mascarillas, pero era más consciente del peligro que aquellos dos mastuerzos. Y encima parecía según las autoridades sanitarias, que los niños eran menos propensos a la enfermedad. De modo que tenía más miedo a contagiarse quien menos expuesto estaba. De pronto alzó la vista y observó una riada de adultos de esos que llevan la mascarilla pero no se la ponen, o llevaban la nariz por fuera, o se la colocaban mal... Bueno, pensó nuestro protagonista. Los críos al menos saben que nos enfrentamos a un problema grave. Quizá a las nuevas generaciones sea más fácil explicarles cómo se usan los útiles sanitarios. Y los adultos estúpidos caerán por las leyes de Darwin.