miércoles, 26 de agosto de 2015

Shenzhen

-Entonces, ¿nada que ver con el anterior? -dijo Juan Gordal a nuestro protagonista
-Bueno, hay algunas partes de este tebeo que recuerdan al de Pyongyang, pero está más centrado en la vida cotidiana de la gente -respondió Fran.

Guy Delisle, el celebrado autor de cómics del Canadá francófono, se hizo célebre por una historieta de 2003, que fue considerada por la misma ONU el mejor documento sobre la cerrada Corea del Norte. Tres años más tarde, insistía en recoger en cómic su trabajo como dibujante y animador en diversos países asiáticos. Shenzhen hablaba de su estancia en un estudio de dicha ciudad china en el cuál debía dirigir los trabajos de un estudio de animación local subcontratado para películas infantiles europeas. En él relataba las diferencias entre el modo de trabajo de asiáticos y occidentales, la circulación por las calles, las exquisiteces de la comida china, la de verdad, no lade los restaurantes de aquí, la amabilidad de la gente, y también aspectos negativos, como lo caótico de las colas y aglomeraciones urbanas, o lo poco eficientes que son los servicios de limpieza urbana. Aunque dedicaba algún pasaje a las autoridades chinas, se centraba mucho más en aspectos cotidianos que en ellas, al contrario del meticuloso estudio del régimen que exhibió en Pyongyang.

-Parece que este lo dibujó en lápiz y no lo pasó.
-Sí, pero el tío tiene mucha maestría. Me parece un libro de viajes muy bueno, este cómic.
-De todas maneras parece un poco encasillado. Ya solo hace libros de sus estancias en países lejanos.
-Bueno, recientemente ha retomado otros temas haciendo uno, por ejemplo sobre cómo lleva y cuida a su hijo, y cómo crece el crío.
-Yo creo que a él le mola más los tebeos costumbristas, lo que pasa es que se encontró el éxito de Pyongyang y no abandona esa línea del todo.
-Puede ser, pero yo recomiendo todos los tebeos de Delisle que he leído, y Shenzhen no es una excepción.

El universo te quiere como teleoperador.

Fran se levantó con energías, pero también con ansiedad aquella mañana. Después de bastante tiempo intentándolo, había conseguido por fin un trabajo. Un trabajo ridículo y sin lustre, pero que de momento le permitía sacar algo de pasta para abordar empresas mayores. Como solía hacer con temas de trabajo, había consultado al primo Mario, que le enviaba mails a su correo electrónico con consejos. Lo primero que hizo en el día fue abrirlo y... Sorpresa. Un correo le recibió en su bandeja de entrada:

En relación con la oferta de grabador de datos telefónicos a la que se apuntó, le informamos que ha sido usted seleccionado para pasar una entrevista mañana jueves, día 27 de agosto.”

¡Vaya!, pensó nuestro protagonista. Ahora me he convertido en el tipo más solicitado del mundo. Sin embargo, la oferta no mejoraba lo que ya tenía, por lo que decidió desestimarla. Su actual puesto de teleoperador era una basura, pero no valía la pena dejarlo si no era para conseguir algo de altura, de modo que siguió con su rutina. Su duchó, llevando como siempre la ropa que pensaba ponerse, y en el bolsillo de la misma, su móvil. Y a mitad de ducha, este se puso a sonar. Fran no tuvo otra que salir y cogerlo. Yde nuevo noticias de trabajo:


-¿El señor Francisco Gordal Palacios, por favor?
-Sí, soy yo.
-Bien, era referente a una oferta de trabajo a la cuál envió su curriculum, y quisiéramos realizar con usted una entrevista de trabajo para que se incorpore a una campaña en Airtel...

Otra llamada de trabajo, y de nuevo para teleoperaor. ¿Por qué solo me llaman de ahí?, pensó nuestro héroe. Estoy capacitado para mucho más. Sin embargo era lo que había y tampoco mejoraba lo que tenía. La respuesta era muy clara:

-Se lo agradezco, pero ya tengo un trabajo.
-De acuerdo, pero guardamos sus datos para el futuro.
-Gracias a ustedes -dijo nuestro protagonista mientras pensaba que sería horrible que “en el futuro” necesitase recurrir a aquella oferta que ahora rechazaba.

Después de esto se puso a estudiar, pero de nuevo una llamada el móvil le interrumpió:

-¿Francisco Gordal Palacios, por favor?
-Sí, soy yo.
-Queríamos comunicarle que ha sido usted seleccionado para pasar una entrevista en relacción a una nueva campaña telefónica que...
¡No puede ser! ¡Estoy atrapado! El universo quiere convertirme en teleoperador de por vida. Pensó nuestro pproitagonista una vez desestimó la tercera oferta del día ofreciéndole lo mismo que todas.

sábado, 22 de agosto de 2015

Las viejas de la perrita.

 -¡Ay que mona, la perrita! Mira como se restriega. ¿Me la dejas? -preguntó aquella señora de
 respetable edad.
 -Bueno, puede acariciarle, pero es un macho.

 Desde los tiempos en que tuvo su primer perro, Coll, nuestro protagonista observó cómo había gente 
que era sencillamente incapaz de comprender que un perro más pequeño que un pastor alemán podía 
ser macho. Además, era el mismo típo de amante de los animales cursi que usualmente podía ponerles 
un lazo y no dejarles pisar el suelo. Normalmente señoras de avanzada edad solitarias, y aún más si el 
perro era como Diez, pequeño y lanudo. Tras soportar con resignación que aquella mujer le tocase la 
cabeza, Diez  volvió hacia su amo y se refugió. Pero la mujer seguía en sus trece: 
 
 
 
 -¡Adios, bonita! Y a ver si no la obligas a andar, que la pobre va con la lengua fuera.

 ¡Claro que iba con la lengua fuera! Era un perro, así, en masculino. Y  desde luego, en opinión de 
nuestro protagonista, era mucho más adecuado que viviese al modo en que viven los perros que una 
muñequita chochona. Al llegar a casa, reparó en que Doña Marta Palacios, su madre, iba ya
 acumulando edad, se acercaba lentamente a ellas pero no era ni mucho menos de ese tipo de señoras:

 -HolaDiezholafranyaveoquehabéisvueltoestabadeseandoverosseguroqueelpaseolehasentadomuy
bienquetodaslasmañanasvieneconmigoycorretea...
 -Bueno, me alegra verte así, porque he tenido un contacto con...
 -¡No me digas más! Con esa mujer que todas las mañanas veo y le toma por una perrita, y habla 
de que no tiene que tocar el suelo.
 -Sí,exacto.
 -Lo sé porque no para de decirme que Juan y tú no entendéis  la perrita y que la machacáis a andar,
 cuando debería ir en brazos.
 -Bueno, pues no es lo que nos dice la veterinaria.
 -Ya, yo se lo he dicho también pero no hay manera. Como de que entienda que Diez es macho.
 -Lo que me asombra es que te lo diga a ti también, usualmente esas señoras solo hablan con tios
 como Juan y como yo, a veces nos toman por maltratadores.
 -Bueno, a mí me propone que me quede con ella a tomar el té, cosa que no me apetece mucho.
 -En fin, espero que no te conviertas en una anciana como esa, que amí me estomagan un poco.
 -Yo creo que precisamente Juan y tú haréis que no sea así, porque casi todas son señoras sin familia.
 -Pues mira, con eso ya habré justificado el venir al mundo.

 

Prioridades al final del verano.

 
Aquel sábado nuestro protagonista se levantó y 
desayunó. Tenía tareas pendientes, y debía estudiar 
una hoja de apuntes para una última prueba selectiva
 en un puesto de trabajo que en aquellos momentos se
 ajustaba bastante a sus necesidades. Sin embargo lo
 primero en lo que reparó al levantarse era su bicicleta,
 que en aquel 22 de agosto solo podía recordarle un 
acontecimiento: sí, hoy empezaba la Vuelta Ciclista a
 España. Y no era una vuelta cualquiera: tenía el mejor
 cartel de las últimas ediciones, con todos los pesos 
pesados del pelotón apuntados, salvo uno, Contador. 
Además tenía un recorrido muy novedoso con pasos 
por zonas nunca vistas e innumerables etapas de montaña.
 Desde luego, era poco recomendable perdérsela. Pero no
 podía de ningún modo dejar de prestar atención a sus tareas, en ello iba el dinero para algún tiempo y
 acabar de una vez los estudios. Se dijo que tendría que hacerlo, y entonces reparó en que... ¡Este año
 esa supervuelta ciclista es simultánea del principio de la liga! ¡Y con el Atlético de Madrid jugando
 ese mismo sábado a las 20 :30! ¡No! ¡De ningún modo! Hay cosas prioritarias! El Atleti nunca se deja
 de ver. Faltaría más. Pero todas esas obligaciones acumuladas... Y la Vuelta... Y el 
Atleti... y sus tareas acumuladas... Solo una cosa cabía hacer y se la repitió para sí:

 -Aprovechemos bien la mañana, porque lo de la tarde hay que verlo, es solo hoy. Para seguir empollano 
aún hay tiempo.
 

miércoles, 12 de agosto de 2015

El trabajador de verano no tiene bula para lo que crea conveniente.

-Bueno, ya tenía ganas de tomarme un gazpacho -dijo nuestro protagonista cuando probó la obra de Doña Marta Palacios y Juan Gordal-. Está muy bueno, me alegro de que nos hayan devuelto la batidora.
-En realidad -explicó Doña Marta-, no nos la han arreglado. He gastado más dinero en otra.

 Esto sorprendió a nuestro protagonista, que había visto a su madre comprar dos batidoras en menos de un mes. La primera se rompió justo en la época de verano, en la que más se usaba para elaborar gazpachos, salsas y purés, después de llevar sólo cinco días en casa. Doña Marta la llevó al servicio de reparación donde se la habían quedado, pero por lo visto, no la habían arreglado.

 -¿Y hay derecho a eso? ¿Cuánto hemos gastado en la cochina batidora? ¿150 euros? Porque calro, la primera era con toda la prafernalia y costaría no menos de 90.
 -Algo menos, unos 147. Pero ya sabes en verano cómo funcionan estas cosas.
 -Pues no puede ser. A mí también me jode quedarme en Madrid sin vacaciones, pero si tuviese un trabajo procuraría ser profesional y hacerlo bien. Y no es la primera vez que me pasa. Que ya está bien, aquí al que no puede salir a la playa, encima lo putean. Le hacen perder tiempo y dinero.
 -Bueno, ellos me dijeron que me llamarían cuando la tuvieran, y di tu teléfono.
 -Espero que al menos no les pagases por hacer las coss tarde y mal. Ya te han hecho gastar más y tener más de una batidora.
 -Al menos, tenemos gazpacho.
 -Pero al año que viene no me vuelven a pillar aquí.

El metro enverano, hecho para joder.

-¡Oh, no! ¡Otra vez! -dijo nuestro héroe cuando vio que para ir a aquella prueba tenía que volver a coger un billete de metro. Se había propuesto no pagar su abono en agosto, pensando que en aquel mes casi no se desplazaba y no valía la pena. Sin embargo, pronto vio lo equivocado que estaba, ya que desde que empezó el mes había tenido que ir a dos entrevistas de trabajo, una visita familiar, y la presente prueba para participar en una película. Casi veinte euros se habían esfumado en estos viajes, pero seguía pensando que eran menos de la mitad de lo que le hubiese costado un abono que no iba a usar. Después de aquello, sedirigió a su destino, pero un nuevo cartel arruinó todos sus planes:

 SUSPENDIDO EL SERVICIO EN LINEA 10 ENTRE LAS ESTACIONES DE PUERTA DEL SUR Y BATÁN.

 Esto obligaba a nuestro protagonista a coger un servicio alternativo de autobuses que la EMT había puesto al efecto pero que era considerablemente más lento, aparte de desmontar toda su teoría sobre cómo llegar al local donde tenía lugar la prueba. Pero era la única opción posible, así que no tuvo otra que enseñar su tickert en el autobus. Un autobúas, además, bastante incómodo pues entraban en la sexta parte de espacio las personas que iban en un convoy de metro. Cuando pasados diez minutos se puso en marcha, nuestro protagonista preguntó al conductor dónde debía bajarse para su destino, pero éste dijo:

 -Y yo que sé, no hago este servicio normalmente, encima que me quedo sin vacaciones tengo que hacerlo en peores condiciones.

 Fran ya estalló ante lo que era el transporte público de la ciudad en verano, pero que además fuesen los empleados los que se quejasen le sacó de sus casillas. Parecía que encima de no poder salir, tener que pagar billetes, y que le provocasen incomodidades sin fin, era él el que tenía que aguantarse. Después de esta experiencia, tuvo mucho menos tiempo para hacer la prueba, y nunca sabría si con ese tiempo hubiese obtenido otro resultado, pero desde luego ahora estaba fuera de la película. Entonces pensó, que sí, que en verano, por desgracia, su amada ciudad era un mal lugar para estar. Lo cierto es que tampoco podía quejarse de que el metro y otros servicios estuviesen en obras, era el mejor momento del año para ello. Pero sería de agradecer, que al menos el metro no lo pasase por la cara con ciertos carteles.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Starship Troopers.

 "¡Yo soy de Buenos Aires y digo que apor ellos"
 
(Frase que suelta el protagonista adoctrinado de esta 
película en un reportaje propagandístico de esa guerra
surrealista)
 
-Por fin, durante un tiempo se volvió difícil encontrarla -dijo nuestro
 héroe con el DVD en la mano.
 -¡Y no será porque falta mierda de los noventa en las estanterías y las 
teles!

 En efecto Starship Troopers era una sátira en plan de ciencia ficción
 espacial de un mundo dominado por un militarismo absurdo y fascista 
que se ha aceptado y de cómo nadie osa contradecirlo. Pero lo grande 
de ella era que frente a las usuales grandes distopías futuras de este tipo
 lo contaba con una enorme dosis de ironía y sentido del humor: en el 
futuro que hemos descrito un meteorito caía sobre la 
ciudad de Buenos Aires y los gobernantes de ese mundo decidían usarlo 
como excusa para emprender una operación de conquista sobre el 
planeta de donde había venido, un planeta habitado por insectos 
gigantescos que evidentemente no habían decidido mandar el metorito y con recursos.

 -Y es graciosísimo cómo todos se dejan embaucar y se suman, aunque caen como moscas porque no 
saben combatir contra ellos -dijo Juan.
 -Es cojonudo cómo dice el prtagonista “Yo soy de Buenos Aires y digo que apor ellos.”
 -Pese a todo es polémica, hay quien dice que no es una critica, que es una apología del militarismo y
 el totalitarismo.
 -Pues mira, no creo, pero si hay alguien que piensa eso una controversia engrandece una peli.
Ficha de la película, aquí. 

Doña Marta agarra la perra.

-Aquí está su correa, el comedero, la pelota... -dijo nuestro héroe repasando la bolsa de Malita, la perra de tía Maria Cristina y tío Paco.
 -Sí, ya puede irse. Y la voy a echar de menos -dijo Doña Marta Palacios, sollozando un poco.

 Fran no daba crédito a sus ojos. La perra había estado una semana en la casa, el tiempo de que los tíos de nuestro protagonista hiciesen un viaje al extranjero. Ahora volvían a por ella, y era hora de devolverla. Pero Doña Marta parecía estar perdiendo al mismísimo Diez a tenor de su reacción.

-Joder, mamá, ni que fueses una niña de ocho años. Sabías a lo que venía, y dónde está si quieres ir a verla. ¿Literalmente vas a coger pla perra?
 -Bueno, pues yo la echo de menos -dijo secándo se los ojos.
 -Diez es nuestro perro y ella sólo estaba de paso. No hay para tanto.

En aquel momento llamaron al portero automático. Eran, claro, tía Maria cristina y tío Paco. Nuestro protagonista cogió la bolsa y la perra y bajó con ellos en el ascensor.

Malita, mi perruna! - Tía Maria cristina la llamaba así.
 -¡Qué bien la habeis cuidado! Se nota que es ella, pero de buen aspecto que tiene está irreconocible -añadió el tío.
 -¡Y se va así, sin mirar a nosotros para nada! -sollozó Doña Marta.
 -Mamá, son sus amos.
 -Pero yo mañana iré a sacar a Diez sin ella y estoy muy apenada.
 -Joder, mamá. Que los tíos sí dejaron a su perra aquí y no montaron este pollo al separarse de ella. ¡A ver si te vas a estar volviendo una vieja de estas que empatizan de forma exagerada con los animales! -¡Como me vuelvas a decir eso, te pego un bofetón!
 -Bueno, dile adiós a la perra.
 Doña Marta volvió a lloriquear.
 -De aquí al asilo -se dijo nuestro protagonista. -Quenovuelvasadeciresoyonoestoyviejamedapenaquesevayalaperra...
 -Venga, vamos a ver a Diez, a ver si él te entiende.

lunes, 3 de agosto de 2015

Frutas y verano.

 Nuestro protagonista las veía con gusto. La naranja, una de sus frutas favoritas, no se daba mucho en
verano. Sin embargo, Doña Marta Palacios había encontrado y traído una bolsa con unas naranjas de 
enorme tamaño. Así que nuestro protagonista, que solía desayunar fruta se echó sobre ellas y... 
comprendió por qué no se traen frutas fuera de época. En pleno siglo XXI hemos logrado producir en
 cualquier época, sí. Pero aquellas naranjas no tenían sabor alguno. Ni comparación con las que llegaban 
a partir de octubre. Las había pedido porque Doña Marta le preguntó qué fruta quería, pero ahora se 
había encontrado con eso. Habiendo melocotones, nectarinas, paraguayas, frutas muy apetecibles, optó 
obcecado por la peor opción. No volvería a hacerlo, se dijo y pensó en olvidarlo. Sin embargo, aquella 
tarde Doña Marta llegó del Mercado como solía, trayendo varias bolsas más:

  -Holahijoaquítraigonaranjasquepedistemehacostadoencontrarlasperolastendrássiempreyanopienso
dejardetraerlasmealegrasaberlafrutaquetegustaporquenotomabasjamásyyonosabíaquehaceraversiahora
puedesdecirmequelegustaatuhermanoporqueconélnohaymanera...
 -Mamá, precisamente estaba pensando.
 -Sísínotepreocupesquelastendrássiempreestoycontentísimayahoravoya...

 Fran se dio cuenta del error fatal que había cometido, ya que conocía a Doña Marta y una vez que se le
 metía en la cabeza el chip de una comida la traería siempre. Y ahora, ¿cómo le explicaría el error. Desde 
lugo Doña Marta no pensaba para:

 -Estoyfelizconlodelasnaranjasfeliztetraerékilosdeellasparaquetengasfrutasiempreporquelanecesitasyyo
estoydispuestayahoravamosaveraJuanqueletraigoporquenosécómoacertarconél...