sábado, 27 de noviembre de 2021

Kid Galahad - Kiko Martínez. ¿Golpe de suerte?

 


Pues yo ya no esperaba que nos
diera esta alegría ―dijo nuestro 
protagonista tras ver aquel combate 
de Kiko Martínez.

Siempre se ha basado en la pegada,
 que es lo último que pierde un 
boxeador ―le  recordó Juan.

El ilicitano Kiko Martínez había sido una de las grandes estrellas de este deporte en el país donde
residía nuestro protagonista. De muy joven destacó por su espectacular pegada y por su seriedad
planteando los combates. Esto le había llevado a tener grandes veladas en el peso supergallo, si
bien la mayoría de las verdaderas estrellas de la categoría habían demostrado que él estaba un
escalón por debajo. Había sufrido varios K.O.s, pero lo cierto es que había seguido su carrera con
bastante dignidad, y últimamente, ya a sus 35 años y aparentemente en regresión, había subido al
pluma donde había encontrado un nuevo acomodo. En general estaba recibiendo bolsas medianamente
buenas por ir al Reino Unido a ser la piedra de toque de los boxeadores emergentes de aquel país.
Ahora se presentaba como oponente digno para el campeón IBF de la categoría, Kid Galahad. La
pelea empezó muy mal para el boxeador español, que se pasó los tres primeros asaltos arrinconado
por el boxeador británico. Sin embargo, a partir del cuarto decidió pasar al ataque, y su pegada
poco a poco se fue imponiendo.



Pero no obstante atacaba con más
 furia que técnica ―decía Juan―. 

Se notaba que había decidido 
que su oportunidad era noquear 
al oponente.
Siempre ha pegado mucho, 
y ahora se aprovecha.

 Al final del quinto asalto ya se notaba el poderío del púgil ilicitano. Justo al final del asalto conectó 
un golpe que hizo a Galahad volver a su esquina tocado. Y al final, en el sexto, Martínez volvió a 
meter su golpe exterior. Esta vez ya no hubo oportunidad para Galahad de levantarse.

Yo creo incluso que su esquina debería haberle impedido salir el sexto ―comentó nuestro 
protagonista―. Se le veía que no estaba en condiciones. Aun así, yo no sé si Kiko debería seguir, ha tenido cierta suerte.Está bien y sigue pegando. De momento es campeón. Y él dice que preparaba ese golpe, que no 
ha sido suerte.Bueno, el tiempo dirá. 
 ¿Y qué opinan ustedes? Como siempre, aquí les dejo un video sobre el combate para que opinen. 

Record de Kid Galahad, aquí.
Record de Kiko "la sensación" Martínez, aquí.

Las medidas que se guardan y las que no

 

 

Oiga, por favor, póngase bien la
 mascarilla? dijo aquella señora
 en la cola del super.
La chica joven a la que esa mujer
reconvino se colocó bien la mascarilla,
 y avanzó unos pasos.

Es que parece mentira que ahora que hablan de que vuelve esto, con lo que ha sido,
con nuevas variables siga habiendo gente que se tome esto a a ligera ? comentaban 
otras dos personas detrás de nuestro protagonista, pero tan cerca que se las podía oír.

Nuestro protagonista observaba la escena con extrañeza viendo cómo se juntaban todos los
 integrantes de aquella cola, pero vigilando todos con mucho celo que los aditamentos 
faciales permanecieran en su sitio. A fin de cuentas durante toda la etapa en que aquella
 plaga había castigado el planeta de nuestro personaje había habido gente desocupada
 preocupada en hacer guardar al milímetro las normas sanitarias al prójimo mientras ellos
 se las pasaban por el arco de triunfo. Ahora con la amenaza de nuevas variantes de aquel
 virus estos inquisidores de salón se sentían legitimados para volver a recrudecer su 
presión sobre el resto de la población. Pero era realmente curioso de ver cómo estaban 
todos vigilando las mascarillas de los demás mientras pisaban las marcas amarillas del 
suelo que seguían señalando la distancia que convenía guardar en el suelo. Mientras Fran 
estaba preocupado en estos pensamientos las cola avanzó un paso o dos. De inmediato un 
hombre de mediana edad le gritó:

¿No piensas avanzar o qué? ¿Vamos a estar aquí todo el día?
Fran no estaba por la labor de montar un pollo en aquel momento, pero durante todo su
 camino de vuelta a casa se preguntó si los gregarios que querían arrejuntarse en aquella 
cola y los ultras de la mascarilla serían las mismas personas.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Con todas las circunstancias

 

 

¿Y esa mascarilla azul? ⸺preguntó
Juan a nuestro protagonista.
Me compré varias, las que tenía ya
estaban muy tocadas ⸺respondió Fran.

La plaga que castigaba el mundo de nuestro personaje llevaba
bastante tiempo perdiendo fuerza, y desde luego tenía mucha
menos presencia en la vida de todos de lo que había llegado
a tener. Pero las mascarillas seguían siendo necesarias, y
como ya dijimos, Fran, salvo en aquellos ámbitos del trabajo,
de la salud, etc, donde por fuerza había que extremar las
precauciones, preferia llevar mascarillas de tela que no

producían toneladas de nuevos residuos
que anegaran aquel planeta. Creía que

no compraría más de aquellos artículos propios de aquella
época nefasta, pero observó que las mascarillas que tenía se habían dado de sí,
sobre todo en los elásticos que las sujetaban a las orejas y había tenido que

renovar su repertorio, toda vez que la recomendación de mascarillas seguía vigente y

no tenía trazas de remitir pronto.

Por lo menos no es una cosa excesivamente cara ⸺comentó Juan.

Yo espero que sea la última compra que tengo que hacer para eso.

Y eso que tú eras reticente a comprarte mascarillas con dibujitos o temas que las pretendan hacer 
amables.No es elección mía, es un puto desastre sanitario.

En efecto Fran no dejaba de recordar que al empezar aquellos tiempos difíciles él creía que las
mascarillas, como intrumentos sanitarios y de protección que eran no debían ser tratados a la ligera,
pero tal y como se habían desarrollado las cosas había tenido que cambiar su punto de vista. Y por
segunda vez tenía mascarillas del Atleti y de varios personajes de ficción a punto para ser utilizadas.

Y no quiero comprarme más. Qué ganas tengo de pillar merchandising normal.También puedes pillarlas de un solo color ⸺dijo Juan.En absoluto, o no las llevo o las llevo con todas sus consecuencias ⸺concluyó Fran.

La guarida

 

 

Ayhijopuesmehanchafadoelplanporqueibaair
alconciertodeBachperosiguenponiendoaforoyno
hellegadoyonoséporquésisevaalfútbolnormalmente
nopodemosirnormalmenteaoírunconciertomehe
quedadofuera... ⸺decía Doña Marta Palacios.

 Nuestro protagonista no asistía con frecuencia a conciertos, pero lo que le decía su progenitora no
le era extraño. Entre sus conocidos y allegados había muchos usuarios de la música, ya fuera clásica,
como Doña Marta Palacios, o de rock, donde sabía que muchas personas de su círculo más cercanos
se habían perdido espectáculos para los que habían comprado entradas. Llegado aquel momento casi
había que hacer un ejercicio de memoria para recordar que el planeta donde habitaba nuestro
protagonista seguía sufriendo una pandemia que no hace tanto había paralizado toda actividad en
muchas zonas del mismo. Por la calle la gente seguía llevando mascarillas, los cines seguían
teniendo aforos, los bares tomando medidas... pero casi nadie las respetaba. Nuestro protagonista
pensaba que él ya había superado definitivamente aquella época, pero cuando vio una presentación
con posterior firma de ejemplares por parte de cierto autor de cómic que seguía y admiraba se
sorprendió. También había un número limitado de plazas y había que pedirlas con antelación. Pero
entonces comprendió por qué aquellos espectáculos seguían limitados: el acto de firmas: los
conciertos y aquella firma eran a puerta cerrada, donde todavía seguían vigentes las restricciones.
Ese lugar, los interiores por donde pasaba público eran los últimos lugares donde el mal que les
afligía en aquel planeta era visible.

Pues es cierto. En el cine era lo mismo ⸺comentó.

Aesonohayderechoresultaqueconstruimoslascasasylosedificiosparaestarprotegidosdelodefuera
ysenosmeteahíesdondenosvieneabuscarelbichoasquerosomiraquelohemospasadomalconélperodela
calleyalohanechadomedanganasdeiracinesdeairelibre... ⸺contestó Doña Marta Palacios.También se irá de ahí, supongo. Pero es curioso, nos encerraron para evitarlo, y los interiores 
son su último refugio ⸺sentenció nuestro protagonista. 

viernes, 12 de noviembre de 2021

En la casilla número 0

 


En una pausa del trabajo, aquella compañera le mostró a Fran aquel video de su móvil. Ella se reía y repetía:


Mira el video de este mono, bailando el hula-hop.

De cría yo jugaba así.


Fran sintió de pronto emociones muy diversas. En un
primer momento de ira hacia aquella mujer vino
a su cabeza, aunque casi con igual rapidez recapacitó y no era ella la responsable. Si sintió asombro
por el hecho de que en el primer mundo aún alguien riera con números de animales salvajes haciendo
juegos y números aparentemente graciosos para los humanos. La ira, y las ganas de hacer una
barbaridad muy gorda de Fran se volvieron hacia ciertas personas a las cuáles no conocía y deseaba no
llegar a conocer nunca: el autor de aquel video y el propietario del macaco que lucía con ese aro
sobre su cintura. Fran sabía perfectamente que a los animales salvajes “amaestrados” se los adiestra
de una forma muy clara: a base de palos, dolor y terribles palizas. Precisamente había visto hacía
poco un ejemplo con un macaco como aquel. Y aunque pudiera ser cómica la pose de ese mono
en el video, nuestro protagonista no tenía la menor duda de que para llegar a aquel minuto y
medio de vídeo había habido un recorrido de meses, o quizás años de pegar palizas a aquel animal.
Expresó su punto de vista intentando ser correcto y no dar mala impresión:

A mí eso no me hace gracia. ¿Tú sabes la cantidad de hostias que hay que darle a un mono para que
 haga eso? 
 Su compañera se asombró y dijo:Parece bien de salud y cuidado.

Entonces Fran comenzó una explicación de diez minutos. Intentó suavizar su discurso y ser claro,
respetar a su compañera, que por sorprendente que pudiera ser aquel año parecía desconocer en
serio lo deleznable de aquellas prácticas, reprimir su ira... Al final le pareció que había salido airosos
del trance, pero se fue a casa con una impresión muy dura. Nuestro protagonista creía que al menos
en el primer mundo ya se sabía la verdad de los números circenses y de variedades con animales
amaestrados, pero parecía que aún había quien lo ignoraba. Él creía que ya este tema estaba
superado, y que nadie reiría esa gracia, que ahora ya la prioridad de animalistas y verdes debía
virar hacia otros temas. Pero no, algo tan básico, por lo visto seguía ignorándose. Y empezó a ver
que el futuro de su planeta pintaba muy negro si aún alguien reía con monos bailando el hula-hop.





El día de "casi"

 


Fran llegó a aquellas

escaleras. En el último

escalón, viniendo hacia él,

encontró a una mujer

haciendo el último esfuerzo

para subir un cochecito de

niño al piso superior del

que se disponía a bajar Fran. La
mujer hizo el movimiento necesario, y Fran pensó que sólo un minuto antes hubiera podido

ayudarla en ese trance. Evidentemente no se sentía culpable por algo que él no podía controlar,

pero sí una cierta incomodidad ante el hecho de haber llegado tarde a una situación en la que

pudiera echar una mano a una persona necesitada. Obviamente no tenía sentido lamentarse y

continuó su camino.

Unos veinte minutos más tarde en una puerta se encontró a un albañil cargado con un enorme saco
haciendo los últimos esfuerzos para mantener la puerta abierta y al mismo tiempo mover al interior
de aquel edificio su pesada carga. Un vecino de aquella casa que bajaba le preguntó:
¿Quiere que le ayude?

No, gracias. Un minuto antes me hubiera venido muy bien.
 Por segunda vez aquella tarde, nuestro hombre sentía haber llegado al hilo de las velas. No significaba
 nada, él sabía que no se había metido con nadie, ni había hecho nada malo o dañino para nadie. Pero
 la sensación era rara e inquietante. Nuestro hombre se rehizo y emprendió su camino. Entonces unos
 niños que jugaban al fútbol detrás de una piedra le llamaron. A pesar de los años que sabía que había
 cumplido, a nuestro protagonista le costaba atender cuando le llamaban señor, pero se dio cuenta de 
que aquellos chavales le llamaban a él, para pedrirle que les devolviera la peota que habían perdido. 
Fran, sintiendo que por una vez estaba en su punto intentó devolvérsela, pero su “centro” fue más 
desafortunado que ninguyno que hubiera visto fallar a ningún jugador por la tele. La pelota acabó 
muy lejos del campo donde jugaban los niños.

Yo os la busco, chavales —balbució incómodo FranDéjelo, señor —respondió uno de los pequeños que ya saltaba la valla a buscar la pelota.

 Pues estamos bien —ensaba para sí nuestro héroe—. Una vez que llego a tiempo la he jodido más. 
Me falta Jack Sparrow diciéndome que este será el día en que CASI fui útil para alguien. 


sábado, 6 de noviembre de 2021

El Chico de Oro

 

 

Aquel día en la cadena
 de televisión de la 
Paramount, nuestro 
protagonista encontró 
una película
 que recordaba 
brevemente de su niñez.
 Era una de las ahora 
entrañables muestras de la serie B 
ochentera, en pleno momento
 ascendente de Eddie Murphy
como estrella del entretenimiento: ElChico de Oro. De inmediato volvió a quedar cautivado con ella.


Joder, cuántos recuerdos tengo viéndola ahora. Con Eddie Murph haciendo sus gracias a
 criaturas sobrenaturales, el malo este que salí en casi todas estas, el Charles Dance ese, la mujer 
serpiente... Y dl argumento, claro, casi no me acordaba ⸺exclamó nuestro protagonista.Venga, Fran, no me dirás ahora que eres superfan ⸺le contestó Juan.Superfan no, pero sí recordaba detalles de ella que me gustaron, y que ahora me gusta
 volver a encontrarme.
 La trama de la película nos pone ante las aventuras de Chandler Jarrel, el personaje interpretado por 
Eddie Murphy, que es un detective de Los Ángeles especializado en casos de niños desaparecidos.
 Un día recibe el encargo de encontrar a un niño secuestrado por una banda de malhechores. Poco 
a poco va descubriendo quel niño en realidad es un elegido según una secta budista, sus secuestradores
 son unos adoradores del mal, y deberá ir nada menos que a Nepal a resolver el caso.
Empieza como policiaca y acaba casi como una de aventuras tipo Indiana Jones ⸺comentaba
Fran.
Y es muy divertida, tiene golpes buenos. Quizás haya uno o dos momentos donde Eddie Murphy
se pasa de bufón, pero no llega a molestar ⸺comentaba Juan.
Pues mira, es una buena peli de mi infancia. Creo que tenía cinco años el año en que se estrenó. Me
alegra reencontrar una peli recomendable.
No vuelvas a olvidarla, Fran.

Ficha de la película, aquí.

La ropa y el trabajo.

 

 

Pues con esto creo que
 ya acabamos ⸺dijo Fran⸺. 
Parece mentira, casi una semana
 poniendo lavadoras.Miraqueosdigosiempreque
medejéislaropaqueyomeocupoa
horaademásconloshorariosquehan
puestonopuedeunaponerlalavadoracuandoquieracomoahoratrabáisnopodéistampocoponerlascosasy
seacumula...No sé, mamá, el cajón de la ropa sucia estaba rebosante.
 Como comentaban nuestro protagonista la cantidad de ropa sucia para lavar que se había acumulado
 aquellos quince días era tremenda. Parte de aquella ropa parecía no estar ni siquiera en condiciones 
de volver a ser utilizada. También había hecho nuestro protagonista una selección negativa que había
 llenado dos bolsas de las que deberían deshacerse. Mientras, la colada había terminado.
Ahora hay que encontrar donde tenderlos, que eso también. Aún no habíamos acabado de secar la
 ropa anterior.Yonosédondevamos aponerlosimehubierasdejadoamílohabuerahechoamiritmoquenuncamedejáis
hacernadaahoraquetrabajáistendréqueocuparmeyodelascosasasíqueaversimeayudáisquetengoyoque
intervenir...Bueno, mamá, déjame que piense a ver dónde tendemos esto, que tener trabajo y ganar algo 
de pasta está bien, pero también conlleva inconvenientes.

 Con el tendedero lleno, nuestro protagonista observó a ver cuántas prendas de las que tenía tendidas
 estaban en condiciones de ir al cajón . Con una escalera y algunas sillas que tenía la familia Gordal
 Palacios en un rincón pudo encontrar sitio para su nueva colada. Pero mientras se preguntaba si en 
esas condiciones su ropa se secaría bien hacía un propósito de enmienda: había que hacer un plan 
para lavar la ropa sin que se acumulase de aquel modo. 


martes, 2 de noviembre de 2021

Alegría hasta en sueños

 


Por primera vez en bastante tiempo, nuestro protagonista tenía un plan semanal claro.
Trabajaba de 8 :00 a 16:00 horas y recibía paga por ello. Para aquel curso tenía trabajo
fijo. Era algo de lo que estar contento. Pero eso también llevaba inconvenientes. Eran
muy notables en aquella hora de la noche en la que se había desvelado. Tendría que ir al
baño, y no sabía si podría volver a dormirse. Si ese desvelo había llegado pasadas las 6:00
no tendría tiempo de volver a dormirse antes de las 6:30, hora en que se levantaba. Le daba
angustia mirar el reloj. Intentó dormirse de nuevo, pero era evidente que con las ganas
que tenía no podría volver a conciliar el sueño hasta que no hubiera meado. No quedaba
otra se levantó, miró el reloj... ¡Y sintió un enorme alivio! Eran las tres, podría
volver a dormirse y soñar. Incluso dormía bien. Así fue hasta que sonó el despertador,
ahora sí, a la hora de levantarse.

Buenos días, Fran. ¿Te has enterado de que han llamado de Netflix y quieren hacer serie de tu
 último escrito del vaporverso? —le dijo Juan Gordal.¿En serio? Sí, dicen que le ofrecerán el papel protagonista a Clara Lago. Que por cierto dice que antes quiere
 quedar contigo, que quiere conocerte.¡Pues diles que...! 
 En este momento, sí, sonó la alarma del móvil. Ahora eran de verdad las 6:30 y tocaba ir al trabajo 
de verdad. Mientras se preparaba el desayuno no dejaba nuestro protagonista de pensar en la alegría
 que había sido para él poder dormir tres horas y media más.Me he ido con tal ánimo que hasta lo que he soñado mientras dormía era bueno —se dijo a sí mismo.